Misión Evangélica: “Una carta increíble”
Un día me llegó la noticia sobre un importante pastor que conocía bastante, se había suicidado.
Dejó una carta tremendamente conmovedora que terminaba con esta frase: «Estuve sirviendo por cuarenta años a un Dios que nunca conocí». Tales palabras generaron una conmoción a nivel nacional.
Me hizo acordar a aquella noche cuando en Ámsterdam, Holanda, en 1986, Billy Graham, predicando en una multitudinaria reunión con diez mil pastores presentes de todo el mundo, donde yo me encontraba, con su pasión evangelística, hizo el llamado a aceptar a Cristo. ¡Eran todos pastores!
Sin embargo, cuatrocientos de ellos pasaron a rendir sus vidas al Señor.
Muchos han llenado su cabeza de teología, han tenido altos estudios académicos, aprendieron griego y hebreo; pero que nunca tuvieron un encuentro personal con el Señor.
Logran saber mucho «sobre Dios», pero nunca le han conocido.
Preparan mensajes como un contador prepara balances, pueden realizar la tarea pastoral casi con perfección, pero nunca rindieron sus vidas a Dios ¡Qué doloroso! ¡Son solamente empleados!
Es muy importante evaluar nuestra vida, nuestra forma de ser, nuestras reacciones, nuestra integridad para comprobar si realmente podemos decir con absoluta seguridad: «Soy un hijo de Dios. Él es mi padre».
Y si no es así, lo bueno es que todavía hay tiempo para enderezar el camino y no terminar como aquel importante líder que se quitó la vida.
Todos adoramos, todos nos vemos, todos nos conocemos en la iglesia, pero me pregunto: ¿Cuántos solamente está su nombre en el libro de registro de la iglesia? ¿Cuántos siendo importantes líderes aún no están relacionados bien con Dios? La relación familiar y con el prójimo puede ser una señal de ser o no ser.
¿Conoces a Dios?
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. 1. Juan 4:20-21.
¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del buen camino de Dios! SJ. Carlos César González Cruz.
Por Marcelo Laffitte. Modificado por CCGC: