Misión Evangélica: Las simples cosas de la vida
Eclesiastés 3:1
«En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre”.
Eulogio se levantó temprano, apenas aclaraba el día, los compromisos lo apuraban para llevar una resolución al rancho de su compadre, a tres horas por la sierra en camino de terracería.
Ir y regresar a buena hora para no ser alcanzado por la noche era su objetivo.
Todo iba bien, pero a medio camino subiendo la montaña, su vieja camioneta de momento se detuvo. El motor se apagó. Se bajó, abrió el cofre, echó un vistazo; realmente la mecánica automotriz no era lo suyo. Frustrado y sin saber que hacer dio unas pataditas a una de las llantas, pasó sus manos jalándose los cabellos y se tiró en el césped.
El tiempo transcurrió lentamente, no era frecuente la circulación de la gente por esos caminos. Después de un rato, se oyó acercarse una camioneta, se detuvo al pasar junto a él.
_ Buenos días amigo, ¿Se descompuso su vehículo? _ Le preguntó.
_ Sí, de repente se paró el motor y el carro se detuvo_. Respondió.
__Mmm… Le diré que hacer, quite la llanta del lado derecho y pásela para atrás y la de atrás para delante; arrancará, ya verá_.
El hombre que no se había bajado, que no se había asomado a ver el vehículo que tenía el cofre abierto, continúo su camino.
Cuando el carro desapareció, Eulogio dio una patada fuerte a su camioneta en la llanta delantera susurrando: _Este estúpido se cree «un sabelotodo» ; que cambie las llantas, qué tiene que ver eso con el motor. ¡Váyase al demonio! _. Se volvió a tirar en el césped.
Transcurrió tan solo como tres minutos, y se puso de pie como un resorte, tomo las herramientas y se dispuso a cambiar las llantas. Al terminar, dio marcha a la camioneta, esta prendió el motor, así fue como continuo su camino, pensando «¿Qué tiene que ver el motor con las llantas?»
_¡El tiempo! Tu carro se calentó, y se requería de tiempo para enfriarse, el tiempo que te tomaste para cambiar las llantas fue necesario _. Le dijo el compadre cuando platicó eso con él.
_El tiempo, el tiempo resuelve algunas cosas_.
Pregunté a Dios, qué debía hacer para aliviar mi dolor, y el tiempo me respondió: ¡Déjame pasar!»
¡Bendiciones, amigos y hermanos caminantes del camino! Ps. Carlos César González Cruz.