Misión Evangélica: “Cosas que pasan… solo pasan”

Todo pasa en esta la vida, el tiempo valioso se va y con él lo mas apreciado que hemos tenido, dejamos de ser niños cuando nuestra sagrada madre se va y empezamos a morir cuando se mueren los mejores amigos. La Tierra gira alrededor del Sol, describiendo una órbita elíptica de 930 millones de kilómetros, a una velocidad media de 107.280 kilómetros por hora, lo que supone recorrer la distancia en 365 días y casi 6 horas, de ahí que cada cuatro años se cuente uno bisiesto. Ayer fuimos, hoy somos y mañana quizás ya no estemos. Nos resistimos a usar lentes, usamos ropa jovial para sentirnos mas jóvenes, observamos a otros cómo envejecieron y nos olvidamos nosotros que el tiempo también lo hizo con nosotros. Muchas cosas pueden alertarnos que ya no somos los del ayer, los signos del envejecimiento en el cuerpo nos susurran: “Ya estas viejo”

_ Ya estoy viejo, ve lo que me pasó_ me dice Inocencio.

Después de algunas compras en el Centro comercial, salí para buscar mi carro y regresar a casa, busqué las llaves de mi carro, pero no las encontré en mis bolsillos. ¿Dónde las olvidé? Corrí a las tiendas donde hice mis compras preguntando por ellas, pero me dijeron que no las habían visto.

De repente pensé que tal vez debería haberlas dejado en el carro, muchas veces me había pasado eso. Inmediatamente fui al estacionamiento y ¡El carro no estaba! Llegué a una conclusión terrible: ¡Ya me lo robaron!

Rápido llamé a la policía.  Les di mi ubicación, descripción de mi carro, dónde lo había estacionado, y mas detalles que me pidieron ellos. También confesé que había dejado las llaves dentro y que tal vez por ello había sido robado.

Luego hice la llamada más difícil de todas. Llamé a mi esposa.

_»¡Amooor! _ Tartamudeé, siempre la llamo “Amor» en momentos como este. _ ¡Dejé las llaves en el auto … y me lo robaron! _

Se hizo un gran silencio.  Pensé que la llamada se había cortado, pero luego escuché su voz. Ella gritó: _ ¡Yo te llevé y te dejé en el centro comercial! _

Ahora era yo quien guardó silencio.

Avergonzado y también feliz, dije: _Bueno, entonces ven a buscarme_.

Gritó de nuevo: _ ¡Lo haré, tan pronto como convenza a este policía que no fui yo quien robó tu carro! _.

Ya no le pregunté qué sucedió cuando estuvo frente a ella.

El tiempo pasa, el valor del tiempo es como el oro, el oro molido que cae en un reloj de arena… es inevitable detenerlo. La Biblia dice:

Podemos llegar a vivir 70 años, hasta 80 si gozamos de buena salud. Haznos entender que la vida es corta, para así vivirla con sabiduría. Salmo 90 :10, 12.

¡Bendiciones amigos y hermanos del camino! SJ. Carlos César González Cruz.

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