PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical
Mensaje dominical
23º Domingo del Tiempo Ordinario
04 de septiembre de 2016
“El que no renuncie a sí mismo, no puede ser mi discípulo”. ¿Por qué Jesucristo es tan exigente? Porque es muy sincero y claro, no nos quiere engañar. No es fácil seguirle a él y quedarnos con él como amigos y como discípulos. No es fácil permanecer en su amistad. ¿Quieres seguirme? Te va a costar, pero no tengas miedo yo estoy contigo, te doy mi gracia. Pero tú decídete, te aseguro que no te vas a arrepentir, lograrás una gran paz y una gran alegría en tu corazón.
Queridos hermanos y hermanas, el reino de los cielos es un tesoro escondido, el que lo encuentra tapa el hoyo, va y vende lo que tiene y compra el campo para quedarse con el tesoro. El reino de los cielos es como una perla preciosa, que el mercader encuentra y entonces va y vende todas las otras perlas para poder comprar esa perla preciosa. El reino de los cielos es una perla preciosa y un tesoro escondido, porque es un reino interior de santidad y de gracia, de vida y verdad, de justicia, amor y paz. El reino de los cielos es un tesoro y una perla porque produce gran alegría para quien es capaz, no sólo de encontrarlo, sino de renunciar a todo por alcanzar ese reino.
Si queremos que reine en nuestro corazón la paz de Dios, esa alegría de Dios; si queremos que reine en nuestro corazón esa gracia y la vida, tenemos que renunciar a todo lo que nos aparta de ese reino, a todo lo que nos estorba. Después del pecado original tenemos tendencias a la pereza, lujuria, envidia, ira y la gula que nos llevan lejos del “Reino de Dios”. Tenemos que renunciar a todas las tendencias malas y luchar por las virtudes y valores del reino. Si quiero lograr una medalla en las olimpiadas tengo que renunciar a las fiestas, al cigarro, al alcohol, a las drogas y tener una dieta muy estricta, un entrenamiento muy largo y dormir las horas requeridas para estar en perfecta condición física. Necesito dedicar muchas horas al entrenamiento en el gimnasio, en la piscina, en la cancha de tenis si quiero ser campeón olímpico. Nosotros estamos llamados a ser campeones de la santidad, del amor y de la generosidad. Estamos invitados a lograr una medalla en estos valores del reino, pero para lograrlo necesitamos una renuncia y un gran esfuerzo. “El reino de los cielos padece violencia y sólo los esforzados lo conquistan” (Mt. 11, 12). Estamos convocados a ser campeones del “Reino de Dios”, por eso necesitamos renunciar a todo lo que nos estorba y aparta del el. Pidamos al Señor ser muy valientes y generosos en nuestra lucha y esfuerzo por seguir de cerca a Jesús y conquistar el “Reino de Dios”.
+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L.C.
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal