La vida que nunca imaginó

Los Ángeles

Agencias Quequi

 

Que Salma Hayek no es la típica estrella de Hollywood es un secreto a voces desde hace años, debido en gran parte a su atrevimiento en proyectos aparentemente poco rentables como el filme ‘Frida’ y a su franqueza a la hora de pronunciarse sobre temas potencialmente controvertidos, bien sea sobre política o sobre feminismo.

Por esa misma razón, la noticia de su romance y posterior boda en 2009 con el empresario francés François-Henri Pinault supuso toda una sorpresa, ya que pocos se imaginaban a la mexicana formando parte de una ‘power-couple’ o convirtiéndose en la ‘esposa florero’ de uno de los hombres más ricos de la industria de la moda, dos temores que por otra parte nunca llegaron a materializarse.

Pero para ser justos, Salma reconoce que ella fue la primera que se quedó estupefacta ante el giro que dio su vida cuando su ahora marido se cruzó en su camino, ya que en sus propias palabras nunca le interesaron todos «esos lujos» -Alta Costura, joyas…- en torno a los cuales se ha construido el imperio de su pareja y, además, ya se había mentalizado de que pasaría el resto de sus días sola.

«En la época en que lo conocí, ya había decidido que no quería uno de esos. Lo había organizado todo para tener una vida completamente diferente. Estaba preparada para vivir en mi rancho, que también es un santuario de animales que han sido maltratados. Mi plan era ir a Los Ángeles y trabajar un poco. No tenía previsto gastar demasiado. No me interesaban ni las joyas ni los coches; ya tenía todo lo que quería. Puede que conservara algún hombre aquí y allá. También pensaba que no podría tener hijos. Y entonces apareció él, me tomó por sorpresa: revolucionó mi universo y me dejó embarazada», explicaba divertida la intérprete en una entrevista al suplemento The Observer.

A pesar de que ha reconocido en muchas ocasiones que ser la ‘señora Pinault’ se ha acabado convirtiendo en un quebradero de cabeza, al obligarle a seguir las últimas tendencias en la alfombra roja, su desinterés general por las apariencias ha permanecido intacto. Afortunadamente, su marido y ella tienen otras muchas pasiones en común que costaría adivinar a primera vista.

«Recuerdo que [cuando nos vimos] le pregunté que, si no se dedicara a lo que se dedica, ¿cuál habría sido su sueño? Y me contestó que ser astronauta, ¡y ese era también el mío! Después empezamos a hablar sobre distintas teorías físicas, que es otro de mis intereses secretos. ¡Y de fútbol! Soy una gran aficionada del fútbol. Fueron ese tipo de cosas raras que nadie sabe de mí las que hicieron que fuera algo mágico», asegura sobre su matrimonio, fruto del cual nació hace nueve años su hija Valentina.

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