PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical
‘El que se engrandece será humillado y el que se humilla será engrandecido’
1. La Humildad.
Queridos hermanos y hermanas la Palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos da tres enseñanzas muy importantes en nuestra vida: Primero la humildad, luego la generosidad y después la pureza de intención. La humildad: humilde es aquel con quien todos se sienten a gusto, y soberbio es aquel con quien todos se sienten incómodos y a disgusto. ¿Por qué ése disgusto ante una persona soberbia, déspota, engreída o presumida? Porque humildad, es andar en verdad y soberbia es andar en falsedad, y a nadie le agrada lo falso. Pero todos podemos caer en la mentira de creernos mejores que los demás, en la mentira de presumir lo que no somos o no tenemos, en la mentira de creernos más de lo que somos y perder el piso. A Dios le agradan mucho los humildes, como dice la virgen María: “puso sus ojos en la humildad de su esclava” A Dios le gustan los humildes, porque confían en él al sentirse frágiles y necesitados, porque se acercan a él y les suplican en sus necesidades y problemas, y sobre todo a Dios le gustan los humildes porque dejan que él haga maravillas en sus vidas. Los soberbios y pretensiosos son autosuficientes y no le dejan hacer nada a Dios. Los humildes son dóciles instrumentos en sus manos y puede hacer grandes maravillas con ellos. A veces nosotros admiramos mucho a los soberbios, a los poderosos, a los importantes. Dios no, a él le gusta la gente humilde, porque la gente humilde, es abierta, generosa, le pide, espera, tiene fe, no está llena de sí mismo, es sencilla. Dios puede hacer maravillas con los humildes, en cambio a los soberbios los despide vacíos, no puede hacer nada con ellos.
2. La generosidad.
Dios quiere que seamos generosos, porque él es generoso, y si nosotros somos generosos con los demás, él va a ser más generoso con nosotros, multiplicándonos los bienes que nosotros hemos compartido. Dios quiere que compartamos lo mucho o lo poco que tenemos, no hace falta ser ricos para ser generosos. Podemos ser generosos dando a manos llenas nuestro tiempo, nuestro apoyo, nuestro consejo, nuestro cariño.
3. Pureza de intención.
Es importante ser generoso pero más importante es hacerlo con pureza de intención. Tú invita a una cena, a una comida. Pero no invites a las gentes ricas y a las que te pueden recompensar. Invita a los pobres, a los humildes, a los desheredados, a los necesitados. Hazlo sólo por ayudar, hazlo sólo por compartir, hazlo sólo por ser solidario, hazlo todo por amor, por puro amor y no con otras intenciones: salir en la foto, que todos digan que soy bueno, que se fijen, que me admiren. Lo que eres a los ojos de Dios, eso es lo que eres, eso es lo que importa, esa es la verdad y Dios te recompensará. Dios tendrá muy en cuenta lo que haces para el día de la resurrección de los justos. Hazlo todo por ayudar, hazlo todo por puro amor. Así sea.