¡Suéltalo!

Pbro.Carlos César González cruz.
Se dice: “Uno es libre de hacer lo que quiera.” Es cierto, pero no todo conviene. Sí, uno es libre de hacer lo que quiera, pero no todo edifica la comunidad. 1 Corintios 10:23.

Un teléfono silenció todos nuestros sueños. Antes cuando íbamos en un camión, contemplábamos la belleza del paisaje, la naturaleza no hacía reflexionar y platicábamos sobre ella; ahora vamos sentados, silenciados, cautivados y extrañamente reímos como locos con el celular, en ocasiones hasta se nos pasa el lugar del destino por estar metidos en ese aparato del que no prescindimos.

Antes los parques lucían llenos de niños jugando, corrían, gritaban felices, se entretenía coloreando o dibujando, ahora lo hacen con un celular. Los parques están quedándose solos y quienes van ahí, están sentados mirando videos o mirando fotos de paisajes en sus celulares, olvidándose de quien les acompaña y no disfrutan el paisaje natural. Cuando se iba a los conciertos y partidos de fútbol, se disfrutaba de la algarabía, de los gritos y cantos, ahora vamos a grabar y estar checando mensajes en celular y nos perdemos los mejores momentos del concierto o de los goles.

Antes nos salíamos afuera de casa con una taza de café a platicar con los vecinos, a contemplar la belleza de la vida; ahora no queremos salir de la cama, todo el día acostados mirando chismes en el celular.

El Celular nos ha llevado a perder el control de la vida, ha traído tristezas, por estar tan metidos en él, mucha gente perdió su bebé que fatalmente, murió por descuido, otros manejando a gran velocidad atropellaron o chocaron al estar metidos en el celular. Qué de aquellos que metidos en el celular cruzaron la calle y los mató un vehículo, o se fueron en un pozo abierto u hoyo. Te tópas gente conocida por la calle y ni cuenta te diste porque ibas entretenido en tu celular.

Y quizá nos moleste que nos digan que el celular ya nos volvió tontos, pero es la verdad. Ahora todo es celular, desde que amanece hasta que nos volvemos a la cama para descansar. Lo acomodamos con cuidado y adoración bajo la almohada para que al despertar volvamos a tomarlo, si es que tal vez nos dejó dormir con los mensajes que nos llegaban e interrumpían el sueño.

Ahora todos los chimes y reclamos que hacemos son a través del celular, ya nadie dialoga o aclara las cosas de frente. Hemos dejado de ver lo hermoso de la vida y lo hermoso de nuestra familia, porque la vida se nos va en un teléfono que no soltamos de la mano.


¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida!

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