LA DIOSA IXCHEL. El Castillo

 

AMARGOS FESTEJOS

Bien se dice, “nadie sabe lo que pesa el muerto, sólo quien lo anda cargando”. A la fiesta, al júbilo del triunfo, a las felicitaciones justo en el momento, a la permanente búsqueda de cercanía, se agregan las presiones, las recomendaciones, las peticiones, las exigencias. Mantener la gobernabilidad en una entidad con las características de Quintana Roo, no es un “enchílame otra”, como se dice coloquialmente cuando se hace referencia a una tarea a la cual se le suman muchas dificultades y la desventaja del cohetero: si prende, malo; y si no prende, también. Es decir, resulta difícil lograr aprobaciones mayoritarias debido a la existencia de sectores sociales insertos no en tres categorías, sino en muchas más. Los intereses de los hoteleros, de los nacionales, aparecen distintos a los de aquellos pertenecientes a cadenas extranjeras.

 

Esa diferencia permite a los primeros hacer solicitudes con las cuales los integrantes de la clase alta y media, informados, no están de acuerdo y las consideran abusivas. En general, este grupo empresarial no ha hecho nada por la sociedad en donde se instalan. Ni siquiera son capaces de otorgar a los lugareños precios especiales para que puedan disfrutar de fines de semana familiares. Hubo un tiempo en el cual necesitaron vender, con pagos anuales, membresías. Fue cuando en los meses de septiembre y octubre carecían de visitantes. Una vez logrado un porcentaje de ocupación envidiable, no hay una sola oportunidad de estar en esas instalaciones. Un buen ejemplo lo dan los restauranteros, al otorgar hasta el 25 por ciento de descuento a quienes habitan en el lugar. Paradójicamente, es también este sector el afectado por los implementadores del Todo Incluido, de quienes no entienden la diferencia entre las redes de agua y las de drenaje.

 

Igual sucede con los parques recreativos. Dicen sus propietarios, se hacen promociones para los niños de educación primaria. Sólo que son tan selectivos y tan esporádicas sus invitaciones que prácticamente se consideran nulas. La presentación de la credencial de cancunense logra un pequeño descuento, pero los precios siguen siendo altos para la inmensa mayoría de pobladores tanto de Cancún como de la Riviera Maya. En las plazas comerciales se carece de espectáculos brindados en lugares similares en el extranjero. En sus pasillos se instalan grupos musicales, se escucha jazz, blues, algunas partituras clásicas e inclusive también se lleva a mimos. Hay recreación para quienes esperan a los compradores. En esta tierra cobran hasta para estacionarse para entrar a consumir los productos de quienes pagan altísimas rentas por tener sus comercios en el lugar.

 

A estos empresarios les sucede lo mismo que a los del Atlante, los Tigres y también a los Pioneros. No buscan acercarse a la gente, hacerse presentes. En el estadio, en los partidos futboleros, los asistentes le van al visitante y no al local. No han visto a los jugadores interactuar con niños y adolescentes, impulsar el deporte, dar autógrafos. En el caso del equipo ex propiedad absoluta de los Peralta, disfrutan del espectáculo, pero nadie se juega una cerveza o apuesta una torta por el triunfo. Sobre los Pioneros, por ser locales, la crítica es más severa. Alejarse de la sociedad, de la convivencia, es una más de sus fallas -también están los autogoles o los tropezones en las carreras, o las fallas al encestar-, de esas llevadas al extremo del rechazo o lo peor, de la indiferencia.

 

Si eso mismo sucede con el Gobierno, nadie se espante si las expresiones son fuertes, si los calificativos llegan al extremo de la ofensa. Y la forma de expresarlas de manera tumultuaria, para provocar que sean muchos los enterados, la brindan las redes sociales. Por lo pronto, ya puede observarse lo anterior al conocerse los nombres de quienes integran consejos o son parte de la dirección de organizaciones presumiblemente “no gubernamentales” o ciudadanas. Cuando aparecen empresarios nombrados frecuentemente, se exige que sean los primeros en transparentar el origen de los terrenos en donde tienen asentadas sus propiedades. Hay casos en los cuales más vale que permanecieran callados y no protestaran por una corrupción de la cual han sido no sólo partícipes, sino beneficiarios.

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