Son fieles a sus muertos

Por Raimon Rosado > Quequi

Alrededor de 20 mil cancunenses visitaron de manera copiosa los cementerios de esta ciudad, para finalizar las celebraciones del Día de Muertos, en las que a diferencia de la jornada previa, al ser un día feriado fue más notorio el ambiente festivo en torno a las lápidas, en donde reposan los restos de quienes han partido a la vida eterna.

El día de asueto del que un gran número de personas gozó ayer 2 de noviembre, con motivo de estas fiestas populares, dio la pauta para que desde las 8 de la mañana, cientos de personas llegaran a cumplir con su cita anual, de visitar a sus seres queridos que físicamente ya no se encuentran a su lado.

Largas filas de vehículos estacionados y otros en trayecto hacia un lugar para aparcarse, junto con un ir y venir constantede personas de todas las edades que en muchos casos llevaban consigo ramos de flores, cubetas, botes de pintura y escobas para arreglar los lechos de sus difuntos, en medio de filas de vendedores ambulantes de diversas mercancías, principalmente flores, fue el panorama observado durante la celebración a los difuntos que dio fin a las festividades de este año.

Samuel Mejía, administrador de los panteones municipales “Los Álamos” y ”Los Olivos” , dijo que fue a partir del 31 de octubre cuando inició el aumento en la afluencia de personas hacia los camposantos; no obstante, hubo quienes se adelantaron desde el pasado fin de semana para arreglar los lechos mortuorios de sus familiares.

Por haber caído a media semana los Días de Muertos, la llegada de visitantes fue creciendo gradualmente, al ser unos ocho mil los que llegaron el miércoles y ayer jueves fueron alrededor de 20 mil las personas que se dieron cita en los cementerios, los cuales cerraron hasta la medianoche, para dar oportunidad a que llegaran quienes no habían podido hacerlo durante el resto del día.

Al igual que otros años, en los cementerios no faltaron los cantantes y grupos musicales que, a petición de los deudos, interpretaron al pie de las tumbas las canciones que en vida les gustaban a sus finados, lo que dio paso a un ambiente en el que la alegría, la melancolía y la añoranza se entremezclaron.

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