Por German Gallegos Cruz Trump, el ‘despertador’
Atento recado a los dormidos.
De vez en cuando hace falta que alguien venga a decirnos las verdades que nos han hecho vivir muy distantes de la realidad. Si el barbaján de Donald Trump no viene a sacudirnos el «sombrero y el gabán» del prototipo huevón con que representan al mexicano promedio, nunca vamos a sacar la casta. El mexicano promedio vive contándose historias de proyectos inasibles, que lo entretienen sin avanzar hacia ningún lado. Inventamos que somos herederos de la raza de bronce, que la fusión genética ibero-azteca y demás razas nativas hicieron de nosotros una estirpe especial. Dice el refrán que la verdad no peca, pero cómo incomoda, carajo. México es un país lleno de malandrines. Nos encabronamos cuando se dice en los medios internacionales que en México asesinan a miles de ciudadanos inocentes, a estudiantes, amas de casa, niños, pequeños comerciantes, hombres de empresa, turistas, etc. Nos hemos refugiado por largo rato en la simulación. Todos los gobiernos, en complicidad con hombres del comercio, luchan por tapar el sol con un dedo. Que no se sepa que hubo una balacera en tal cantina, antro, o piquera, donde mataron a parroquianos y a uno que otro turista. Que se venda la noticia como un hecho aislado, por favor. ¿Qué no ven que si se sabe la verdad, va a afectar al destino turístico? Si seguimos en la simulación, jamás se atacará el problema desde el fondo. El presidente de los gringos habla de «bad hombres» mexicanos, porque la percepción en el ámbito internacional es de inseguridad generalizada. En México hay gran incidencia de secuestros, de «levantones» de asesinatos y de robos que quedan impunes como cosa natural en un país donde la justicia se vende al mejor postor. Donde la gran mayoría de los centros penitenciarios están controlados por el crimen organizado, sin que la autoridad correspondiente haga un mínimo esfuerzo para desaparecer los llamados «autogobiernos». ¿Cómo no le va asistir la razón a Donald Trump, cuando pone el dedo en la llaga de nuestras debilidades? ¿Acaso vamos a negar que el mexicano promedio está acostumbrado a la transa, a la «güevonada» a la borrachera y al chisme? El atraso en que vive este pueblo se debe a la falta de conciencia. Nos refugiamos en fanatismos dañinos que nos tienen tirados en la lona. El mexicano se siente orgulloso de ser guadalupano, futbolero, americanista o chiva, telenovelero de tiempo completo, priista de hueso colorado, chamba fácil contumaz, etc. Si evaluamos la pérdida de tiempo en estos «escapes» de la realidad, corriendo con una antorcha días previos al 12 de diciembre, bebiendo caguamas en los partidos de futbol o asistiendo a «mítines» políticos por una gorra, una torta, o una promesa de chamba de fiscal en una tesorería. Es increíble el tiempo perdido contando historias fantásticas. Ese mexicano que se ufana como yo, de ser amigo del comandante, del presidente, del diputado, del senador, del gobernador, como si eso nos pusiera salvo de nuestras obligaciones. ¡Ah”, pero eso sí, hablador, fantoche, golpeador de mujeres, desobligado, llorón y sentimentaloide. Así se comporta nuestra raza de bronce, así nos ve Donald Trump y su camarilla de neonazis. No sé si merezcamos el maltrato, pero es necesario que nos digan de qué tamaño somos para ver si desde esa realidad empezamos a crecer. Basta de patriotismo superficial y barato. Obras son amor, no palabras. Sólo con esfuerzo y disciplina podremos demostrarnos cuánto nos amamos a nosotros mismos. Ese sería el punto de partida hacia la verdadera emancipación. Dice mi padrino que quien no es capaz de prodigar amor hacia uno mismo, no será capaz de prodigar amor hacia nadie. Así podremos amar a nuestra familia, a nuestra patria y a nuestro Dios. Eso me aseguró mi padrino -y yo creo-, como también creo que «don Donald» sí regañó al presidente Peña Nieto. ¿Qué se puede esperar de un sujeto que llegó al máximo poder de la nación más poderosa del mundo con el concurso de las fuerzas más demoniacas del dinero? No tiene educación ni moral, lo que sí tiene es la sensibilidad de un paquidermo, es vulgar, pendenciero y ocurrente. Así piensa gobernar al país de Lincoln, de Washington y de Franklin. No esperemos favores ni cortesías, el señor está dedicado a ponerle el «cascabel» a muchos gatos, para despertar a muchos «chanos y chones» que duermen bajo el nopal. Qué tamañas verdades nos vino a decir este güero de pueblo, para responder unidos con bravuconadas que hasta estamos coincidentes con la clase política nacional. Pero estos saltos de coraje son tan pasajeros que cuando hay que mostrar unidad para afectar intereses económicos de nuestros vecinos, sólo azuzamos a otros, pero nosotros seguimos bebiendo Coca-Cola, comiendo en McDonald, comprando en Home Depot, Sam’s, Walmart, etc. Sólo de palabra se apoya una causa patriótica. Lo hecho en México lo dejamos de comprar, porque son productos muy caros, los recursos de fabricación son prohibitivos, luz, agua, licencias, “mordidas”, chantajes y extorsión de las autoridades sacan de la competencia a lo hecho en México. Yo agradezco a «don Donald” que vino a despertar al pueblo de México y a su gobierno. Ojalá sea para bien.