Misión Evangélica: ¡Muchas gracias Dios!

El 31 de diciembre en una mega fiesta para todos, esa fiesta se extiende al 1º. de enero. En esta ocasión debe ser más especial, este año debemos celebrar en grande y en grande debemos dar gracias a Dios.

Todos hemos visto caer gente enferma del Covid 19, quizás también nosotros fuimos víctimas del él, pero muchos no lo superaron, tal vez eran más solventes económicamente y se atendieron con buenos médicos en buenos hospitales, quizás eran más jóvenes, más fuertes, etcétera, pero ellos cayeron y nosotros por la razón que solo Dios, sabe hemos sobrevivido.

Este y el otro año, fueron años de pandemia, años que nos encerraron en casa, que nos evitaron visitar a nuestros seres queridos, abrazarlos, besarlos; que por desgracia vimos partir de esta vida a familiares, a amigos y conocidos, sin despedirnos de ellos, sin velarlos y sin enterrarlos los despedimos en silencio.

Hemos llorado la partida de algunos, aplaudido la recuperación de otros o la nuestra, dimos y recibimos la valiosa ayuda que en estos casos se necesita y todo esto nos llevó a pensar sobre el valor de la vida y el amor a los seres queridos. Aprendimos a abrazarnos en silencio por los abrazos que no nos dimos, a besarnos con el alma, a acariciarnos con las miradas.

Ahora, aquí nos vemos, sobrevivientes de la pandemia de la Covid 19, sobrevivientes hasta ahora ya que el virus asesino muta, se levantan nuevas sepas: Gama, Delta, Omicron, ¿Cuántos más del abecedario griego?

No sabemos que pasará mañana ni lo que vendrá en este 2022; por ahora, brindemos con los que aun quedamos, con los que ahora tenemos, con los que podemos hacer un espacio para convivir, decir: “Salud por ti y por mí”. Estamos frente a un nuevo año somos sobrevivientes de esta guerra epidemiológica, estamos estrenando un nuevo año y tenemos derecho a emocionarnos y alegremente decir ¡Feliz año nuevo amigos y hermanos del camino, del buen camino! ¡Corramos a mostrarles el amor que sentimos a los que amamos!

¡Salgamos a perdonar a los que nos hirieron y pidamos perdón a los que herimos! ¡Bendiciones a todos ustedes mis amigos y hermanos del buen camino de Dios!

 ¡Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar! Salmo 90:1.

Pbro. Carlos César González Cruz.

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