José Alfredo y sus rancheras para conocer México y a los mexicanos

La futura Reina, Leonor de Borbón y Ortiz, juró la Constitución de 1978. No se oyó entonar, este 31 de octubre del 2023, en España, ‘El Rey’. José Alfredo Jiménez, desde la eternidad, seguro que estará escribiendo ‘La Reina’…

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

El periódico EL PAÍS, editado en Madrid, España, dedica un interesante artículo, como si fuera una historia de película, donde se narra que la amistad se puso a prueba entre José Alfredo Jiménez y Javier Solís, dos grandes de la música mexicana, que en alguna ocasión pelearon por el amor de una mujer. José Alfredo recordaría siempre la impresión que le causó ver por primera vez a una persona comer melón con jamón. Fue al principio de su carrera. “Eulalio Ferrer me invitó a un restaurante elegante, entre los invitados había un periodista muy estirado que cuando nos tomaron la orden pidió ‘melón con jamón’. En mi vida había oído eso, entonces, cuando el mesero se dirigió a mí, le pedí una jícama (una especie de nabo) con chorizo. No te puedes imaginar cómo se rieron los demás”. Así lo contó a su hijo José Alfredo Jr. cuando este le preguntó por la comida que le gustaba: “La mexicana, sin duda, las botanas de las cantinas, el mole, los tacos sudados, la cecina de mi pueblo o los chiles veracruzanos rellenos de cazón que prepara tu mamá. Las verduras ni en la sopa me gustan. Y el pescado crudo y el arroz chino al vapor todavía menos, parece que estoy comiendo engrudo”, dijo. Hay comportamientos que ilustran maneras de ser y de estar en el mundo. Según Carlos Monsiváis, las canciones de José Alfredo Jiménez formulan un tratado del ser mexicano y la ranchera es el gran golpe de una metafísica. Mediante un uso soberbio del acervo popular, ‘Joseal’ puso letra a la emoción y supo transmitir con palabras simples sentimientos contradictorios y complejos. Como dice su hija Paloma Jiménez Gálvez, doctora en Letras Hispánicas y gran estudiosa de su obra, “fue un educador sentimental”.

El festival internacional José Alfredo Jiménez 2023, en el aniversario de su muerte, tendrá lugar en su ciudad natal: Dolores Hidalgo, cuna de la revolución. Del 23 al 28 de noviembre, exposiciones, conciertos, conferencias, documentales rendirán tributo a este icono de la identidad nacional. Para el escritor Juan Villoro, José Alfredo alcanzó tal altura “que hizo innecesario su apellido”. En el prólogo al libro de Paloma Jiménez Gálvez, “Cuando te hablen de amor y de ilusiones, en sus canciones, México pudo verse en el espejo. El rencor, el despecho, la nostalgia dolorida, el revanchismo, la idolatría romántica, la desaforada necesidad de querer, ¡las chingadas ganas de llorar a gusto!, no han tenido entre nosotros intérprete más profundo”. Las canciones y la vida de este “filósofo popular” apenas difieren: “Estoy en el rincón de una cantina / oyendo una canción que yo pedí. / Me están sirviendo ahorita mi tequila, / ya va mi pensamiento rumbo a ti”. Sus composiciones son un prontuario de batallas perdidas, de soliloquios con la impaciencia. “Ando volando bajo. / Mi amor está por los suelos. / Y tú tan alto, tan alto / mirando mis desconsuelos”. Como otra gente del campo, con 11 años se vio obligado a abandonar Guanajuato y buscarse la vida en el bullicio de Ciudad de México. Fue camarero y portero de fútbol, pero su corazón de charro le llevó por el lado de los mariachis y por inercia halló un faro en la plaza Garibaldi, las persianas abiertas de su Tenampa, todavía hoy iluminado cada noche por su ausencia.

Cerca de la Casa Museo de Dolores Hidalgo se halla el cementerio al que peregrinan fervientes devotos. El arquitecto Javier Senosiain, referente de la arquitectura orgánica, proyectó un mausoleo “acorde a la personalidad de José Alfredo” en el que un gran sombrero color cobre hace de cúpula. Prueba de cómo componía José Alfredo, además de silbando, es esta otra respuesta sobre el proceso creativo de ‘Llegó borracho el borracho’: “Supe de dos compadres que a toda costa querían pagar la cuenta del otro. Eran tan amigos que decidieron salir a la calle y arreglarlo a balazos: el sobreviviente pagaría la cuenta entera, 52,35 pesos. Pero eran tantas sus ganas de invitar al otro que ninguno erró la puntería. Así quedaron dos mujeres viudas y una cuenta por pagar”. José Alfredo, en fin, es la evidencia de que México entra en vena, y cuando eso sucede, ya no hay vuelta atrás. José Alfredo Jiménez Sandoval (Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926-Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973) fue un actor y cantautor mexicano. Jiménez fue el autor de temas emblemáticos musicales de la música ranchera y el mariachi.

Hijo de Agustín Jiménez Tristán y de Carmen Sandoval Rocha, nació en el estado mexicano de Guanajuato, donde pasó sus primeros años de vida, hasta poco después de la muerte de su padre en 1936, quien era dueño de una farmacia denominada ‘San Vicente’. A los once años llegó a Ciudad de México donde desde adolescente empezó a componer sus primeras canciones. Su madre abrió una pequeña tienda que no prosperó, por lo que José Alfredo tuvo que contribuir a la economía familiar y desempeñó múltiples oficios, entre ellos, el de camarero; fue además jugador de fútbol. Participó en los equipos Oviedo y Marte de la primera división de fútbol mexicano, en la posición de portero, llegando a coincidir como compañero de equipo con Antonio ‘La Tota’ Carbajal. Más tarde, fue miembro de un grupo llamado ‘Los Rebeldes’. El restaurante donde trabajaba, ‘La Sirena’, era frecuentado por Andrés Huesca, quien escuchó algunos de los temas del entonces joven cantautor, entre los cuales estaba ‘Cuando el destino’ (canción en la que José Alfredo tenía mucha fe) y ‘Yo’. Huesca decide grabar esta última inmediatamente y a raíz de ahí cantó en 1948 por primera vez en la emisora de radio XEX-AM y meses después en la XEW-AM, en la que se catapultó a la fama. Le regaló a su novia Paloma Gálvez la canción ‘Paloma Querida’, y ella buscó a Jorge Negrete quien era el máximo intérprete de la canción mexicana en ese momento para que la cantara, Jorge Negrete quedó maravillado con la letra y grabó un disco con canciones de José Alfredo Jiménez siendo un éxito arrollador para ambos. Entre las casi 300 canciones que llegó a componer a lo largo de su vida, se encuentran corridos, huapangos y música ranchera. ‘El Rey’, ‘La media vuelta’, ‘El Jinete’, ‘Un mundo raro’, ‘Que te vaya bonito’ y ‘Si nos dejan’… siendo parte de los éxitos. José Alfredo convivió en sus últimos años de vida con la entonces joven cantante mexicana Alicia Juárez, a quien conoció en 1966, cuando ella tenía 17 años, y con la que se casó en 1970.

El Universal, titulaba en una columna: “José Alfredo Jiménez cantó al alma popular. Al compositor azteca, creador de ‘El Rey’, se le considera el autor más relevante de México. Sus melodías fueron interpretadas, entre otros, por Jorge Negrete, Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía, Lola Beltrán, Javier Solís, Chavela Vargas, Vicente Fernández y muchos otros. Además de sus conciertos, trabajó en el teatro, la televisión y la radio, tanto en México como en el extranjero. En el cine alcanzó gran popularidad gracias a cintas como ‘Martín Corona’ (1950), ‘Póquer de ases’ (1952), ‘Guitarras de medianoche’ y ‘La feria de San Marcos’ (1957). Supo plasmar, con realismo y emoción contenida, el amor y el desamor, la nostalgia por la vida campesina, y, en definitiva, toda la gama de los sentimientos humanos, incluyendo el odio, la rabia o el desengaño, así como la ternura y la magia, que extraía a menudo de cualquier escena en apariencia insignificante de la vida cotidiana.

José Alfredo Jiménez murió en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1973, a la edad de 47 años, a consecuencia de la cirrosis hepática, derivada de su afición al alcohol, que padecía desde hacía años; según palabras de su última esposa, la agonía de José Alfredo fue terrible. Sus restos descansan en el cementerio de su pueblo natal, tal y como anticipó en su canción ‘Camino de Guanajuato’ y ‘Gracias’. Chavela Vargas fue íntima amiga de José Alfredo Jiménez. Ella cuenta que cuando los médicos dijeron al compositor que le quedaban dos meses de vida, la llamó para “correrse la última juerga” juntos en unión del también compositor Tomás Méndez, autor de ‘Cucurrucucú’. Estuvieron tres días con sus noches cantando, bebiendo y desmesurándose en el ‘Tenampa’, el mítico bar de la plaza de Garibaldi, en la capital mexicana. Cuentan que cuando Jiménez falleció, Chavela acudió a su velatorio, y se desplomó cantando y llorando, borracha.

Días atrás la futura Reina de España, Leonor de Borbón y Ortiz, cumplió los 18 años y juró la Constitución de 1978, proclamada tras la muerte de Francisco Franco. A diferencia de lo ocurrido en actos similares, durante la Transición Democrática, con su abuelo y su padre, los Reyes Juan Carlos I y Felipe VI, no se oyó, este 31 de octubre, en España ‘El Rey’ de José Alfredo Jiménez. “… Con dinero y sin dinero / Hago siempre lo que quiero / Y mi palabra es la ley / No tengo trono ni reina / Ni nadie que me comprenda / Pero sigo siendo el Rey…”. José Alfredo, desde la eternidad, seguro que estará escribiendo ‘La Reina’. Leonor será la cuarta Reina de España, después de Isabel la Católica (1474), Juana la Loca (1504) e Isabel II (1833).

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