Reflexiones desde el exilio Por Sergio Sastre
T: El Valor de la introspección
En el ámbito popular han aparecido diversas frases extraídas de la filosofía clásica occidental, siendo una de ellas: “pienso, luego existo,”[1] que revela los principios fundamentales de la filosofía de René Descartes. El pensamiento cartesiano sienta la base para la introspección metafísica proporcionando una verdad absoluta: la persona existe. Partiendo de esta premisa como certera, se puede debatir que la gran mayoría del conocimiento nace a raíz de asunciones. Por ejemplo, los estudios de lógica dan comienzo con la preposición A=A; sin embargo, analizándolo desde la perspectiva de la filosofía cartesiana, esta afirmación asume que “A” existe, y por lo tanto, no se puede tratar como una verdad absoluta o universal. Siguiendo esta lógica de forma estricta, la única preposición lógica absoluta es I=I,[2] donde la persona es igual a la persona. Esta afirmación no presupone nada y debería ser, por consecuencia, el elemento fundamental de todo pensamiento, o en definitiva: todo conocimiento nace del autoconocimiento.
Las enseñanzas Budistas surgieron esencialmente de un
individuo, Siddhartha, alcanzando el súmmum del autoconocimiento: la
Iluminación.[3]
La demanda introspectiva en la vida de Siddhartha engendró de una falta de
respuestas; de forma similar a Sócrates[4], Siddhartha descubrió que intrínsecamente no
sabía nada. Como respuesta a su ignorancia, el príncipe comenzó su búsqueda del
autoconocimiento desde la introspección y la contemplación, desafiándose a sí
mismo, y a su cuerpo, a niveles históricamente destacables. Es sólo a
posteriori de comprender la complejidad de su existencia como individuo, siendo
esta el equilibrio entre el desapego y la necesidad, y el eterno placer larvado
en la mera existencia, que pudo discernir el intrincamiento del mundo, y
embarcarse en la cruzada de las enseñanzas budistas, que son, en esencia, las
enseñanzas del autoconocimiento y la introspección.
[1] DESCARTES, RENÉ. DISCURSO DEL MÉTODO. 1637. Descartes pública en su libro el concepto en latín cogito, ergo sum, la cual se toma el lujo de explayar en Meditaciones Metafísicas Con Objeciones y Respuestas (1641). Aunque generalmente se le atribuye el mérito de esta idea en su totalidad a Descartes, 1000 años atrás apareció en uno de los textos de San Agustín la frase ergo sum si fallor, cometo fallos, luego existo.
[2] En Inglés “yo” se traduce a “I”, y puesto que la lógica convencional plantea preposiciones de una sola letra, preservaba una coherencia el usar la letra en cuestión.
[3] VIDAL, CÉSAR. BUDA, EL PRÍNCIPE. 2011. El sexto capítulo de dicho libro examina la transición de Siddhartha a Buda al alcanzar la Iluminación.
[4] PLATÓN. APOLOGÍA DE SÓCRATES. 399 a. C.
[1] DESCARTES, RENÉ. DISCURSO DEL MÉTODO. 1637. Descartes pública en su libro el concepto en latín cogito, ergo sum, la cual se toma el lujo de explayar en Meditaciones Metafísicas Con y Respuestas (1641). Aunque generalmente se le atribuye el mérito de esta idea en su totalidad a Descartes, 1000 años atrás apareció en uno de los textos de San Agustín la frase ergo sum si fallor, cometo fallos, luego existo. [2] En Inglés “yo” se traduce a “I”, y puesto que la lógica convencional plantea preposiciones de una sola letra, preservaba una coherencia el usar la letra en cuestión. [3] VIDAL, CÉSAR. BUDA, EL PRÍNCIPE. 2011. El sexto capítulo de dicho libro examina la transición de Siddhartha a Buda al alcanzar la Iluminación.[4] PLATÓN. APOLOGÍA DE SÓCRATES. 399 a. C.