ALEXIS SHAFFER. Si es Posible estar en Paz
Tus heridas de infancia y la ira
Quizá pasaste una semana intensa, un poco ajetreada y con un poco de tensión. Precisamente es lo que quiero tratar contigo como tema de esta semana: se trata de la rabia.
PARA TOMAR EN CUENTA
A veces nos enfadamos para defendernos, o como una manera de establecer límites si no nos gusta cómo alguien nos trata. Pero cuando se trata de una cólera interior que comienza a aflorar en nosotros, lo que a menudo sucede es que está cambiando nuestra manera de estar en el mundo y de relacionarnos con él. Si queremos llamarlo así, podríamos verlo como el combustible que nos ayuda a manifestar una nueva forma de ser, una nueva actitud, un nuevo “yo” que está a punto de nacer, en definitiva.La rabia es parte no sólo del momento presente, sino que también emerge para ayudar a limpiar y despejar el pasado.
PRIMERA PARTE
Por supuesto, como seres multidimensionales que somos, abarcará muchos niveles y tomará formas muy diferentes para cada uno. Pero, durante esta semana, que empezó con la luna llena justo con el inicio del solsticio verano, será el tema energético y emocional a nivel global y veamos cómo se pone de manifiesto de diferentes maneras.
Estamos atravesando un umbral de aperturas que engloban la energía del corazón, la energía de la comunicación y también un incremento de la energía psíquica. La combinación de todas ellas, acompañadas de esta energía de enfado, bien podría dar como resultado conflictos en las relaciones, o bien podríamos sorprendernos reaccionando con indignación en nuestras comunicaciones: por whatsapp, e-mail, o carta.
A nivel personal, debemos recordar que la ira es fuego. A veces nos enfadamos para defendernos, o como una manera de establecer límites si no nos gusta cómo alguien nos trata. Pero cuando se trata de una cólera interior que comienza a aflorar en nosotros, lo que a menudo sucede es que está cambiando nuestra manera de estar en el mundo y de relacionarnos con él. Si queremos llamarlo así, podríamos verlo como el combustible que nos ayuda a manifestar una nueva forma de ser, una nueva actitud, un nuevo “yo” que está a punto de nacer, en definitiva.
He aquí algunas comprobaciones que podemos hacer, de cara a comprender mejor el origen de nuestra sensación de rabia:
¿Estamos estresados o irritados porque estamos demasiado ocupados y no nos tomamos el tiempo que necesitamos para nosotros mismos?¿Quizás es necesario que pongamos ciertos límites claros en nuestras vidas?
¿Puede que estemos sintiendo la ola entrante de cambio (y todos estamos sintiendo a nivel colectivo lo rápido que nuestro mundo está cambiando)?. Sé que muchos están también atravesando cambios personales en diferentes facetas de sus vidas. En ese caso, quizá estemos sintiendo la inquietud y la incertidumbre del cambio. Normalmente, no nos gusta la sensación de no saber lo que nos espera, así que esa inquietud también podría ser otra de las causas de su enfado.
Si tendemos a plegarnos excesivamente ante los deseos de los demás o a anularnos a nosotros mismos, es posible que, después de años de represión, ahora surja la ira. Por ejemplo, si durante años no nos atrevimos a vivir nuestros sueños o a decir nuestra verdad, ahora esta energía de fuego crecerá en nuestro interior y luchará por salir, lo cual no es nada agradable al principio. De ser así, intenten considerar esa energía de fuego como un positivo combustible interno y aprendan a regular tanto la manifestación exterior de esa ira hacia los demás, como la manera de gestionar la ira que otros podrían dirigir hacia ti.
Con el incremento de energía del corazón y de energía de comunicación que estamos experimentando, también es posible que surjan cuestiones inconclusas del pasado respecto a la comunicación y el corazón. Por consiguiente, la rabia será parte no sólo del momento presente, sino que también emergerá para ayudar a limpiar y despejar el pasado.
Si se sienten un poco nerviosos con toda esta información o ya comenzaron a sentir estos síntomas, traten de mantenerse humildes durante esta semana; si no quieren verse envueltos en situaciones provocadas por la ira de los demás, tómense todo con mucha calma y vayan despacio.
Las Cinco Heridas de la Infancia y sus cinco Máscaras
La carencias afectivas que vivimos de chiquitos, abrirán unas heridas que nos van a condicionar como actuamos luego de adultos: como nos relacionamos, como reaccionamos ante ciertas situaciones, cómo resolvemos, como controlamos…
A continuación veremos la 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas que desde la infancia irán construyendo nuestra personalidad, según el libro «Las cinco heridas que impiden ser uno mismo», de Lise Bourbeau.
Cuando el bebé nace y no se le da la atención y el afecto que necesita, y eso empieza con dejarlo en un kínder a los 3 meses, o cuando la madre está pasando por una depresión post-parto y no puede atender correctamente al hijo, por ejemplo, entonces se graba una herida que se irá repitiendo a lo largo de toda su vida.
Cuando se abre esta herida, el niño va a compensar esa situación con una máscara, una respuesta a esa carencia. Cada una de las siguientes heridas tiene su propia máscara:
1. El Rechazo
El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas, porque siente que no tiene derecho a vivir. Implica una desconexión de nuestro interior: nuestros deseos, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.
Esta herida suele aparecer antes de nacer, en el vientre; cuando la madre no quiere ese niño en ese momento (es el momento «predictor»).En general es el rechazo de alguno de los padres y/o de la familia. Genera pensamientos de rechazo, de no ser deseado y de descalificación hacia uno mismo. Puede ser también que llegue con un sexo contrario al que se espera. O rechazo porque es de piel más oscura o con alguna anomalía física.
Es probable que, si hemos sufrido esto en nuestra infancia, seamos personas huidizas. Por lo que debemos de trabajar nuestros temores, nuestros miedos internos y esas situaciones que nos generan pánico.
Si es tu caso, trata de hacerte amigo de esa herida, de conocerla, de arriesgar y de tomar decisiones por ti mismo. Cada vez te molestará menos que la gente se aleje y no te tomarás como algo personal que se olviden de ti en algún momento.
2. El Abandono
Abandonar a alguien es separarlo de mamá, casi siempre o de papá, también, en los primeros años de vida. El abandonado se abandona a si mismo. Es un vacío de soledad.
Muchos hermanos mayores se sienten abandonados por mamá al nacer el siguiente hermano. La madre tenía que trabajar. La madre enfermó. Al nacer tuvo que estar unos días o semanas en incubadora.
El abandono genera dificultad en la comunicación. La persona con abandono suele sentirse, también, rechazado.
Las personas que han tenido las heridas emocionales del abandono en la infancia, tendrán que trabajar su miedo a la soledad, su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles al contacto físico.
La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador.
3- La Humillación
Se abre esta herida cuando se nos desaprueba, se nos rebaja, se nos critica; cuando se nos hiere en el amor propio o en nuestra dignidad. Los padres o hermano mayores desvalorizan a sus niños o hermanos, diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil. En la escuela la herida se repetirá en la forma de «bulling». De más adulto puede ser sorprendido masturbándose o ser humillado sexualmente.
La humillación genera una máscara de masoquista: encontrar placer sufriendo. La persona con herida de humillación tenderá a ser obeso. En desprogramación decimos que el obeso ha puesto un escudo al ataque que ha recibido: la grasa.
Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades.
4- La traición o el miedo a confiar
Surge cuando el niño se ha sentido traicionado por el progenitor del sexo opuesto, sobre todo entre los dos y los cuatro año de edad; por lo tanto relacionado con una represión del Edipo : amor al progenitor de sexo opuesto. Lo cual afectará más adelante sus relaciones sexuales y afectivas; tendencia a comparar a la pareja con el progenitor. Esto abre una desconfianza que se puede transformar en envidia y otros sentimientos negativos, por no sentirse merecedor de lo prometido y de lo que otros tienen.
Haber padecido una traición en la infancia construye personas controladoras y que quieren tenerlo todo atado y reatado. El controlador tiene una personalidad fuerte e impone su voluntad, sobre los demás.
Sanar las heridas emocionales de la traición requiere trabajar la paciencia, la tolerancia y el saber vivir, así como aprender a estar solo y a confiar en los otros, delegando.
5- La Injusticia
La injusticia es el incumplimiento de los derechos y mérito de cada uno. No sentirnos apreciados o respetados por nuestro justo valor. Padres fríos y demasiado autoritarios, se generan sentimientos de ineficacia y de inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta. El niño no puede integrar bien su individualidad (3-5 años) ni ser completamente él mismo.
Las consecuencias directas de la injusticia en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo. Son personas sensibles que han puesto una coraza, para no sentir.
Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.
Ahora que ya conocemos las cinco heridas de la infancia y probablemente ya te has identificado con la tuya o tuyas, te propongo una reflexión: ¿Cuál sería el primer paso para empezar a sanarlas?… Continuará.