Misión Evangélica: ¿Por qué nos enojamos cuando alguien nos dice algo negativo de nosotros?
Por dos importantes razones:
- Porque nos dice la verdad. Solemos juzgar a las personas por sus actitudes y su forma de responder. Así como juzgamos a otros, ellos también lo hacen con nosotros. Cuando alguien tiene la oportunidad para decirnos “nuestras verdades”, lo dice. Un ejemplo de ello es cuando nos peleamos y aprovechamos para decir lo que nos hemos guardado durante un tiempo, la otra parte también lo hace y entramos en un dime y direte”. Molestos porque en nuestra “humilde opinión» no somos eso que nos dicen, ya que tenemos la idea de que somos buenos. Repasamos y repasamos enojados por lo que nos dijeron.
- Nos enojamos porque no es lo que queríamos oír. Nos gusta oír maravillas de nosotros, que nos digan “lo bueno que somos”. ¡Cuidado quien piense o diga lo contrario!
Comúnmente los seres humanos tenemos la idea que somos personas buenas, vemos los defectos de los demás, pero no los nuestros. Ninguno de nosotros ha visto su nuca o cogote. ¿Acaso has visto tu espalda? ¿Has visto cómo caminas? Puedes saber quién es aquella persona que viene o va por cómo camina, cómo se contonea, tú lo ves a él, pero no te puedes ver a ti mismo. Los demás sí te pueden ver y pueden juzgarte cómo te contoneas, cómo caminas, el timbre de tu voz, la gesticulación de tu rostro y el brillo de tus ojos cuando estás enojado. Te pueden ver y juzgar como eres, y eso es verdad.
Así que nos enojamos cuando alguien nos dice las verdades de nosotros y también nos enojamos porque no queremos oír eso de nosotros. Solamente una persona que en verdad nos ame y tenga confianza nos dirá lo que no se ve bien en nuestra persona, arriesgándose a que nos molestemos y expresemos nuestro disgusto.
Oí de un maestro lo siguiente: “Si alguien te dice que eres un chango, no le hagas caso, pero si ya son varios los que te lo dicen, mejor ve al espejo y obsérvate, tal vez sea cierto”.
Un consejo que el libro sagrado nos da dice:
Recuerden esto, estimados hermanos: estén más dispuestos a escuchar que a hablar. No se enojen fácilmente. El que vive enojado no puede vivir como Dios manda. Santiago 1:19-20.
Agradezcamos a quien gracias a su enojo nos diga una verdad que duela.
Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino en el sendero llamado vida. Pbro. Carlos César González cruz.