Ruth, oriunda de Honduras llegó hace 38 años a Mérida, en busca de una mejor vida.
Por Yesenia Barradas
PLAYA DEL CARMEN
Su vida en territorio mexicano no ha sido fácil, sobretodo, porque es una mujer hondureña que llegó en busca de mejores oportunidades hace más de tres décadas, pero en su estancia encontró no sólo felicidad, sino también decepción y sufrimiento.
Ahora, sin una pierna, después de que le fue amputada, Ruth refleja una vida de tristeza y falta de atención por parte de su familia.
«Me la cortaron hace 12 años, me lastimé el pie con un vidrio y me cayó gangrena y me cortaron la pierna», relata.
Hace 38 años llegó a Merida, Yucatán, y pasa su vida vendiendo dulces en Playa del Carmen y regresa al estado vecino durante varias veces al mes, desplazándose sola con su silla de ruedas.
Ruth está por cumplir los 60 años de edad y pese a estar 38 en México como residente y tener dos hijos, no ha logrado nacionalizarse.
Pasa su soledad en un terreno de invasión en Mérida, Yucatán, dónde ni siquiera tiene un baño digno, explica, y de dónde la planean sacar, porque no ha pagado las mensualidades de 700 pesos que le exigen.
Aunque pide ayuda de las autoridades municipales, con tristeza refiere que se siente en el abandono por su familia, por sus hijos y por el esposo que la abandonó hace doce años cuando perdió la pierna.