Misión Evangélica: Tercer Domingo de Adviento

Oración de Contrición:

Amado Dios, he pecado contra ti, te he fallado, ya no me gusta como soy. ¡Me he vuelto malo Señor! ¡Ayúdame a no ser malo!

Los puntos ciegos de nuestra persona hacen que no veamos lo que otros pueden ver. Pensamos que “somos buenos”, y porque lo somos, los demás nos beben valorar, reconocer y amar. Cuando alguien, por enojo, por la amistad o por confianza nos dice que somos malos, nos molesta y nos enojamos, le decimos que no es cierto.

Debemos agradecer a quien nos dice que traemos la cara sucia, que traemos sucio los vestidos, que olemos mal. Deberíamos agradecer a quien nos dice que nos estamos volviendo malos. ¿A caso hemos visto cómo se descompone nuestro rostro cuando nos enojamos? ¿Hemos observado con atención el timbre de nuestra voz y las palabras hirientes que dijimos?

El mejor espejo es la consciencia, ella nos mostrará cómo estamos. La conciencia es como una vocecita que nos susurra lo malo que hacemos. La Biblia dice:

¿Quién se da cuenta de sus propios errores? ¡Perdona Señor, mis faltas ocultas! Quítale el orgullo a tu siervo; no permitas que el orgullo me domine. Así seré un hombre sin tacha; estaré libre de gran pecado. Sal. 19:13,14,

Bendeciré al Señor que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. Sal 16:7.

Cada día estamos más cerca de la navidad, los planes para recibir visitas o para visitar personas están avanzados. La lista de personas “merecedoras de nuestros regalos” ya está casi terminada.

Dios preparó con especial tiempo, con grandes detalles y con mucho amor, el regalo que daría a la humanidad, una humanidad olvidada de él, ocupada en su egocentrismo, pensando solo en su maldad. Esta humanidad no merecía ese maravilloso regalo, fue su grande amor por el cual Dios envío a Jesucristo a nacer en un pesebre. Hoy, nosotros podemos ser una réplica de ese pesebre. Podemos estar dispuestos a ser usados para iluminar los espacios por donde nos movemos llevando la luz de la primera navidad. ¡Jesús es la luz del mundo!

No se necesita dinero para regalar el perdón, para dar un abrazo, para ser empáticos y hacer el bien a aquellos que en nuestra opinión no lo merecen.

¡Ayúdame Señor a ser bueno! ¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida! SJ. Carlos César González Cruz.

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