Misión Evangélica: Cuarto Domingo de Adviento “Las moradas de Dios”

El ángel entró en el lugar donde ella estaba, y le dijo:

—¡Salve, llena de gracia! El Señor está contigo.

María se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo:

—María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará Rey, como a su antepasado David. Luc. 1:28-32.

Hoy prendemos la cuarta vela de adviento. Simboliza el amanecer, la llegada del sol de Justicia, el Salvador está ya a las puertas.

__Es tiempo de despertar del sueño porque nuestra salvación está más cerca ahora que cuando empezamos a creer. La noche ya se está acabando y el día está por comenzar. Entonces dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos las armas de la luz. Vivamos correctamente como gente que pertenece al día: no asistamos a parrandas ni borracheras. No usemos nuestro cuerpo para inmoralidades ni pecados sexuales. No debemos causar problemas ni tener celos. Mejor, revístanse con el Señor Jesucristo y no piensen, como piensa todo el mundo, en satisfacer sus propios deseos. Romanos 13:11-14

José y María tenían sus planes, buenos, justos y santos. Dios tiene otros, mejores aún. Dios desbarata sus planes para llevar su plan perfecto. María traería en su vientre virginal al verbo encarnado. ¡Jesús irrumpía en la tierra. ¿Ha desbaratado Dios alguna vez tus planes? No es porque nuestros planes sean malos, solo que Dios llevará los suyos, eso implica que desbaratará los tuyos, veamos:

Entonces María dijo: —Yo soy esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho Luc. 1:38; José, su futuro esposo, era un hombre recto y no quería que ella fuera avergonzada en público. Así que hizo planes en secreto para romper el compromiso de matrimonio. Pero mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en un sueño y le dijo: José, descendiente de David, no tengas miedo de casarte con María, porque el hijo que ella está esperando es por obra del Espíritu Santo. Ella tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Mat. 1:19-2.

Ambos aceptaron llevar con ellos los planes divinos, ¡María traía en su vientre el maravilloso regalo de amor de Dios!

Amigos y hermanos, que nada ni nadie nos obstine para ser los mensajeros y portadores de la gran noticia: ¡Ya viene el Señor! ¡Llevemos su amor en nosotros! ¡Hagamos de nuestra vida la morada de Dios! SJ. Carlos César González Cruz.

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