Migran a los narcocultivos
Afirman que por la falta de apoyos, campesinos mayas son presa fácil de la delincuencia.
La miseria en la que vive un buen número de campesinos de las comunidades mayas de Quintana Roo, además del burocratismo en algunas dependencias federales para acceder a los programas sociales, ha propiciado que gente relacionada con el crimen organizado los obligue a dedicarse al cultivo de amapola y marihuana, advirtió Marcelo Carreón Mundo, dirigente de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).
Explicó que esta situación no es nada nuevo en la entidad, debido a que en años anteriores se ha reportado la presencia de gente relacionada con actividades ilícitas en ejidos alejados que se encuentran en la ribera del Río Hondo, límite territorial con Belice, así como en la zona limítrofe del municipio de Bacalar con el estado de Campeche, donde incluso se han encontrado restos de avionetas calcinadas.
Agregó que los municipios de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas no son la excepción, ya que la falta de oportunidades para ingresar a programas federales y obtener recursos económicos para hacer producir la tierra, ha propiciado que a los hombres y mujeres del campo no les quede de otra que dedicarse a actividades ilícitas, como la siembra y cultivo de amapola y marihuana, a pesar del riesgo que corren al ser encarcelados o, en casos extremos, hasta perder la vida.
Carreón Mundo indicó que por si esto fuera poco, los campesinos de las zonas Sur y Centro del estado se enfrentan a los problemas de devastación que sufren los bosques y selvas por la tala clandestina de madera, además del desarrollo de diversas actividades, como la ganadería, agricultura y crecimiento de la mancha urbana; afirma que por estas acciones, durante los últimos cinco años se han perdido alrededor de 70 mil hectáreas con maderas duras y preciosas.
Según datos de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), en cárceles de la entidad se encuentran recluidos alrededor de 700 campesinos que fueron detenidos por dedicarse a actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico y delincuencia organizada, a algunos de los cuales nunca se les permitió conocer sus derechos por no saber leer, escribir y, en algunos casos, no hablar español, ya que solamente utilizan la lengua maya.
Labriegos de Felipe Carrillo Puerto, José María Morelos y Lázaro Cárdenas, como no tienen para hacer producir sus tierras, se dedican a sembrar marihuana y amapola.
Fotos: Sergio López > Quequi