La Columna Por Gerardo Garcia
La violencia y el alcohol adulterado: los retos a enfrentar
Es que no se trata simplemente de hablar bien del camello para poder venderlo. Si al cuadrúpedo le faltan dos patas, pues aunque uno se canse en loas será difícil que alguien lo compre para montarlo. Ante la base por bolas, decía «El Mago», simplemente no hay defensa.
Y pues en este caso la tiene que haber.
Los reportes de muchos hoteleros se repiten. Las alertas encendidas. Cada vez más se están encontrando, a la hora de negociar con mayoristas y compradores del mercado norteamericano, principalmente, con los mismos cuestionamientos: ¿qué está pasando con la violencia en Cancún y Los Cabos? ¿Qué está sucediendo con el alcohol adulterado en México? Preguntas que, además de válidas, se están considerando como el anticipo de lo que puede ser una crisis para el turismo en el país.
Cancún amaneció ayer con una nueva cifra: 106 ejecutados en lo que va del año. Los Cabos registran ya más de 150 casos. Playa del Carmen vivió, en los días de mayor ocupación en este verano, hechos violentos en la Quinta Avenida, la principal calle turística del país. Esta es una realidad que no puede ocultarse.
Tras la advertencia publicada por el Departamento de Estado de Estados Unidos de Norteamérica sobre el riesgo de consumir alcohol adulterado en México, la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios firmó un convenio con la Secretaría de Turismo del gobierno federal, en el que se establecieron acciones conjuntas para impedir la venta de alcohol irregular en establecimientos comerciales y proteger la salud de la población y de los turistas en Quintana Roo. Fue en Playa del Carmen, en un hotel de la cadena Iberostar, que se dio el caso de una joven que resultó con muerte cerebral luego de consumir grandes dosis de alcohol y caer desmayada en la alberca en donde bebía con su hermano. El caso fue el detonante del aviso del Departamento de Estado. Ahí, pues, la semana pasada se anunció que se aseguraron, sólo en una empresa que elabora bebidas alcohólicas en la región, de 40 mil litros. Se multaron a hoteles, bares, restaurantes. Tapado el pozo, pues.
El asunto es que se trata de dos realidades. El uso de bebidas adulteradas no es privativo de los destinos turísticos; pero en efecto por el número de visitantes que tienen, y el consumo elevado de alcohol, es que este tema se considera de mayor riesgo. Tampoco se trata de un secreto y en algunos casos, la práctica de bajar la calidad del producto para tener menores gastos y mayor utilidad, es común. Aunque afecten de sobremanera a sus propios negocios.
Plausible que la Cofepris y Sectur fortalezcan los operativos; de igual manera se sigue esperando la implementación de la estrategia de seguridad en destinos turísticos que anunció ya hace semanas el secretario Enrique de la Madrid. Pero estos temas ya son parte de la realidad que se vive en el mercado turístico. Quienes esta semana fueron a Las Vegas a la convención de viajes de lujo que organiza la empresa Virtuoso, pueden atestiguarlo.
Esconder la información no es la solución. Ocultar los hechos no es la mejor estrategia. En efecto la violencia no ha afectado directamente a ningún turista y los casos generados por la ingesta de alcohol adulterado no son tampoco la constante. Pero la preocupación está ahí. Y a la hora de negociar el invierno, serán factores que pueden afectar la buena marcha de la industria turística. Ahí están los testimonios ya y las autoridades conocen de esta realidad.