JORGE GONZÁLEZ DURÁN. La Jiribilla

 

EL CANCÚN DE ANTAÑO

 

 

A finales de 1991, una revista entrevistó a Luís Arce, que fue tesorero en la primera administración municipal que encabezó Alfonso Alarcón Morali. A 25 años de distancia de esa entrevista, Cancún ya ha cambiado de manera radical, pero en 1991 Arce hizo un balance de Cancún y se lamenta de su desmedido crecimiento, sin adivinar que ese crecimiento anárquico sería el signo y el sino de nuestra ciudad.

Luis Arce llegó a Cancún en enero del 74, aunque estuvo viviendo unos meses antes en Valladolid debido a que no existían casas en Cancún. Dice que en esos primeros años “había muchos lotes baldíos alrededor de la casa y a las señoras les daba mucho miedo quedarse solas. Recuerdo que Rocío Viuda de Leal, Silvia Elzaurdia y Sonia se reunían con todo y los niños para hacerse compañía y ayudarse”.

Arce sigue recordando: Había pocas actividades sociales y estábamos entregados a la chamba. Ir a Playa Chacmol y al Centro de Convenciones cuando se proyectaban películas eran las diversiones fuera de la casa. En 1976 abrieron el Centro de Convenciones y se volvió nuestro centro de reunión social. Pasaban películas dos veces a la semana e íbamos todos. Después nos reuníamos en Grillo’s de la avenida Yaxchilán.

Para Luís Arce el primer gran cambio que vivió Cancún fue en 1988, a raíz del huracán Gilberto y la apertura de nuevos hoteles.

Respecto a su incursión en la vida pública municipal, Arce explica cómo fue: A petición del Lic. Alarcón (que convencía a cualquiera) fui el primer tesorero del Ayuntamiento por 3 años. Pero mis negocios me absorbían demasiado y ya no volví al gobierno. (Como un paréntesis hay que decir que Luís Arce sí regreso al Ayuntamiento como regidor en el período de Magali Achach 1999-2002).

Dijo que fue don Alfonso quien le sugirió que se dedicara al negocio de los bienes raíces. Dijo: las primeras autoridades municipales y los habitantes de Cancún era una sola familia. La gente acudía al Palacio Municipal y se entrevistaba con los funcionarios para platearles sus problemas sin burocratismo”. Esa situación cambió “cuando entró el licenciado Irabién. Nadie lo conocía aquí y no tenía mucha gente con quien reunirse y eso modificó un poco el ambiente político haciéndolo más formal”.

Son recuerdos y testimonios de una ciudad que cambia todos los días a pasos acelerados. Pero esos primeros años se guardan como un tesoro en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de vivirlos. (FIN DE TEXTO).

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