Incendios y escasez cambian la vida en Kantemó: comunidad enfrenta secuelas de la sequía

JMM.- Las secuelas de los incendios forestales ocurridos el año pasado en la comunidad de Kantemó aún son visibles, y sus efectos siguen afectando la vida cotidiana de sus habitantes. Alfredo Cob, veterano poblador de esta localidad, relató cómo el fuego, alimentado por una intensa sequía, destruyó viviendas, vegetación y recursos vitales para la subsistencia de la población.


“El año pasado, si no me equivoco, Kantemó vivió un evento dramático, espectacular, a causa de la sequía intensa. Se quemaron varias viviendas”, recordó don Alfredo, quien también se identifica como apicultor. En medio del desastre, el pueblo se unió para enfrentar el reto, realizando grandes esfuerzos comunitarios para controlar los daños.


Según explica, uno de los mayores problemas ha sido la pérdida de materiales tradicionales de construcción como la madera y la palma de guano, ampliamente utilizados en la comunidad. “Ahorita es escasa la palma de guano, las maderas… todo se quemó por tanta sequía”, lamentó. Esta situación ha obligado a muchos habitantes a sustituir sus tradicionales techos frescos por láminas de zinc u otro tipo de materiales, menos aptos para el clima caluroso.


El impacto también se ha sentido en la apicultura, una de las actividades productivas de la zona.

“Estamos en crisis porque se quemaron los árboles que dan las flores para las abejas. Sí sacamos miel, pero muy poco”, compartió Cob.


Aunque este año no se han registrado nuevos incendios, las secuelas del anterior persisten. La falta de materiales ha frenado la reconstrucción de techos tradicionales, incluso durante las festividades locales.

“No hay construcción de guano porque no hay qué cortar”, explicó el entrevistado.


Ante la difícil situación, algunas familias han recibido apoyo en forma de viviendas construidas con materiales más resistentes. “El presidente ha donado unas casas para las mejoras de todos los de la familia de Kantemó”, dijo Cob, reconociendo el respaldo de las autoridades locales.


Sin embargo, el temor permanece latente entre la población. “Sí hay temor, sí… El año pasado, de lejos vino una chispa, cayó a una casa, la vimos ardiendo. Por suerte estaban los bomberos y la pudieron apagar”.


En Kantemó, la resiliencia de su gente se mantiene viva, pero las cicatrices que dejó la sequía y los incendios aún marcan su día a día. Mientras esperan mejores condiciones climáticas y mayor apoyo para recuperar sus formas tradicionales de vida, la comunidad continúa adaptándose a un entorno cada vez más incierto.

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