PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical
Acumular tesoros en el cielo, no en la tierra
Queridos hermanos y hermanas:
1. Cuidado con acumular bienes
Los bienes materiales son en sí mismos bienes cuando ayudan a remediar los males, cuando nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida y facilitan nuestras actividades humanas. Pero es peligroso perder de vista el justo valor de estos bienes, los cuales deben estar al servicio de nuestras carencias y limitaciones. El peligro es su acumulación codiciosa a costa del bienestar comunitario o de la caridad y solidaridad. Los bienes en esas circunstancias pueden convertirse en los peores males, llegando a ser la causa de nuestra condenación y la ruina de nuestra vida familiar y personal. La Palabra de Dios nos invita a reflexionar hoy sobre el valor que tienen los bienes materiales en nuestra vida. El autor del libro del Eclesiastés nos recuerda tener cuidado con acumular bienes, diciendo: Vanidad de vanidades, todo es vanidad, pues la codicia, tiene como fruto la avaricia, que es el afán desmedido de acumular dinero o bienes materiales que no hacen sino esclavizar a la persona en un deseo insaciable de poseer y ambicionarlo todo.
2. La vida es breve y no depende de los bienes
De igual manera, en el Evangelio Jesús nos invita a evitar toda codicia y acumulación banal de bienes, pues la finalidad o el objetivo de nuestra vida no consiste en la obtención de mayor riqueza, éxito o comodidad, pues “la vida de un hombre no depende de sus bienes”. El mundo se rige por medio de estadísticas y cálculos, especialmente financieros en donde se busca el mejor rendimiento al menor riesgo, costo y esfuerzo. Busca obtener mucho trabajando el mínimo. Así tendrá uno el tiempo para amasar más y más en menos tiempo y con el menor esfuerzo. Jesús advierte a la comunidad reunida en torno a él lo peligroso que es vivir así, calculándolo todo y acumulándolo disciplinadamente sin compartir caritativa ni solidariamente. Nos invita a reflexionar en torno a la parábola del hombre necio e insensato que acumuló su gran cosecha en un granero y que, habiendo acumulado tanto, podía darse egoístamente a la “buena vida”. Todo eso lo hizo sin advertir lo breve de la vida y cómo Dios en cualquier momento nos puede tumbar de nuestra nube: Insensato, esta misma noche te van a pedir el alma. Lo que has acumulado, ¿de quién será? “Así pasa con el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios”.
3. La mayor riqueza es la espiritual, porque es la que perdura
Por eso es importante reflexionar y orar, pidiéndole al Señor que nos enseñe a calcular nuestros años para adquirir un corazón sensato. Reflexionar que las riquezas y las comodidades son pasajeras y no podremos llevarlas a la vida eterna. Tomar conciencia de que lo más valioso de la vida consiste en enriquecernos con los bienes espirituales mediante las obras de misericordia, las cuales sí tienen un valor perdurable. Combatamos la tentación de la avaricia y de la codicia, del egoísmo, del lujo y la vanidad que esclavizan al hombre hasta volverse idolatría. Desterremos de nosotros el falso “dios” dinero, que ha arrastrado a muchos hacia la corrupción, la traición familiar y de amistades, y que es la causa y el alimento de tanta violencia y criminalidad, por el simple afán de poseer y acumular riquezas materiales. Busquemos ante todo, ser ricos ante de Dios acumulando tesoros que nos llevan al cielo mediante la caridad, la solidaridad y las obras de misericordia en favor de nuestros hermanos.
+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L.C.
Obispo Prelado de Cancún-Chetumal