PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical

“No terminar el año de la misericordia, sin el padre”
Mensaje dominical
24º Domingo del Tiempo Ordinario
11 de septiembre de 2016.

La historia del hijo pródigo que nos narra el evangelio de San Lucas, es la historia más hermosa y conmovedora de la literatura universal y en toda ésta historia lo que más sorprende es la actitud del padre misericordioso. En una ciudad de Italia, después de que el maestro leyó ésta parábola a sus alumnos les pidió un resumen escrito y muchos de los alumnos concluyeron la historia diciendo: que el papá después de regañar a su hijo lo mandó a trabajar con sus jornaleros, para que aprendiera el valor del trabajo, se hiciera responsable, aprendiera a cuidar y no despilfarrar el dinero. Ésa es la reacción lógica de cualquier papá, cuidar y no despilfarrar la herencia. Pero Dios es muy diferente, tiene otra lógica, es la lógica de la misericordia infinita y del amor incondicionado. El amor de Dios es como el de una madre ó un padre al que no le importan los errores del pasado por más graves que sean; porque siempre quiere lo mejor para su hijo, aunque se haya portado muy mal, nunca le retirará su amor y su misericordia.

La parábola nos muestra como el amor de Dios reconstruye y transforma la vida, en vez de castigar al hijo que vuelve, lo abraza, lo besa y no le deja terminar la confesión, le manda poner el vestido nuevo que significa devolverle toda su dignidad, le manda poner el anillo que significa el derecho a la herencia paterna, le manda poner las sandalias que significa la filiación recuperada, no solamente le regresa todo lo que había perdido por su mala conducta, sino que le organiza la gran fiesta, quiere que todos en la casa se alegren con él por haber recuperado al hijo que había perdido.

Estamos en el tiempo de la misericordia, ahora es el tiempo de la salvación, todos somos hijos pródigos que necesitamos volver a los brazos y a la casa del padre. En éste año de la misericordia, se nos abre la puerta para que entremos a la casa de Dios padre y experimentemos la ternura de esos brazos y de ése corazón misericordioso. Antes de que termine el año de la misericordia, tenemos la gran oportunidad de experimentarlo, antes de que se cierre la puerta de la misericordia debemos sentirla. No perdamos la oportunidad de dejarnos abrazar por la ternura de Dios nuestro padre, para que también nosotros nos convirtamos en reflejo, en espejo de esa misericordia. No podemos terminar el año de la misericordia sin convertirnos en misericordiosos como el Padre ¿Qué obra de misericordia hemos practicado en éste año? ¿Qué obra de misericordia podemos todavía practicar en éste año?

+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L.C.
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal

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