LA DIOSA IXCHEL. El Castillo
El adiós y la bienvenida
Confuso, por adjetivarlo de alguna manera dado lo incomprensible e inaceptable de su presencia, es el panorama presentado por la clase política, la que se va y la que se queda. El PRI ha asumido la pérdida del poder estatal de una manera vergonzosa, cuando deberían tener bajo la más alta consideración la conservación del Poder Legislativo, la permanencia de la nueva Fiscalía y la presencia en la mayoría de municipios. Por si fuera poco, lejos de lamerse la herida por la gubernatura, ya deberían despertar para hacer valer el respeto al voto de los quintanarroenses. No se dieron denuncias de ningún tipo para manchar el triunfo opositor, y esa dosis de sangre es la que viejos e incomprendidos tricolores deseaban a todas luces presenciar. Esta forma de enfrentar realidades y de aceptar el juicio popular “haiga sido como haiga sido”, no es impedimento para nombrar a quién tendrá la obligación, primero, de unir de nuevo al resquebrajado priismo, al cual se le alertó sobre las consecuencias de perder posiciones, y todo indica no escucharon, elevados en la nube en la cual se instalaron hace tiempo.
La ausencia de un auténtico líder para el tricolor permite, entre más tiempo pasa, abunden las incógnitas y se presenten dudas sobre el número de afirmaciones hechas en contra de los funcionarios públicos. O quienes tienen conocimiento político y don de liderazgo escasean severamente en esas filas, o de nuevo, se pretenden imposiciones fuera de toda lógica de apoyo en la entrada, en la presentación. La plataforma de votos conseguidos en la candidatura para la gubernatura no es mínima, habla de la confianza de miles, depositada en un solo hombre, en su palabra y en su trayectoria. Para lograr el triunfo trabajaron, se ha dejado muy claro, sólo unos cuantos. Otros, los que se quedaron en el camino de la nominación y en la ruta de la deslealtad y el olvido, pretenden ahora, estar al mando de ese partido. Habrá de tenerse mucho cuidado en esta selección, ya que de ella depende el futuro completo del PRI, ahora en una cómoda posición de oposición, desde la cual puede darse respaldo a una ciudadanía durante algún tiempo totalmente olvidada. Finalmente, entre opositores a la alianza ganadora y los abstencionistas se hace una importante mayoría. ¿O no?
Pero eso es, en cuanto a los que están, pero no en donde querían, en lo referente a los que están todavía sin estar, sólo el nombramiento del equipo de transición logró despertar opiniones de todo tipo. Entre ellas sobresalen las de los grupos de siempre, los que durante los reinados callan y al término de éstos se quejan dolorosamente y hacen denuncias de todo lo que, a su juicio, estuvo muy mal, pero tienen un comportamiento totalmente diferente al inicio y durante los periodos gubernamentales. Esos 6 ó 3 años son, casi en la totalidad del tiempo, jornadas de alabanzas, de acercamientos, de sentirse privilegiados de compartir el pan, la sal y hasta el compadrazgo con los hombres y mujeres de poder. Y es que es justo entonces cuando se pueden hacer negocios, se consiguen prebendas, se tienen privilegios de todo tipo y hasta se hacen recomendaciones laborales, de esas en las cuales se logra ubicar a incondicionales comprometidos a sacar adelante los objetivos –por llamar decentemente a los grandes negocios-, perseguidos por quienes les consiguieron chamba.
Así las cosas, más vale analizar profundamente y solicitar las pruebas suficientes y necesarias antes de tomar determinaciones sobre nombramientos definitivos. Se recuerda: seis años de buen gobierno transcurren rápidamente; de mal gobierno son como 3 minutos, bajo el agua y en un mar tormentoso.
Nadie debe sorprenderse, aunque es totalmente válido inconformarse, cuando se anuncien las nuevas tarifas de transporte público. Durante un par de años lograron mantenerse, pero el alza en el precio de las gasolinas tornará en casi imposible seguirlo haciendo. Ojalá no llegue la petición de autorización de los transportistas acompañada de movimientos indeseables y los ciudadanos entendamos de quien es la culpa.