Misión Evangélica: La ley de la cosecha

No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gálatas 6:7

La madre tierra, donde el ser humano fue tomado y a donde volverá, es un campo con leyes.

Toda semilla sembrada germina y produce un porcentaje. Se siembra en un tiempo y se cosecha en otro; se cosecha lo que se siembra y se cosecha más de lo que se siembra.

Andando el tiempo y caminando el camino de la vida, los seres humanos sembramos nuestras semillas en la tierra. El tiempo muestra el tipo de semilla que sembramos.

El fruto de nuestras acciones se mostrará.

No podemos detener el tiempo, no podemos evitar reaccionar ante lo que viene a nosotros. La reacción y acción también es inevitable. Podemos evitar devolver un mal por un mal; un mal por un bien y hacer un bien al que nos hizo un bien y hasta un bien al que nos hizo un mal.

Estamos conscientes en la ley de la cosecha, Cosechamos lo que sembramos, cosechamos mas se lo que sembramos y cosechamos despues de sembrar, por eso es mejor sembrar «lo bueno.»

La felicidad o la desdicha presente es la semilla germinada de otro tiempo y, nunca es tarde para cambiar de semilla si los frutos de hoy no son convenientes, como decía mi padrino Franco: «Hijo, si sigues haciendo lo mismo, seguirás cosechando lo mismo».

Acompañé a mi primo a su parcela, me interesaba comprar dos borregos, al llegar, encontramos que le habían matado cinco borregos ahí estaban, las cabezas por un lado y el cuerpo por otro.

_ ¿Quién pudo hacer esto, primo? _. Le pregunté.

_Sé bien quién lo hizo primo, un cobarde con quién tengo problemas _. Respondió sin voltearme a ver.

Luego se dirigió al hijo y le dijo viéndolo de frente.

_Estos polvos son a causa de aquellos lodos_.

Me quedé pensando en qué serían esos lodos.

Bendiciones amigos y hermanos caminantes del camino. Ps. Carlos César González Cruz.

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