
Papa Francisco hace un llamado por la paz
Aboga por los migrantes y expresa su preocupación por los conflictos en el mundo.
España
Por Agencias
Casi sin aliento, los párpados a medio cerrar y con apenas un hilo de voz el Papa Francisco apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro y dio la bendición a Roma y al mundo –urbi et orbi- con un mensaje de alerta contra “el desprecio que se despierta hacia los vulnerables, los marginados y los migrantes”.
Ausente en casi todas las ceremonias de la Semana Santa, el pontífice realizó un esfuerzo, contra la indicación de reposo de los médicos que atienden su convalecencia tras cinco semanas en el hospital por una afección respiratoria, y se presentó ante los fieles en el día más importante para el mundo cristiano, la Pascua de Resurrección.
El papa no pudo leer el mensaje pascual y en su lugar lo hizo el maestro de ceremonias del Vaticano, Diego Ravelli, que transmitió la preocupación de Francisco por los principales conflictos en el mundo, con énfasis en su cercanía “a los sufrimientos de cristianos en Palestina e Israel, así como a todo el pueblo palestino y de Israel”, su preocupación “por el clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo”, y después de años de titubeos se refirió sin ambages a “la martirizada Ucrania”.

Denunció la “dramática e innoble situación humanitaria en Gaza”, y formuló un llamado “a las partes beligerantes: cesen el fuego, liberen a los rehenes y presten una ayuda valiosa a la población hambrienta que anhela un futuro de paz”.
Mientras Ravelli daba lectura al mensaje centrado en lo que ha sido el eje de este pontificado, la humildad, la misericordia y la inclusión, Francisco luchaba contra el peso de sus párpados, movía los labios como hablando para sí mismo o con el que habla a diario de cuatro a seis de la mañana, y un viento de fin de papado recorría la explanada de 320 metros de largo por 240 de ancho de la Plaza de San Pedro.
El Papa no estuvo en la misa de Pascua, que delegó en el cardenal italiano Ángelo Comastri, y antes de salir al balcón recibió unos minutos al vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance en la residencia de Santa Marta, donde Bergoglio vive desde marzo de 2013, cuando se encerró en el cónclave que lo eligió sucesor de Pedro tras la vacante de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI.
Vance, converso al catolicismo a los 34 años (tiene 40), sostiene una discrepancia de fondo con la iglesia de Estados Unidos por el tema de la migración, y ha sido un crítico ácido del pontificado de Francisco.
El mensaje papal fue claro al advertir contra la promoción del odio a los migrantes, sin mencionar a algún país en específico.
Vance, en su polémica con la Iglesia de su país, se apoya en una interpretación de San Agustín: “amamos a nuestra familia, luego a nuestros vecinos, luego a nuestra comunidad, luego a nuestros compatriotas y, finalmente, damos prioridad al resto del mundo”.
Luego de la bendición urbi et orbi, Francisco recorrió la plaza en el Papamóvil durante 15 minutos y prodigó saludos y bendiciones a algunas de las 35 mil personas que acudieron a la celebración del “triunfo de la vida sobre la muerte, de la verdad sobre la mentira, del amor sobre el odio”.