Misión Evangélica: El costal que cargamos
Todos cargamos un costal. Pesado o ligero; cómodo o incómodo; lleno o a la mitad. Nuestra vida puede ser feliz o infeliz, eso depende del peso y de lo que contenga el costal.
Mientras esperaba el camión camino al trabajo, oí está charla:
_ Estoy cansado de mi vida. Tan cansado que ya no sé qué hacer con ella_.
_Cuéntame, al menos servirá para desahogarte_.
_Los problemas con mi esposa me asfixian. Mi situación económica nos hace discutir constantemente, no alcanzan los recursos para cubrir las necesidades en casa, ya he pensado irme de casa, si continuamos juntos, o me mata o la mato_.
_Amigo, sí te vas de casa, ¿Mejoraría tu situación? Si la matas o te mata ¿Ayudará esto en algo? _.
_Por supuesto que no, pero, ¿Qué debo hacer? _.
_Los problemas son inevitables y también necesarios. Ninguna persona y ninguna familia vive sin problemas. No podemos ni debemos evitarlos; por ellos ejercitamos algunos músculos de valores educativos y éticos. ¿Cómo aprenderíamos paciencia? ¿Cómo aprenderíamos a «comprender»? ¿Cómo Sabríamos que es la tolerancia? ¿Sabríamos que es el perdón? Y… ¿Qué de amar a alguien como tú esposa e hijos, a los cuales debes amar? pero te es difícil. Amigo, o eres víctima del fatalicio o tomas tus problemas como un desafío ante las situaciones de tu vida_.
Aun cuando la plática era entre ellos, me sentí aludido, porque la vida es una colección de momentos. Hagamos una pausa para revisar el costal que cargamos. Eliminemos cosas y casos del ayer que hacen pesado nuestros pasos en esta vida.
Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar. Acepten mi enseñanza y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso. Mi enseñanza es agradable y mi carga es fácil de llevar. Mateo 11: 28-30.
¡Bendiciones amigos y hermanos del camino, del buen camino de Dios!
Ps. Carlos César González Cruz.