Emprendimiento con sabor y esfuerzo: doña Isabel Hidalgo se reinventa tras la prohibición de vender comida chatarra en escuelas

La prohibición de vender alimentos chatarra en las escuelas fue el punto de quiebre que llevó a doña Isabel Hidalgo a reinventarse. Antes, vendía golosinas como Bon Ice y frituras a los estudiantes durante el recreo en planteles como la escuela primaria Vicente Guerrero. Hoy, su negocio ha cambiado de rumbo: ofrece antojitos, perfumes y hasta joyería en las inmediaciones del parque principal de la cabecera municipal.


“Yo soy emprendedora”, afirma con orgullo mientras acomoda sobre su mesa tortas, sándwiches, ensaladas frías y pastas. También ofrece productos no alimenticios como perfumes, collares y bisutería de oro laminado y plata, con los que complementa sus ingresos.


“Antes vendía en la escuela, pero con esta ley que prohíbe vender comida chatarra, tuve que buscar otro lugar. Por eso ahora vendo aquí en el parque. Aquí tengo apoyo y puedo ofrecer de todo un poco”, explica doña Isabel, quien lleva ya tres meses instalándose cerca del Palacio Municipal.


Aunque reconoce que las ventas son variables y no siempre son buenas —a veces gana apenas 50 pesos en un turno—, no se rinde. Comparte que hay otros comerciantes como ella que buscan en el parque una alternativa para seguir trabajando dignamente, tras quedar fuera del espacio escolar.


“La necesidad me trajo aquí, pero no me quejo. Poco a poco la gente ya me ubica, y si un día no vendo mucho, al siguiente me recupero. Así es esto, no hay que rendirse”, concluye con una sonrisa.


El caso de doña Isabel es solo uno entre muchos, pero refleja el ingenio y la resiliencia con la que mujeres y hombres emprendedores de José María Morelos enfrentan los retos del día a día.

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