Santa Gertrudis: tradición, fe y herencia en el corazón de José María Morelos
José María Morelos.- En el corazón de José María Morelos, la devoción a Santa Gertrudis sigue siendo el alma de una de las fiestas patronales más antiguas y queridas del municipio. Esta celebración, que ha resistido el paso del tiempo, es mucho más que un evento religioso; es el reflejo de la identidad, la fe y la unidad de una comunidad que, generación tras generación, honra a su santa patrona.
Don Leonardo Caamal Chulim, de 77 años, es un hombre cuya vida está entrelazada con la historia de esta festividad. Llegó a este lugar cuando era solo un niño, cuando Santa Gertrudis apenas era un puñado de familias y un pozo al centro del pueblo. «La fiesta a Santa Gertrudis ya se hacía cuando vine, los abuelos de entonces ya la celebraban», cuenta con orgullo. Fue esa primera generación la que levantó la iglesia y las primeras construcciones, piedra sobre piedra, sin cemento, con manos firmes y el corazón lleno de devoción.
A pesar de los años, don Leonardo sigue trabajando con entusiasmo y fe para levantar un ruedo de toros artesanal, tal como lo hicieron sus antepasados. Es un derecho y una tradición que heredó de su padre, y que ahora transmite a sus hijos. No busca ganancias ni reconocimientos: su palco es para su familia, como el de tantos otros “palqueros” que año con año construyen estos espacios, donde el orgullo es ver a los niños disfrutar la tradición y asegurar que cada miembro tenga su lugar en el ruedo.
El próximo 16 de noviembre, las familias se reunirán para la procesión de Santa Gertrudis, una caminata solemne que, acompañada de música, recorrerá el pueblo al anochecer. La procesión es uno de los momentos más esperados, donde los gremios —de niños, señoritas, señoras y labradores— participan con fervor. A las 8:30 de la noche, la imagen de Santa Gertrudis será llevada en andas, y el pueblo entero, incluidos muchos visitantes, se unirá para rendirle homenaje.
La festividad de Santa Gertrudis es un recordatorio de las raíces de este pueblo, construido con fajina, madera y cal, con el esfuerzo y el sacrificio de aquellos primeros habitantes que pusieron el alma en cada piedra. La iglesia, las escuelas y cada construcción de mampostería llevan la marca de sus manos.
Para don Leonardo, su palco es un legado, un lugar que le asegura a su familia un espacio digno en esta celebración. «Es un lugar donde están tranquilos, sin necesidad de gastar en entradas. Ahí se acomodan todos y disfrutan». Los recuerdos de su padre, la herencia de sus abuelos y la certeza de que esta tradición seguirá viva en manos de sus hijos llenan de esperanza su mirada.
Esta fiesta, cargada de fe y gratitud, es el reflejo de un pueblo que no olvida sus orígenes. Santa Gertrudis es mucho más que la patrona de este lugar; es la razón de un pueblo para reunirse, recordar y celebrar su historia, esa que cada noviembre se renueva con devoción, orgullo y un profundo amor por sus raíces.