SANTIAGO J. SANTAMARÍA EL BESTIARIO

Javier Duarte y sus ‘carnales’, y el honor japonés

 

Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz, quien se exhibía siempre carcajeante con el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, el exprimer mandatario Carlos Salinas, su antecesor y ex cónsul en Barcelona Fidel Herrera, y el exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, detenido por la Interpol y actualmente preso en Panamá, vive el principio de su fin…

 

SANTIAGO J. SANTAMARÍA

 

El juez aceptó finalmente las pruebas de la Fiscalía mexicana y decidió procesarlo por dos delitos, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. O, dicho de otra forma en castellano llano, por robar. Por robar, hacer robar y tratar de disimular. Los investigadores le acusan de sacar 80 millones de dólares de las arcas del estado. De crear una red de testaferros, compinches y empresas falsas. De usarla para que el robo pareciera legal. De ser el líder, el capo. Según explicó ayer el Ministerio Público, Duarte dedicó todo su mandato a saquear las cuentas de su estado. La región que gobernó de 2011 a 2016, tras pasarle el “testigo” Fidel Herrera, abogado y político mexicano, miembro también del Partido Revolucionario Institucional. Fue cónsul de México en Barcelona, España del 19 de octubre de 2015 a enero de 2017, fecha en que renunció al cargo, tras conocerse sus nexos con el “gran villano de México”, como lo tildan algunos titulares de prensa nacional e internacional.

Hace apenas cinco años, Duarte era ejemplo de la nueva generación de un partido que había gobernado el país sin interrupción durante 71 años. El propio presidente, Enrique Peña Nieto, lo nombró en más de una ocasión, queriendo así romper con el pasado, elevando las bondades del PRI a las virtudes de una nueva camada de gobernadores y diputados. Resulta curioso que ahora, cinco años después, Duarte simboliza de nuevo al PRI, otra vez arrugado. A ese PRI, del mismo Peña Nieto, desplomado en los índices de popularidad, denostado por amplios sectores del país. Criticado por plegarse ante Donald Trump, por la inflación, por el aumento de la inseguridad y la violencia. Al PRI del exgobernador Roberto Borge, preso en Panamá, acusado en México de lavar dinero. Al PRI del exgobernador César Duarte, prófugo de la justicia, también por robar.

El Ministerio Público presentó 82 pruebas contra Duarte. Las hay de todo tipo, pero las más importantes son los testimonios de tres de sus antiguos colaboradores. Se trata de Alfonso Ortega, abogado y uno de los arquitectos de la trama de empresas falsas; de Arturo Bermúdez, antiguo jefe de la Policía de Veracruz, actualmente en prisión y de Juan José Janeiro, abogado señalado como otro de los arquitectos de la trama. Apoyándose en un power point de 24 diapositivas, la PGR explicó cómo la red delictiva de Duarte habría sacado dinero de las arcas del estado y lo habría inyectado al sistema financiero, comprando y vendiendo propiedades, aparentando así su legalidad. Los fiscales explicaron también que el dinero robado sirvió para comprar un yate de 800 mil dólares, joyas por valor de 225 mil dólares, departamentos en la costa del Atlántico y en España, en pleno centro de Bilbao y en el barrio “pijo” de Salamanca, en Madrid, tiempos compartidos en un hotel de lujo en Nueva York, en la Ciudad de México… El exgobernador espera ahora en el reclusorio norte de la Ciudad de México. El juez ha decidido que allí está bien y se ha negado a trasladarlo. Los investigadores de la PGR tienen seis meses para terminar su trabajo. La justicia mexicana tiene un año para dictar sentencia. Esta llegará en medio del electoral 1 de julio del 2018…

“Miguel Blesa de la Parra (Linares, Jaén, 8 de agosto de 1947-Villanueva del Rey, Córdoba, 19 de julio de 2017) fue un funcionario y financiero español, presidente del consejo de administración de Caja Madrid de 1996 a 2009. El 23 de febrero de 2017, fue condenado a seis años de prisión por un delito continuado de apropiación indebida entre 2003 y 2012, en el caso de las tarjetas black. El 19 de julio de 2017 fue hallado muerto en la finca Puerto del Toro, de un disparo en el pecho producido por una escopeta de caza. El 20 de julio, la autopsia confirmó la hipótesis principal del suicidio…”. La muerte de Miguel Blesa ha devuelto a mi memoria la cotidiana tragedia de los suicidas japoneses. La periodista española Almudena Grandes le dedica una columna, no descartando la hipótesis del honor. Los corruptos españoles y mexicanos del siglo XXI son canallas, la impunidad de sus democracias no transparentes, les hacen parecer intocables… Ninguno de ellos ha sido capaz de pedir perdón a la sociedad, por robar el dinero público, producto de un esfuerzo común. Miguel Blesa tampoco lo hizo. Ahora ha optado por el suicidio, suicidio que llega antes de una sentencia condenatoria con incautaciones de bienes, por lo que sus herederos podrán disfrutar del “botín”. El fallo del juez hay que acatarlo, pero también valorarlo. Se impone una regeneración democrática que pasa por adecuar los códigos y las leyes de enjuiciamiento para hacer frente a esa enfermedad que carcome nuestro sistema democrático como es la corrupción.

En Japón, el fracaso a menudo desemboca en tragedia. En su cultura, el honor y la honorabilidad conservan un prestigio casi sagrado, que en Occidente perdieron hace mucho tiempo. Por eso, los suicidios son frecuentes. Quienes acaban con su propia vida suelen ser hombres, padres de familia arruinados, que pueden haber dilapidado un cuantioso patrimonio o haber sido incapaces de afrontar un simple despido. En cualquier caso, antes de suicidarse, ahorran el dinero que sus herederos tendrán que pagar por su entierro y, si van a optar por tirarse a un tren, también por la multa que generen los daños causados en la vía. Este procedimiento es tan habitual que los ferrocarriles japoneses cuentan con un baremo de indemnizaciones por suicidio. Una muerte provocada por un tren bala en una línea principal cuesta más dinero que una muerte causada por un tren más lento en un trayecto secundario. Por eso, al conocer la noticia, los deudos ya saben la cantidad que encontrarán en el sobre que el difunto ha dejado en lugar de una nota.

Los suicidas japoneses, que escogen la muerte a la vida sin honor y, al procurársela a sí mismos, se aseguran una memoria honorable. Es el mismo código que se aplicaban nuestros antepasados en los tiempos de los desafíos y los duelos a pistola, aunque el concepto español del honor ha cambiado tanto que nadie lo ha manejado siquiera como hipótesis en la interpretación de un suicidio como este del “banquero”. Sin embargo, quienes pretenden presentarlo como una víctima deberían apreciar esta posibilidad, porque si el suicidio de Miguel Blesa ha puesto algo de manifiesto, es que no tenía la menor confianza en probar su inocencia ante los tribunales. Lo más importante, su familia y sus herederos seguirán disfrutando del despojo. Genio y figura hasta la sepultura. “Spainisdifferent!”, el eslogan que cambió para siempre la imagen de España. El ministerio franquista de Información y Turismo, dirigido por Manuel Fraga Iribarne, fundador del PP, el Partido Popular que gobierna España con Mariano Rajoy, ideó una campaña turística en los años sesenta que sacaba ventaja de la fama española de país aislado y de costumbres bárbaras.

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