Un corazón para reparar

Pbro. Carlos César González Cruz.

Una buena tarde de estas, saqué mi sillón al patio, tomé la Biblia empolvada que tenía arrumbada por ahí, decidí meditar un poco; la abrí al azar y comencé a leer: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí» (Sal. 51:10)

Me saltaron a la mente los cuestionamientos que se hace para tener una correcta interpretación de cualquier texto, considerando su estilo literario. ¿Quién dijo esto? ¿Cuándo lo dijo? ¿Por qué lo dijo? ¿A quién lo dijo?

Pues Lo dijo David, un rey de Israel. Lo dijo después de ser descubierto y confrontado por un delito grave cometido contra Dios. David subió a su terrado, y desde arriba vio una hermosa mujer que se bañaba desnuda y la deseó, la mandó a traer y la hizo suya; la embarazó y después de esto, planeo el asesinato de su marido el cual era un soldado de su ejército. Todo este plan parecía que había salido perfecto para él, todo había quedado en secreto.

Dios mandó para reconvenirlo…, no, no había quedado ese pecado escondido, Se había cometido un crimen doble, adulterio y asesinato. Mi Biblia trae unas, notas de referencia; ellas me mandaron a leer:

  • Porque todo lo que esté escondido se descubrirá, y todo lo que se mantenga en secreto llegará a saberse. Marcos 4:22.
  • Nada de lo que Dios ha creado puede esconderse de él, pues Dios puede verlo todo con claridad, y ante él seremos responsables de todo lo que hemos hecho. Hebreos 4:13

Caray, Pero qué torpeza lo del rey, podía tener las mujeres que quisiera, pero esa no. Un error le llevó a cometer otro más grave. Ya pensando en esto, pensé: “No necesitamos un diablo, demonio o satanás para echarle la culpa de nuestras malas decisiones. Nuestro malvado y perverso corazón crea la maldad. Las referencias ahí me llevaron a descubrir más:

“Cuando alguien tenga una tentación, no diga que es tentado por Dios, pues a Dios no lo tienta la maldad ni tampoco él tienta a nadie. Uno es tentado cuando se deja llevar por un mal deseo que lo atrae y lo seduce. Luego, el deseo malo da a luz el pecado, y el pecado, una vez que ha crecido, conduce a la muerte.” Santiago 1:13-15.

Todos tenemos un corazón averiado. Necesitamos ser intervenidos por el mejor cardiólogo, Dios. Dios sabe todo y conoce todo lo malo que hay en nuestro ser. ¡Aún hay tiempo! Dije en voz alta. Había tenido nutritiva tarde de reflexión.

¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida!

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