Misión Evangélica: ¡Tenga Cuidado!
Ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos a Dios, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Santiago 3:8-10
«No confíes en todo lo que ves. No creas todo lo que escuchas. No digas todo lo que sabes.
Porque quien confía en todo lo que ve, cree todo lo que escucha y dice todo lo que sabe, termina viendo, oyéndolo y diciendo todo lo que no es.»
_ Hijo, si lo que vas a decir no es más sabio que tu silencio, quédate callado, porque en boca cerrada no entra mosca. Recuerda que el pez por la boca muere _.
Me decía mi sagrada madre.
Dicen que «pueblo chico, infierno grande».
_ ¡Ya supiste!
_ ¿Te contaron de…?
_ ¿Ya te enteraste de…?
_ ¡Todo el mundo lo sabe!
Las cosas no son las que se cuentan, ni cómo se cuentan; siempre hay versiones corregidas y aumentadas, hasta en los cuatro evangelios llamados, «según» san Mateo, Marcos, Lucas, Juan, hay diferencias. Por eso el «según».
Los predicadores en los púlpitos se ganan enemigos gratis, porque, entre lo que piensan decir, lo que tratan de decir y terminan diciendo, hay grandes diferencias.
Por otro lado, la gente que quería oír, pero no oye, lo que quería, interpreta lo que oyó y dice lo que no es.
Porque una cosa es lo que pensó decir el predicador, otra lo que quería decir, y otra lo que terminó diciendo.
Pero los que oyeron, y no oyeron lo que querían, interpretaron mal lo que se dijo y terminan diciendo:
_ ¿Por qué lo dijo?
_ ¿Sabrá algo de mí?
_Ya le irían con el chisme?
Y todo por no saber lo que pensó, lo qué trato y terminó diciendo el exponente.
Lo que se hace, no siempre es lo que se dice; ni lo que se dice, es siempre lo que se hace.
Llegué a casa de mi sobrina después de haber andado en las misiones, llevaba tres gallinas y unas plantas de orégano que me regalaron, le dije: «baja las gallinas y las matas», me refería a las matas de orégano y me ausenté como una hora, al regresar, me dijo: Tío, ¿Ya va a comer? Salió bueno el caldo de las gallinas».
Caray, ¡Mató las tres gallinas de un tirón! Menos mal no mató las matas me dije así mismo.
¡Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino llamado vida!
Carlos César González Cruz!