Sobreviven gracias al hipil

 

 

LÁZARO CÁRDENAS. Familias de artesanos se ganan el sustento diario, bordando el traje típico de la Península.

Carmela Pech Chan continúa realizando el xokbil-chuy (punto de cruz) para la elaboración de hipiles o vestimentas de las mestizas de esta región, lo que representa, además de preservar su cultura, un ingreso extra para su familia.

En su lengua materna explicó que el bordado lo realiza en sus ratos libres cuando no sale a vender frutas por las calles de Kantunilkin, donde a veces se queda a pernotar, aprovechando visitar a sus clientas que le piden diseños y decoración.

La artesana, oriunda de un poblado yucateco, dijo que el hipil consiste en una pieza de tela de algodón en forma rectangular, a la que se hace una abertura cuadrada a manera de cuello, que se adorna alrededor con una tira de bordados que oscila entre los cinco y los 20 centímetros de ancho.

“En la Península, la decoración puede realizarse a mano, empleando diversas puntadas como el xok-bil chuy, el xmol nicté (recolectando flores)  y la rejilla y el deshilado, entre otras; en todo caso, el diseño, que se repite en la orilla inferior del hipil, dependerá del gusto de la bordadora o la clienta, ya que en algunas zonas se prefieren, por ejemplo, los colores muy vivos, y en otras, los tonos más suaves o tradicionales”, explicó.

Tradicionalmente la pieza se cierra a mano con una puntada conocida en español como «costilla de ratón», dejando abierto sólo el ancho de la bocamanga. Las mujeres adultas y las jovencitas llevan una especie de fondo o justán (fustán) blanco (pic, en maya). La enagua sobresale bajo el hipil entre 10 y 25 centímetros y va adornada con un ancho encaje o un fino tejido, a manera de remate. Como complemento, las mujeres llevan un rebozo que sirve lo mismo para abrigarse, que para ayudarse en el transporte de algunas cargas.

Finalmente, Chan Pech explicó que en comparación de años atrás, ahora pocas personas piden su hipil. “La verdad sale caro, además de que las muchachas de ahora se avergüenzan de esa vestimenta, prefieren ropa casual o de moda -como le llaman-, además que en cualquier lugar lo consiguen”.

 

Foto: Daniel Cauich > Quequi

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