Hoy, Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia
Durante las últimas décadas, la protección de las personas LGBTI ha visto un progreso significativo a nivel mundial.
En los últimos años, por ejemplo, la Corte Suprema de India declaró por unanimidad que todas las formas de sexo consensuado entre adultos son legales, despenalizando efectivamente las relaciones entre personas del mismo sexo. Angola derogó las disposiciones contra la homosexualidad y prohibió la discriminación basada en la orientación sexual. Pakistán promulgó una ley que protege los derechos de las personas transgénero y, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y comenzó a trabajar en una política de bienestar transgénero. Tal progreso es bienvenido, pero aún queda mucho por hacer para garantizar la justicia y la protección para todos.
En México, las expresiones homófobas, que impliquen una incitación, promoción o justificación de la intolerancia hacia la homosexualidad, deben considerase como una categoría de lenguaje discriminatorio https://bit.ly/2UE4i3T
Según la American Psychological Association, el 17 de mayo de 1990, la Asamblea Mundial de la Salud de la Organización Mundial de la Salud aprobó la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (CIE 10), que ya no enumera la homosexualidad como diagnóstico.
Lanzado en 2004, el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOT por sus siglas en inglés) que conmemora ese día se ha convertido en una ocasión mundial para educar sobre las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT) y para abogar por políticas públicas sensatas con respecto a las personas LGBT.
La celebración se ha convertido ampliamente en un hito anual global importante para llamar la atención de los tomadores de decisiones, los medios de comunicación, el público, las corporaciones, los líderes de opinión, las autoridades locales, etc., sobre la alarmante situación que enfrentan las personas con diversas orientaciones sexuales, identidades o expresiones de género, y características sexuales.
El discurso homófobo es una categoría de lenguaje discriminatorio
La homofobia es el rechazo de la homosexualidad, teniendo como componente primordial la repulsa irracional hacia la misma, o la manifestación arbitraria en su contra y, por ende, implica un desdén, rechazo o agresión, a cualquier variación en la apariencia, actitudes, roles o prácticas sexuales, mediante el empleo de los estereotipos de la masculinidad y la feminidad.
Dicho tratamiento discriminatorio implica una forma de inferiorización, mediante una asignación de jerarquía a las preferencias sexuales, confiriendo a la heterosexualidad un rango superior.
Esta aversión suele caracterizarse por el señalamiento de los homosexuales como inferiores o anormales, lo cual da lugar a lo que se conoce como discurso homófobo, mismo que consiste en la emisión de una serie de calificativos y valoraciones críticas relativas a la condición homosexual y a su conducta sexual, y suele actualizarse en los espacios de la cotidianeidad; por lo tanto, generalmente se caracteriza por insinuaciones de homosexualidad en un sentido burlesco y ofensivo, mediante el empleo de un lenguaje que se encuentra fuertemente arraigado en la sociedad.
En consecuencia, resulta claro que aquellas expresiones en las cuales exista una referencia a la homosexualidad, no como una opción sexual personal -misma que es válida dentro de una sociedad democrática, plural e incluyente-, sino como una condición de inferioridad o de exclusión, constituyen manifestaciones discriminatorias, toda vez que una categoría como la preferencia sexual, respecto a la cual la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos expresamente veda cualquier discriminación en torno a la misma, no puede ser válidamente empleada como un aspecto de diferenciación peyorativa.
Así, tomando en consideración la protección constitucional expresa a la preferencia sexual de los individuos, es que la misma no puede constituir un dato pertinente para la calificación social de una persona.
Por tanto, al tratarse la homosexualidad de una forma de sexualidad tan legítima como la heterosexualidad, puede concluirse que aquellas expresiones homófobas, esto es, que impliquen una incitación, promoción o justificación de la intolerancia hacia la homosexualidad, ya sea mediante términos abiertamente hostiles o de rechazo, o bien, a través de palabras burlescas, deben considerase como una categoría de lenguaje discriminatorio y, en ocasiones, de discursos del odio.
LOS BENEFICIOS A LOS CONCUBINOS DEBEN RECONOCERSE A LAS PAREJAS HOMOSEXUALES
Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación explica que las relaciones que entablan las parejas del mismo sexo pueden adecuarse a los fundamentos de la figura del concubinato y más ampliamente a los de la familia, ya que para todos los efectos relevantes, las parejas homosexuales se encuentran en una situación equivalente a las heterosexuales; de ahí que sea injustificada su exclusión del concubinato.
Ahora bien, el derecho a conformar una relación de concubinato no sólo comporta el derecho a tener acceso a los beneficios expresivos asociados a dicha figura, sino también a los materiales que las leyes adscriben a la institución; en ese sentido, en el orden jurídico nacional existe una gran cantidad de beneficios, económicos y no económicos, asociados al concubinato, entre los que destacan: 1) los fiscales; 2) los de solidaridad; 3) en materia de alimentos; 4) por causa de muerte de uno de los concubinos; 5) los de propiedad; 6) en la toma subrogada de decisiones médicas; 7) en la toma de decisiones médicas post mortem; y, 8) los migratorios para los concubinos extranjeros.
Así, negar a las parejas homosexuales los beneficios tangibles e intangibles que son accesibles a las personas heterosexuales a través del concubinato, implica tratarlas como si fueran «ciudadanos de segunda clase», porque no existe justificación racional alguna para no reconocerles los derechos fundamentales que les corresponden como individuos y, simultáneamente, un conjunto incompleto de derechos cuando se conducen siguiendo su orientación sexual y se vinculan en relaciones estables de pareja; además, la exclusión de las parejas del mismo sexo de la figura de concubinato perpetúa la noción de que son menos merecedoras de reconocimiento que las heterosexuales, con lo que se ofende su dignidad como personas y su integridad.
Algunas actitudes homofóbicas, según el Pennsylvania College of Technology:
*Mirar a una persona gay o lesbiana y pensar automáticamente en su sexualidad en lugar de verla como una persona completa y compleja.
*Cambiar de asiento en una reunión porque alguien homosexual se sentó en la silla junto a la suya.
*Pensar que pueden detectar a algunos que se identifican en el espectro LGBT.
*Usar los términos “lesbiana” o “gay” como acusatorios.
*Pensar que una lesbiana (si eres mujer) o un hombre gay (si eres hombre) está haciendo avances sexuales si te toca.
*Sentirse repelido por las demostraciones públicas de afecto entre lesbianas y gays, pero aceptar las mismas muestras de afecto entre heterosexuales.
*No confrontar un comentario homofóbico por temor a ser identificado con lesbianas y gays.
*No preguntar sobre la pareja femenina de una mujer o la pareja masculina de un hombre, aunque usted pregunta regularmente “¿Cómo está su esposo esposa?” cuando te encuentras con un amigo heterosexual.
*Sentir que los gays y las lesbianas son demasiado francos sobre los derechos civiles de las lesbianas y los gays.
*Sentir que las discusiones sobre la homofobia no son necesarias ya que usted está “bien” con estos temas.
*Asumir que todos los que conoces son heterosexuales.
*Ser franco sobre los derechos de los homosexuales, pero asegurarse de que todos sepan que eres heterosexual.
*Sentir que una lesbiana es solo una mujer que no pudo encontrar un hombre o que una lesbiana es una mujer que quiere ser hombre.
*Sentir que un hombre gay es solo un hombre que no pudo encontrar una mujer o que un hombre gay es un hombre que quiere ser mujer.
*Preocuparse por el efecto que un voluntario / compañero de trabajo lesbiano o gay tendrá en su trabajo o en sus clientes.
*No ser solidario cuando tu amigo gay está triste por una pelea o ruptura.
*Pedirle a colegas lesbianas u homosexuales que hablen sobre temas de lesbianas u homosexuales, pero no sobre otros temas sobre los que puedan estar informados.
*Centrándose exclusivamente en la orientación sexual de alguien y no en otros temas de interés.
NIVELES DE ACTITUD HOMOFÓBICOS
Repulsión: la homosexualidad es vista como un “crimen contra la naturaleza”. Los gays están enfermos, locos, inmorales, pecaminosos, malvados, etc. y cualquier cosa está justificada para cambiarlos (por ejemplo, prisión, hospitalización, terapia de comportamiento negativo, incluida una descarga eléctrica).
Lástima: el chovinismo heterosexual. La heterosexualidad es más madura y ciertamente es preferible. Debería reforzarse cualquier posibilidad de volverse recto, y aquellos que parecen haber nacido “de esa manera” deberían ser compadecidos, “los pobres queridos”.
Tolerancia: la homosexualidad es solo una fase del desarrollo adolescente que atraviesan muchas personas y que la mayoría de las personas “crecen”. Por lo tanto, los homosexuales son menos maduros que los heterosexuales y deben ser tratados con la protección e indulgencia que uno usa con un niño. Los gays y las lesbianas no deben tener puestos de autoridad (porque todavía están trabajando a través de comportamientos adolescentes).
Aceptación: aún implica que hay algo que “aceptar”, caracterizado por declaraciones como “no eres gay para mí, eres una persona”, “lo que haces en la cama es asunto tuyo”, «está bien como siempre y cuando no hagas alarde de ello. Niega las realidades sociales y legales. Ignora el dolor de la invisibilidad y el estrés del comportamiento en el armario. “Hacer alarde” generalmente significa decir o hacer cualquier cosa que haga que la gente se dé cuenta.
“Todas aquellas acciones en contra de la diversidad sexual asientan en creencias que encubren ignorancia, odio, fanatismo, y, en el mejor de los casos, miedo. Y digo en el mejor de los casos, porque el miedo, por sí solo, es una reacción de amenaza que encubre sentimientos de inferioridad y la creencia de no tener las habilidades propias para enfrentarla. Cuando ese miedo se convierte en oposición y reacción hacia lo diferente la conducta es peligrosa”, sostuvo en diálogo con Infobae Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Con información de la SCJN e Infobae