¡Se hartaron!

Por Francisco Méndez Quequi

Cansados de tantos engaños e injusticias, los jugadores del Atlante se negaron a entrenar ayer martes y no lo harán hasta que la directiva que encabeza Eduardo Braun Burillo, les pague los tres meses de sueldo que les adeudan.
Y no es la primera vez que la directiva azulgrana se ve envuelta en temas relacionados con adeudos a jugadores; sin embargo, ahora sí les colmaron la paciencia.
Mientras tanto, los directivos azulgranas, que no han querido cumplir con las obligaciones que tienen con los jugadores -que hacen milagros para sobrevivir-, siguen dándose la gran vida paseando en lujosos carros y viviendo en las zonas más exclusivas de Cancún, absolutamente desinteresados por la suerte de los futbolistas.
De acuerdo a la agenda de actividades, los Potros de Hierro tenían programado su habitual entrenamiento en el Estadio “Andrés Quintana Roo”; pero nadie se presentó a la práctica.
Ante esta situación, José Enrique Vaca, director deportivo del Club Atlante, confirmó a medios de comunicación que los jugadores tomaron la decisión de no entrenar por los adeudos. “Simplemente nos queda apoyarlos, esperando que esto se resuelva pronto”, comentó el directivo azulgrana.
Los adeudos que tiene la directiva azulgrana con su plantilla de jugadores y cuerpo técnico, es de dos a tres meses de sueldos, y en algunos casos esta deuda la arrastran desde el torneo anterior.
Es importante hacer mención que no sólo los jugadores del primer equipo han sido perjudicados por la absoluta irresponsabilidad de la directiva, también elementos de la cantera han sido víctimas.
Hay que recordar a Raymundo Palacios, vicepresidente del Atlante, que cuando existían las Fuerzas Básicas, era el encargado de truncar la carrera de muchos prospectos del futbol mexicano, ya que a través de chantajes, de no darles sus cartas y retenerlos en el Atlante (sin ser considerados para los planes con el club), evitó que muchos jóvenes pudieran probar suerte en otros equipos.
Estos jugadores no podían hacer visorías con otros equipos y menos negociar su traspaso, ya que Palacios se adueñaba de sus cartas; entonces no jugaban y tampoco recibían un salario.

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