SANTIAGO J. SANTAMARÍA. El Bestiario

Los corruptos en España son gente seria

Mucho peores que los protagonistas de ‘El Buscón’ de Francisco de Quevedo y la picaresca del Siglo de Oro, hoy son “muy respetados”, “reputados”, “afables”, “extrovertidos” e “intelectuales”, según la consultora KPMG; el Partido Popular de Mariano Rajoy, vencedor de las elecciones del pasado domingo, va a quedarse sin cuadros en Madrid y en Valencia para seguir gobernando, la culpa, la Guardia Civil y los jueces, que por fin trabajan…

SANTIAGO J. SANTAMARÍA

Hechos ya todos los análisis de los últimos resultados electorales por todos los analistas más circunspectos y a una semana ya de la votación, a mí ya solo me cabe hacer una afirmación: el problema de España no es político, es moral. Que me explique, si no, alguien, cómo se puede entender que la cuarta parte de los españoles apoye con su voto al partido con más escándalos de corrupción de la historia de la democracia española. El PP de Mariano Rajoy ha dejado a España sin recursos para centros de investigación científica y tecnológica. Todo se lo han comido los mil y un procesos abiertos por la judicatura y cuerpos y fuerzas de la seguridad del estado contra los dirigentes políticos, en su mayoría conservadores, quienes se aprovecharon hasta ayer de unas décadas de bonanza para desviar recursos públicos hacia sus bolsillos.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, confesaba una confidencia que le hizo un “demócrata madrileño” tras comprobar el resultado de las últimas elecciones: Ustedes que pueden”-los catalanes y los vascos, dedujo Puigdemont inteligentemente, “váyanse cuanto antes de este estado”. El antecesor y padre de la Cataluña democrática, Jordi Pujol, sacaba todo el dinero propio e impropio. Hoy está procesado al igual que su esposa, Marta Ferrusola, e hijos. Algunos de sus vástagos son viejos conocidos en México, en las tierras de Jaime Rodríguez “El Bronco”, en Nuevo León. Medios periodísticos españoles valoran el botín de la familia Pujol-Ferrusola en unos 600 millones de euros. Su asesor fiscal fue Artur Mas, promotor del movimiento independentista en Cataluña, en estos últimos años. Una auténtica “crema catalana”.
Según el último informe de la consultora KPMG sobre esta materia, aunque sí hay un perfil común: el defraudador tiene entre 36 y 55 años (en el 70% de los casos), suele ocupar cargos de responsabilidad en las áreas de finanzas, operaciones o ventas y marketing y no actúa solo.
Un gran porcentaje (39%) de los 596 defraudadores eran muy respetados por sus compañeros”, recoge el estudio. KPMG ha analizado la naturaleza de 596 casos de corrupción descubiertos en más de 80 países para elaborar este estudio, de los cuales una veintena corresponde a España.
El informe no es cuantitativo, pero KPMG hace una estimación de los que el fraude supone en las empresas, anualmente, y lo cifra en aproximadamente el 5% del producto interior bruto (PIB) mundial, unos 2.6 billones de euros. Si se extrapolase el cálculo a España, ese 5% supondrían unos 50,000 millones de euros. En el caso español, el problema afecta tanto al sector público como al privado. El perfil del corrupto es sorprendente. ¿Por qué se defrauda? “Tiene una sensación de estar infravalorado (17%); sensación de miedo (14%); sensación de estar mal remunerado (13%); y sensación de ira (7%)”. ¿Cómo le valoran al defraudador o al corrupto? “Muy respetado (39%); afable (35%); extrovertido (33%); empresario o político reputado (23%); considerado como intelectual (22%)”.
Desde hace ya muchos meses, los titulares referentes a delitos de corrupción, dominan las portadas de los principales periódicos españoles, “El País”, “El Mundo”, “La Vanguardia”, …: “Rajoy pide al PP que no caiga en la histeria’ por la corrupción; “Hacienda bate el récord en la lucha contra el fraude, 15,600 millones de euros”;“México se volcó para sacar de la cárcel a Humberto Moreira por el delito de blanqueo de capitales”; “el portero de fútbol, Iker Casillas, afectado por el desfalco en Bankia del director del Fondo Monetario Internacional, y dirigente del PP, Rodrigo Rato, quien desvió, sin permiso de sus titulares, dinero hacia inversiones inmobiliarias en Quintana Roo y otros lugares turísticos de México”…
La obra narra las últimas horas de la vida de Max Estrella, un “hiperbólico andaluz, poeta de odas y madrigales”, ya anciano, miserable y ciego que gozó en algún momento de cierto reconocimiento. En su peregrinaje por un Madrid oscuro, turbio, marginal y sórdido le acompaña Don Latino de Hispalis y le dan la réplica algunos otros personajes de la bohemia madrileña de la época. En sus diálogos se vierten de forma magistral críticas a la cultura oficialista y a la situación social y política de una España condenada a no reconocer a sus próceres. Tras múltiples vicisitudes, la obra acaba con la muerte de Max Estrella y se prolonga con su velatorio. El drama se cierra con un borracho que grita: ¡Cráneo previlegiado!, expresión que se repite a lo largo de la historia y que resume el enfoque esperpéntico de la misma. La obra se convierte en una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en un país deforme, injusto y opresivo, como es la España de la Restauración, un siglo atrás, que no difiere mucho del actual, cuyos dirigentes políticos son incapaces de pactar un gobierno, después de 195 días y dos elecciones generales. España, todavía está en restauración. Ramón María del Valle-Inclán lo ‘sabe’.

@SantiGurtubay

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