La guerra de castas: la herida que dio origen a Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos

En los caminos polvorientos del centro de Quintana Roo todavía resuena una historia que marcó para siempre a la península: la Guerra de Castas. Aquel levantamiento maya, nacido de siglos de opresión y despojo, transformó territorios, fundó pueblos y dejó huellas profundas en la identidad del estado. El cronista Mario Chan Collí, con más de tres décadas dedicadas a documentar este proceso histórico, recuerda que tanto José María Morelos como Felipe Carrillo Puerto fueron escenarios centrales de ese movimiento que cambió el rumbo de la región.


“Estos municipios fueron parte del gran casco de Cochuah, que abarcaba desde Sabán hasta Chunhuhub. Durante la guerra, los mayas desplazados por hacendados y ganaderos encontraron aquí un refugio y, al mismo tiempo, un frente de lucha. De ese proceso nació la ciudad de Chan Santa Cruz, hoy Felipe Carrillo Puerto”, explica Chan Collí.


El cronista señala que la guerra no fue un hecho aislado, sino la consecuencia de tres siglos de explotación. Fue en esas tierras donde surgieron símbolos de resistencia como la Cruz Parlante, y donde se gestó el municipio libre de Santa Cruz, antecedente directo de lo que hoy se conoce como la capital cultural de la zona maya.


Sin embargo, lamenta que esta parte vital de la historia se diluya en las nuevas generaciones. “Duele reconocerlo, pero parece que la cultura no genera interés ni recursos. Hay más extranjeros que vienen a preguntar por la Guerra de Castas o por pueblos como Sabán y Tihosuco, que jóvenes locales que conozcan estos pasajes. Ahí tenemos una deuda educativa enorme”, advierte.


Chan Collí resalta el papel de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo y de proyectos como Mayawán, que buscan revalorar la memoria histórica. Pero también reconoce el reto: la globalización toca la puerta de las comunidades. “Nuestros jóvenes trabajan en Cancún, regresan con otros hábitos y la identidad maya se rezaga. No está mal convivir con otras culturas, lo grave es perder la raíz”, reflexiona.


Para el cronista, la verdadera identidad de Quintana Roo no se encuentra en los hoteles del Caribe ni en la modernidad acelerada de Cancún, sino en el corazón de la zona maya. Allí, entre relatos de abuelas, nacimientos atendidos por comadronas en medio del monte y la música mayapax que nació como grito de resistencia, se resguarda la esencia de un pueblo que supo luchar por su libertad.


Recordar la Guerra de Castas, insiste Chan Collí, no es un ejercicio académico, sino una necesidad: sin esa memoria, la identidad de Quintana Roo corre el riesgo de diluirse entre el ruido del turismo y el olvido de sus propias raíces.

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