Nicaragua: sin cuarentena y con un presidente fantasma que rechaza los cubrebocas

Ni cubrebocas, ni cuarentena, ni testeos. Mientras el resto del mundo elige aislarse, el gobierno de Nicaragua receta leer la Biblia y promueve concentraciones masivas, bajo la consigna El amor en tiempos de Covid-19. «Pero, este es el país donde el corcho se hunde y el plomo flota», ironiza Leonel Argüello, reconocido epidemiólogo local, que a pesar de su amplia trayectoria todavía no logra descifrar los confusos partes diarios que el estado difunde. Será por eso que descree de los 13 contagios y los tres muertos a causa del nuevo coronavirus.

Los médicos tienen miedo. Ninguno que conozca cómo funcionan los hospitales públicos dependientes del Ministerio de Salud en Nicaragua, o trabaje en alguno de ellos, querrá dar su análisis del panorama, por lo menos no lo hará con nombre completo. El riesgo de perder su puesto es alto. Pero las amenazas o las detenciones ya no los desvelan como antes. La preocupación ahora es otra, un secreto a voces que recorre la comunidad médica: el presidente, Daniel Ortega, y su vicepresidenta y mujer, Rosario Murillo, «quieren usar el coronavirus como catástrofe nacional para seguir en el poder», dice un profesional de la salud que no escapa a la regla y prefiere resguardar su identidad.

En sus años como médico jamás imaginó que sus visitas al banco podrían ser tan reveladoras. Una cinta adhesiva roja pegada al piso indica la distancia que deben mantener los clientes entre sí -una de las principales recomendaciones de la OMS para el Covid-19- y antes que el cajero lo llame, él ya habrá elaborado en su cabeza una odiosa comparación: en el hospital donde trabaja las salas están abarrotadas, no hay señalamientos, no cuentan con alcohol en gel y los cubrebocas no llegan. Después, entonces, sacará siete dólares de la billetera y se comprará su propia «mascarilla N95». Si tiene suerte y no se encuentra con un lugar plagado de paramilitares lo podrá usar y si no, le «pedirán» que no lo haga. Lo importante ante todo es «aparentar normalidad». Y no mencionar el incremento que hubo en estos últimos meses de «neumonías con comportamiento atípico».

Coronavirus hoy en la Argentina y el mundo

La decisión del gobierno de Nicaragua de reformar el sistema de pensiones desató una de las mayores protestas en el país centroamericano. La semana pasada se cumplieron dos años desde que se produjo el estallido social que dejó al menos 328 muertos, 100.000 exiliados y derivó en cientos de detenciones ilegales, según el relevamiento de los organismos de derechos humanos. A ese cóctel explosivo hoy se le suma la pandemia por el coronavirus.

«Desde el año pasado notamos un cierre y una serie de deterioros de todos los espacios democráticos. Hay una suerte de estado policial donde hay vigilancia y hostigamiento individual a disidentes, periodistas y representantes de derechos humanos. Eso es pan de cada día», explica a LA NACION la comisionada y vicepresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Antonia Urrejola, quien alerta que este contexto empeora ante la falta de división de poderes para regular los abusos de autoridad del Ejecutivo.

Con información de Delfina Galarza lanacion.com

No hay comentarios