El terror llega con El Conjuro
CANCÚN, QUINTANA ROO
Esta semana estrena la tan anticipada secuela de El Conjuro, una película que ha revolucionado el género del terror moderno y que es de las pocas rescatables que hay en el Hollywood de los últimos años.
Si en El Conjuro investigaban a una muñeca llamada Annabelle que se pensaba poseída, en El Conjuro 2, la investigación se realiza en el Reino Unido sobre «el poltergeist de Enfield». Por eso, los investigadores viajarán para ayudar a una madre con cuatro hijos que comparte domicilio con espíritus malignos.
El realizador detrás del éxito se llama James Wan: un director que ha logrado el éxito desde el inicio. En 2004 hizo su debut con El juego del miedo, una película de bajo presupuesto que debutó en el Festival de Sundance, que marcó no solo el comienzo de un nuevo sub- género dentro del terror: «torture porn» (por mostrar escenas violentas extremadamente gráficas), sino también el inicio de una franquicia exitosa del villano-justiciero Jigsaw (hay hasta ahora siete películas que lo atestiguan) y que, por otra parte, consagró a James Wan como un nuevo director de culto.
LA DIRECCIÓN
En El Conjuro 2, Wan vuelve a dirigir a Patrick Wilson, con quien ya trabajó en las dos primeras partes de La noche del demonio y en la primera El Conjuro (Vera Farmiga repite el rol de Lorraine Warren).
Pero esta es, además, una película de alto presupuesto (La noche del demonio costó 1,5 millones de dólares y El Conjuro 2.25 millones de dólares). «La diferencia de tener tres y media o cuatro semanas a tener ocho o diez, es increíble», dijo Wan al New York Times. Es que tener el apoyo del estudio y un presupuesto 20 o 30 veces más grande que otras películas del mismo género es bueno. Si se sabe utilizar el dinero.
Aunque el dinero no es todo en el género del terror. «Si tuviera que señalar lo más importante en una película de miedo, entre el paisaje sonoro y las imágenes, me quedaría con el sonido», dijo Wan. «Me refiero a películas como Actividad paranormal o El proyecto Blair Witch, que no tienen una gran cantidad de elementos visuales destellantes porque no podían permitirse ese lujo. Pero es el diseño de sonido lo que crea la tensión y la atmósfera». (Por Redacción)