
SANTIAGO J. SANTAMARÍA. El Bestiario
Los terremotos de Italia y la risa de las hienas
Amatrice y Roma tiemblan todavía, con las más de cien réplicas de los últimos días. No faltaba gente que se frotaba las manos mientras se intercambiaban por teléfono noticias del desastre: veían grandes contratos de reconstrucción en el horizonte. La “terra trema” de Luchino Visconti…
…Mientras empeora el balance de víctimas del terremoto, se hacen evidentes sus numerosas semejanzas con el terremoto de los Abruzos hace siete años. Y una constatación se impone: la larga serie de tragedias causadas por los terremotos les ha enseñado muy poco. La hora es la misma, minuto más, minuto menos. Las 3:36 marca el reloj del campanario en lo que queda de Amatrice. Hace siete años eran las 3:32 en L’Aquila. Las dulces horas de la noche, en lo más profundo del sueño, un miércoles de finales de verano, los pueblecitos de los Apeninos todavía llenos de turistas; para muchos es un regreso a casa, a la de los padres, a la de los abuelos.
Las raíces no se pueden cercenar. Era el 6 de abril de 2009, un lunes de Semana Santa. Muchos estudiantes universitarios ya se habían marchado de L’Aquila para volver a sus hogares. Las raíces fueron su salvación. No fue así para los pobres chicos que permanecieron en la residencia de estudiantes, un edificio en mal estado. Y después, el despertar con los ojos desorbitados por el terror, el olor acre del polvo que impide la respiración, la oscuridad, las primeras voces que se convierten en llanto, en desesperación. Una noche infernal.
“Cuántas semejanzas. Lugares contiguos. Rieti, Amatrice, Accumoli, Pescara del Tronto, L’Aquila, Onna. Pueblos antiguos que sólo en parte se han visto preservados de la propagación de construcciones en hormigón armado no menos frágiles que las del pasado. Preciosos belenes y amenazas de ruina, de acuerdo con la definición de principios del siglo XX de un estudioso del sur de Italia tan apasionado como Giustino Fortunato. Es la mezcla contradictoria de gran parte de los Apeninos, destinados a una despoblación inexorable, excepto por cierta revitalización durante unas pocas semanas al año. Las raíces profundas, que siguen siendo vitales. El miércoles fueron fuente de dolor y de extravío. No es momento de recriminaciones y acusaciones, sino de rescate, de ayuda, de socorro. Hay aún vidas por salvar, o eso se espera…”, escribía este viernes Luigi Vincinanza, exdirector del periódico L’Espresso.
Sin embargo, la larga serie de tragedias causadas por los terremotos nos ha enseñado muy poco en el campo de la prevención y de la educación. Nada de planes de evacuación, nada de puntos de encuentro, nada de nada. Una falta de preparación colectiva que se hace aún más evidente a través de la impotencia de las imágenes de las transmisiones televisivas en directo. Un lejano recuerdo, vinculado a la noche infernal de L’Aquila. Las hienas carcajean, comentan los habitantes del Valle del Tronto, en el centro de Italia, mientras buscan entre los escombros a familiares, amigos y vecinos desaparecidos por cientos. ¿Estábamos casi seguros que esa especie animal se había extinguido? Confiemos en que sí y todas esas sospechas ciudadanas sean producto del trauma que la naturaleza les está obligando a vivir, una vez más.
Se siguen produciendo réplicas. Y el número de fallecidos no deja de aumentar: 3, 11, 54, 108, 152, 250… Pero también las dudas sobre si una parte de las terribles consecuencias del terremoto que sacudió el centro de Italia, durante la madrugada del miércoles, se debe a negligencias en la construcción o la rehabilitación de algunos edificios en una zona conocida por su gran actividad sísmica. El gobierno de Matteo Renzi se encuentra ahora ante el desafío de reconstruir con rapidez, transparencia y eficacia los pueblos afectados -algunos de ellos casi borrados del mapa- y no repetir el fiasco de Silvio Berlusconi, tras el terremoto que golpeó en 2009 la vecina localidad de L’Aquila: siete años después, un buen número de afectados sigue viviendo en barracones prefabricados y una parte de los fondos destinados a la reconstrucción se perdió por el sumidero de la burocracia y la corrupción. Por el momento, el primer ministro ha anunciado una ayuda de 50 millones de euros y ha declarado el estado de emergencia.
El fantasma de L’Aquila está cada vez más presente entre los vecinos de las cuatro localidades más afectadas, Arquata del Tronto y Pescara del Tronto, ambas en la provincia de Ascoli; Amatrice y Accumoli (provincia de Rieti). Ya no solo por la intensidad del sismo -de 6 grados en la escala Richter ahora, y de 6.3 entonces- o el número de víctimas mortales -308 en 2009, y 250 ahora, en un balance que aún es provisional-, sino por el temor a qué puede pasar a partir de mañana, cuando los muertos reciban sepultura, las cámaras de televisión se hayan marchado y ya no queden ni lágrimas.
La experiencia no da pie a la esperanza. Tras miles de millones invertidos en la reconstrucción de L’Aquila, proceso por corrupción en las contratas de las obras de reconstrucción y condenas por la falta de prevención, el centro de la capital de los Abruzos -de unos 73 mil habitantes- sigue cerrado, con la mayoría de los edificios apuntalados y cientos de sus antiguos vecinos condenados a vivir en barracones ubicados en el extrarradio. De ahí que, viéndolas venir, Aleandro Petrucci, el alcalde de Arquata, ya ha advertido a quien corresponda: “La gente quiere reconstruir las casas donde estaban. Arquata es un monumento histórico con sus casas del Cinquecento (siglo XV) y que tendrá que ser el símbolo del Renacimiento. También Pescara del Tronto tiene su historia. La gente quiere quedarse aquí”.
Y a quien le corresponde actuar es a Matteo Renzi, que se ha apresurado a declarar: “Queremos una reconstrucción verdadera, para que los habitantes de estos pueblos puedan seguir manteniendo su comunidad y conserven el pasado de estas localidades, un pasado maravilloso que no puede quedar perdido”. El terremoto se ha producido en el momento de su mayor debilidad política desde que se hizo con el gobierno hace dos años y medio. Las reformas constitucionales con las que pretende hacer de Italia un país gobernable -suprimiendo el bicameralismo perfecto e instaurando un sistema electoral a doble vuelta- serán sometidas a referéndum el próximo otoño. El líder del Partido Democrático (PD) no las tiene todas consigo, ante la oposición de una parte del centroizquierda y los malos resultados obtenidos en las pasadas elecciones municipales, en las que el Movimiento 5 Estrellas (M5S) obtuvo las alcaldías de Roma y Turín, y se consolidó como una opción de gobierno ante la debilidad de los partidos tradicionales. Matteo Renzi tiene ahora la oportunidad de demostrar su capacidad de gestión y liderazgo más allá de promesas y declaraciones. Con fuego real.
Porque, como tituló en su portada el diario La Repubblica, la imagen aérea del centro histórico de Amatrice después del terremoto se parece a la que deja un conflicto bélico: “Como una guerra”. Y las imágenes que, a raíz del seísmo, está proyectando Italia al mundo no son ni mucho menos, las que corresponderían a la cuarta economía más potente de la Unión Europea, por delante de España y por detrás del Reino Unido. El terremoto ha vuelto a poner de relieve la incapacidad de los sucesivos gobiernos italianos -después de la caída de Silvio Berlusconi llegó Mario Monti, que fue sustituido por Enrico Letta y ahora por Matteo Renzi- para sobreponerse a la vieja lacra de la corrupción.
Ya la fiscalía de Rieti ha abierto una investigación con la hipótesis de desastre doloso tras constatar que algunos de los edificios que se han venido abajo o han sufrido grandes daños, habían sido reestructurados recientemente. La prensa italiana informa de que el fiscal jefe de Rieti, Giuseppe Saieva, está efectuando registros para hacerse con documentación sobre las últimas reestructuraciones. Investiga, por ejemplo, los importantes daños que ha sufrido la escuela de Amatrice, que había sido reestructurada en 2012, para que respetase las normas sísmicas tras un seísmo registrado en 2009. También se investiga sobre el campanario de Accumoli, que también fue sometido a intervenciones antisísmicas y que se derrumbó completamente. El diario La Repubblica informa, de que Protección Civil había puesto a disposición otros dos millones de euros para que algunos edificios, como el hospital, respetasen las indicaciones antisísmicas, pero que nunca fueron utilizados.
Tres años después de la segunda guerra mundial, Luchino Visconti presenta una de las películas neorrealistas más famosas, “La terra trema” (La tierra tiembla). Las fotografías y videos que estamos viento esta semana trágica nos evocan al director italiano que se alejaba de la magnitud de los primeros planos de las colosales estrellas que imperaban en las producciones norteamericanas, para rodar con auténticos pescadores de la región en que se ubica la escena. Porque precisamente quería romper todas las fronteras que impiden realizar un retrato real de la sociedad. Así, Visconti contaba con actores no profesionales para completar el reparto, pero además con gente que habla un dialecto del italiano sin que eso le importara. La historia tiene lugar en Aci Trezza, un pequeño pueblo de pescadores en la costa de Sicilia, Italia. Narra la explotación de los pescadores por parte de una familia de abolengo del pueblo, los mayoristas que les compran el pescado. El héroe de la historia es Tony Valastro, el cual se rebela contra la injusticia y busca una salida comprando una barca que le de independencia. Sólo que para poder salir adelante necesita del apoyo de toda la comunidad, misma que no se atreve a salir de su rutina. Si bien al principio tiene un éxito individual, finalmente fracasa en su empresa. La corrupción fija los precios y mediante trapicheos legales unos pocos se hacen de oro sin apenas sudar una gota de esfuerzo.
Las hienas se pasean impunes por las tierras de Amatrice, localidad italiana de 2 mil 650 habitantes, perteneciente a la provincia de Rieti, en la región del Lacio, a algo más de un centenar de kilómetros de Roma. Está considerado uno de los parajes más hermosos de Italia gracias a su rico patrimonio tanto histórico y arquitectónico como también natural, al estar incluido dentro del Parque Nacional del Gran Sasso y Montes de la Laga. Se han encontrado restos arqueológicos prehistóricos, así como restos de edificios romanos y tumbas. En 1265, durante el reinado de Manfredo de Sicilia pasa a formar parte del Reino de Nápoles. En 1529 fue tomada por las tropas de Filiberto de Chalôns, general al servicio del emperador Carlos V, que la entregó a su general Alessandro Vitelli. Más tarde, Amatrice fue tomada por los Orsini y los Medici de Florencia, que se quedaron hasta 1737. Tras la unificación de Italia fue anexionada al Lacio en 1927. La ciudad fue severamente dañada por un terremoto en 1639. Su largo historial sísmico tuvo esta pasada semana su episodio más perturbador. Todavía, este último domingo de agosto, no se sabe nada de cientos de desaparecidos y lo más probable es que nunca sepamos de ellos. “La terra trema”.