Llama el obispo a no perder la calma y tener fe

Por Raimon Rosado

El obispo de la Diócesis Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, exhortó ayer a la gente evitar el pánico por el coronavirus y mantener la fe, descartando que se trate del fin del mundo, pues eso es algo que nadie sabe cuándo ocurrirá.

Asimismo, pidió a su feligresía orar y rogar para que Dios y la Virgen de Guadalupe protejan a su pueblo.

“Acérquense a Dios. Si ahora tendremos más tiempo, pues ese desenfreno habitual ahora se detiene, nos puede servir para reflexionar, orar y acatar todas las medidas que se nos recomiendan, por todos los gobiernos y expertos”, indicó el prelado.

Ante la situación de alerta y prevención en la que nos encontramos a escala mundial, el máximo representante del catolicismo en la entidad, pidió a los fieles de su iglesia y a toda la comunidad, evitar que cunda el pánico y dar paso a la fortaleza de la fe y certeza de la esperanza en el amor que Dios tiene para la humanidad, de que pronto pasará  la emergencia.

Entrevistado después de su habitual misa de mediodía en la Catedral de Cancún, el prelado pidió hacer caso a los profesionales de la salud, expertos en el tema y a las autoridades, sobre lo que eligió la labor de los gobiernos en la aplicación de medidas y cercos, para que el avance del coronavirus sea menor.

En lo que respecta a las medidas que la Iglesia ha tomado para hacer frente a la contingencia, en las que sobresale evitar darse abrazos, besos o la mano, en el saludo de paz, y recibir la ostia de la comunión en la palma de la mano y no en la boca, señaló que al no decretarse un mayor avance en las fases de prevención, las celebraciones religiosas se mantienen sin cambios.

“La fase en la que ahora nos encontramos nos permite todavía tener nuestros reuniones. En otras partes, como en Colombia, se han multiplicado los horarios de las misas, para hacerlas menos numerosas en cuanto a asistentes y no aumente el factor de contagio. En tanto, aquí la gente puede asistir con toda fe y devoción, tomando las precauciones debidas”, señaló.

El obispo dijo que lo que más tristeza le causa es que incluso sin la llegada del coronavirus, se sufren consecuencias económicas desastrosas, por la caída en el turismo, lo que genera desempleo.

En lo que respecta a las actividades programadas con motivo de la Semana Santa, el obispo Pedro Pablo Elizondo detalló que las misas programadas, así como los Viacrucis organizados por diferentes parroquias, siguen del modo establecido; no así la Mega Misión Juvenil, en la que durante una semana, más de 400 jóvenes  estudiantes salen a evangelizar en las comunidades mayas de nuestro estado.

Lo mismo sucederá -aseguró- en la undécima emisión del Viacrucis viviente de Playa Delfines, que cada Viernes Santo se celebra a orillas del mar, cuya suspensión obedece a la gran concentración de personas que acuden regularmente a presenciar dicho evento.

Elizondo Cárdenas considera que la contingencia sanitaria por el Covid-19 podría traer consecuencias económicas similares a las que conlleva el paso de un huracán, derivadas de la ya palpable baja en la llegada de turistas a nuestro estado. 

Comentó que muchas familias viven del día a día, y al quedarse sin trabajo, por descansos solidarios o despidos, caen en una situación precaria, sin tener pan que llevar a su mesa o para pagar su renta.

Puso como ejemplo que el pasado 9 de abril, la mayoría de las mujeres en la hotelería acudieron a trabajar, aunque no se les iba a penalizar si se ausentaban, porque necesitan las propinas para sostener a sus familias.

“Ojalá el sector hotelero pueda apoyar a estas personas, que viven al día. Que los gobiernos los apoyen, que les lleven despensas”, comentó. “Si dejan a esas personas dos meses sin trabajo, ¿no aumentará la delincuencia? Eso es lo grave”.

La Iglesia aporta muchos alimentos a través de Cáritas, además de tener la Ciudad de la Alegría con una estructura para apoyar, esperando que supermercados puedan ayudar por medio de donaciones.

El obispo recordó que durante el huracán «Wilma» (2005) repartieron muchas toneladas de alimentos, y que la anterior contingencia sanitaria (AH1N1) fue incluso peor que «Wilma», al escasear el empleo.

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