Por Germán Gallegos Cruz Agenda apretada
Agenda apretada
Por Germán Gallegos Cruz
Atento recado a los ingratos.
Oiga, me urge una audiencia con el señor gobernador, ¿no habrá posibilidades de conseguirla lo más pronto posible? «No creo, su agenda está muy ‘apretada’. Tendrá que esperar hasta que le toque ir a su municipio, quién quita y consiga una ficha para que la atienda. ¡Ah! tiene que solicitarla muy temprano para que alcance» -recomendó un funcionario-. Esto le sugirieron a una apreciada amiga mía. Y esta es la mecánica respuesta que le dan al ciudadano equis, cuando osa expresar una queja y quizás un dolor, con quien debiera ser el líder que todo lo entiende y todo resuelve. Tal vez para apaciguar una urgencia de quien vive en estrecha economía. Pero el servidor público no es como lo idealizamos. La metamorfosis empieza cuando el círculo más próximo de allegados hace la tarea soterrada o descarada de aislar al gobernante que nos prometió cercanía cuasi familiar en los tiempos de campaña. Nunca faltan los intrigantes palaciegos que se encargan de taponar los oídos del gobernante con información torcida, para afectar a personajes que no son de la gracia del staff VIP. Cuánta tristeza, cuánta decepción provocan estos pérfidos «invertebrados» que dizque le sirven al señor gobernador, dejando a la deriva a los ciudadanos que pusieron alma, cuerpo y corazón para llevarlo al poder. No se trata de pagar favores o simpatías electorales, se trata de romper el cerco que maquiavélicamente le han fabricado. Como ciudadano equis, me preocupa que el gobernador crea a «pies juntillas» lo que estos sedicentes amigos suyos le susurran al oído. Es entendible que el poder político suele transformar a la gente. Pero si esa transformación va acompañada de influencias perversas de «chalanes» insensibles que hacen creer al gobernador que medio mundo es su enemigo, acaba por asumir una conducta de sutil rechazo a quienes se la jugaron con él. He visto en especie de orfandad a mucha gente que se quedó en el olvido. Y en contraparte, los enjundiosos peones del régimen pasado que descargaron toneladas de estiércol contra el ahora gobernador, gozan de atenciones y prebendas cuantiosas. No estoy seguro si estos actos vayan a contrapelo de lo que promete la ley de causa y efecto. No puede ser que los perversos siempre ganen. Mi abuelo «Vencho» siempre me advirtió: Si haces un mal, no esperes un bien. Por eso creo que los jenízaros que acompañan al gobernador en su gabinete (salvo contadas excepciones), un día tendrán su merecido. Confío que pronto detecte quiénes invocan calamidades con su malas vibras. Y también confío que en su primer informe de gobierno nos anuncie cambios que refresquen un poco la administración. Y retomando el hilo de la nota, les confieso que aquello de la agenda «apretada» me causa un enojo desestabilizador. Pinche agenda apretada, y pensar que un día fuiste muy laxa. En los tiempos de conquistar simpatías alcanzaba el día para todo. Ir de visita a la colonia más miserable de la ciudad, memoria para recordar a don Eulogio Valencia, que vende frituras de harina en una escuela pública de Tulum, ofrecer apoyo al campesino enfermo de Francisco Uh May, etc. Ejercer el poder no es más complicado que buscar apoyos electorales. En los tiempos previos al poder, la agenda nunca se «apretó». Por eso enoja la respuesta del secretario privado o el funcionario cercano al señor gobernador, que hace malabares y machincuepas, con tal de no dejar que los ciudadanos «equis» se le acerquen al mandamás del estado. Quizá puedan detectar mi resentimiento, pero la penúltima vez que el gobernador vino a Tulum, ni el polvo le vi. El grupo cercano al señor le hizo una valla infranqueable, como en los tiempos de su antecesor, y a punta de empujones me sacaron del grupo que quería saludar al señor gobernador, exactamente como cuando era candidato. Entonces todos podíamos estrechar su mano y recibir una palmadita de afecto. Eso se acabó. Pero observé que los «privilegiados» aduladores miembros de su gabinete gozan como enanos la maldad de provocar frustración ajena. Nos lo llevamos y se jodieron los espontáneos del besamanos -piensan y ríen con satisfacción los perversos cortesanos-. Quizás no cambien mucho las cosas, mientras el gobernador siga pensando que quienes le acompañan en el gabinete son los artífices de su éxito electoral. Desde mi particular mirador, creo firmemente que el triunfo de Carlos Joaquín se lo debe a Carlos Joaquín. Que los partidos que le «arroparon» son tigres de papel, que no hay méritos que justifiquen la exagerada gratitud. Si el gobernador hubiese sido candidato del «partido por la mitad», también hubiera ganado. A un año seguimos en el comienzo. Sigue siendo nuevo el gobierno. Espero que esa agenda un día se afloje un poco. Por el bien de Quintana Roo, acérquese a la gente sin el protocolo burocrático de la ficha de turno. Supe que vino a Tulum, ojalá que alguien le haya hablado que necesitamos que cuando menos le hagan jaranchac al monte que invade la carretera Tulum-Cobá. Usted como experto en el ramo turístico, sabe que la muerte por atropellamiento de un turista que usa bicicleta para ir a los cenotes, tendría una nota negativa, que afectaría no sólo a Tulum, sino al estado en su totalidad.