PEDRO PABLO ELIZONDO. Mensaje Dominical

 

 

¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI?

 

La vida tiene valor y sentido sólo cuando se entrega por los demás. Eres alguien, si eres para los demás. Esto es lo que nos quiere enseñar hoy Jesús, pero antes nos pregunta quién decimos que es él. Muchos otros se habían hecho la misma pregunta: “¿quién es éste, que hasta el viento y el mar obedecen?”, se preguntaban los discípulos en la barca. “¿Quién es éste, de quien oigo decir tantas cosas?”, se preguntó Herodes. “¿Eres tú o debemos esperar a otro?”, le mandó preguntar Juan el Bautista. Y ahora es el mismo Jesús quien les pregunta a los discípulos: “¿quién dicen ustedes que soy yo?, Tú eres el Mesías de Dios.

Y, ¿quién es el Mesías de Dios? Mesías significa el ungido. Y para los judíos, el que como líder glorioso, les libraría de la dominación de los romanos. Pero Jesús tiene otra idea de su personalidad mesiánica. Él se concebía como un Mesías que iba a padecer mucho, a ser rechazado y que resucitaría al tercer día. ¿Quién es Jesús para mí? Como Mesías ¿es mi criterio, mi modelo y mi ejemplo de vida? ¿Quién es Jesús para mí? Un gran profeta que hizo milagros y también un crucificado, que sufrió mucho antes de morir.

Cristo murió y resucitó por nosotros para que los que vivamos, ya no vivamos para nosotros mismos, sino para Él, que murió y resucitó por nosotros. Si el Mesías es un modelo de vida, su entrega generosa y total es una gran enseñanza. Aunque nos cueste y aunque parezca paradójico, ésa es la verdad. El que pierde su vida, la encuentra y el que la guarda para sí, la pierde. La entrega de la vida es lo que le da sentido y valor a la vida. El que entrega su vida, encuentra la plenitud de sentido a su vida. El que se la reserva para sí mismo, no le encuentra ningún sentido.

¿Quién es Jesús para mí? ¿Es el Mesías y el Maestro que me ha enseñado, que la vida es entrega? Si he perdido la vida entregándola, entonces, para mí, Jesús es el Cristo, el ungido. Si busco entregar mi vida, entonces Cristo es para mí, lo que él quiere y debe ser. Si Cristo no me lleva a la entrega generosa, entonces no sé quién es Cristo para mí.

 

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