Gumaro de Dios, el ‘Hannibal Lecter’ del Caribe Mexicano

El canibalismo vuelve al cine, “A nadie le gusta que le recuerden que la mayoría de nuestros antepasados se comieron a sus vecinos”…

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

El documental Gow the Head Hunter (1928) fue la primera filmación en recoger un acto de canibalismo. Rodada por el capitán y explorador Edward A. Salisbury, con Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack (cinco años después, los responsables de King Kong) como directores de fotografía, la película no ilustraba explícitamente la ingesta de carne humana, capturada desde lejos por la cámara, pero sí mostraba los preparativos y los rituales de los nativos de los mares del sur que llevaban a cabo el proceso. A partir de ese largometraje pionero, el ensayista Antonio José Navarro (Barcelona, 56 años) ha trazado un recorrido por las diferentes plasmaciones de la figura del caníbal a lo largo de la historia del séptimo arte en el libro “El banquete infame”. Representaciones del canibalismo en el cine, que analiza el fenómeno desde el prisma de los estudios culturales. Conocido como ‘El Caníbal de Playa del Carmen’ o ‘El Caníbal del Caribe Mexicano’, falleció hace más de un lustro, el 11 de septiembre del 2012, tras varios meses de complicaciones en su estado de salud, afectado por el SIDA. Gumaro de Dios fue autor de un sonado crimen en la Península de Yucatán, en 2004, cuando asesinó y comió parte del cuerpo y vísceras de su compañero, quien era albañil. Durante su declaración, confesó que el pulmón le supo a carne de borrego, pero “lo mejor” fue la pierna.

El perfil psicológico de Gumaro de Dios Arias era el de un sociópata, además de sufrir esquizofrenia y paranoia. También consumía droga. De acuerdo con su propio el relato, por el cual fue a prisión por el delito de homicidio calificado y falta de respeto a los muertos y las normas de inhumación, el oriundo de Tabasco mató a su pareja sentimental, a quien apodaban ‘Compinche’, luego de pegarle varias veces con un cable en la cabeza. Luego lo ató de los pies con una soga y lo colgó en la palapa, como si fuera una res y ahí comenzó a cortar partes de su cuerpo para posteriormente preparar un caldo con la carne de su víctima… En su declaración ante el Ministerio Público, dijo que en una parrilla asó el corazón, algunas costillas y un riñón. También se hizo un caldo con las vísceras y cortó en filetes el muslo izquierdo que cocinó con una salsa de chiles verdes, cebolla y tomate que “sabían a barbacoa”. Todo este trabajo le ocupó un fin de semana y satisfecho después de engullirlo, se quedó dormido hasta que fue encontrado al lado de los restos del cadáver por vecinos de la zona, quienes dieron aviso a elementos de las policías municipal y judicial para que lo detuvieran y pusieran a disposición de la procuraduría estatal. Al ser presentado ante la justicia, Gumaro Arias aceptó los cargos de homicidio premeditado y no mostró arrepentimiento alguno por su conducta, “no me arrepiento de nada, ya lo hice”, mientras los reos del penal de Playa del Carmen se negaban a compartir celda con él. Ya en su estancia en la cárcel municipal de Playa del Carmen, Gumaro de Dios comenzó a causar terror entre la población, pues a mediados de 2006 su incontrolable esquizofrenia lo llevó al extremo de cercenarse parte de su oreja izquierda para comérsela porque “extrañaba el sabor de la carne humana” y en diciembre pasado puso en alerta a las autoridades penitenciarias cuando amenazó con “comerse al cocinero” porque los alimentos que preparaba “no tenían sabor”. A partir de entonces fue aislado y vigilado permanentemente, hasta que el juez penal Abraham Loeza Ortiz, a cargo del expediente 362/4, consideró que no era un delincuente, sino un enfermó que sufría de “esquizofrenia paranoide y trastorno mental”, por lo que debía ser trasladado a un centro especializado antes de someterlo a juicio. En 2007 y debido a su “peligrosidad” y al miedo que cundía a los demás reos, fue trasladado de la cárcel de Solidaridad a un Centro Federal de Readaptación Psicológico ubicado en Cuautla, Morelos. Meses después, en 2008 y ya en una fase terminal de Sida, fue enviado al Cereso de Chetumal.

Netflix incluyó en su catálogo las tres temporadas de ‘Hannibal’, los seguidores de esta serie se preguntan: ¿por qué no grabaron más episodios de la serie dramática de NBC? A pesar de que tiene buena crítica y altas calificaciones en portales especializados, el show no recibió el completo respaldo de la audiencia, especialmente durante su tercera y última temporada. Pero esa no fue la única razón para su cancelación, ya que se hablaba de problemas de derechos de autor con la película ‘The Silence of the Lambs’ (El silencio de los inocentes). “Hemos estado tremendamente orgullosos de Hannibal durante los tres últimos años. El creador Bryan Fuller y su equipo, así como sus increíbles actores, han ofrecido una forma de narrativa en televisión que ha sido insuperable”. “Agradecemos a Gaumont (el estudio de la serie) y a todos los involucrados en la serie su esfuerzo por convertir Hannibal en una increíble experiencia para los espectadores de todo el mundo”, dijo en su momento la cadena de televisión en un comunicado. Por su parte, Fuller declaró: “NBC nos ha permitido desarrollar una serie de televisión que ninguna otra cadena se hubiera atrevido a hacer, y nos ha mantenido en antena durante tres años a pesar de las bajas audiencias y de emitir unas imágenes que hubieran escandalizado a los ‘censores’ del canal. Hannibal terminará su último plato en la mesa de NBC este verano, pero el hambriento caníbal siempre puede comer otra vez”. Con esas palabras Fuller dejó abierta la posibilidad de una cuarta entrega en otra cadena o incluso en Netflix.

En agosto del año pasado, el creador de ‘Hannibal’ publicó un tweet que revela el inicio de las negociaciones para una cuarta temporada. “Las conversaciones no pudieron empezar hasta dos años después del final de la tercera temporada. Fue Martha De Laurentiis quien las inició. Pero lleva tiempo”. “Tengo conversaciones con Martha De Laurentiis, con Mads Mikkelseny con Hugh Dancy. Todos estamos entusiasmados con la posibilidad de regresar a la historia. Hay algunos obstáculos que superar, pero acabo de tener una gran idea para la cuarta temporada. Hay un interesante siguiente capítulo en la relación entre Will Graham y Hannibal Lecter que sería fascinante desarrollar. Lo he compartido con los caballeros y ambos están entusiasmados con él”, agregó Fuller. Aunque luego de esto no ha habido más novedades, el director dijo en algún momento que su plan para la cuarta entrega de su Hannibal ‘fresa’ era introducir el personaje de Clarice Starling.

‘Fresa’ es un término social de argot usado en México y algunas partes de América Latina para describir una cultural de los jóvenes superficiales que, por la definición tradicional de la palabra, provienen de una familia de clase alta y educada. La palabra fue utilizada originalmente por adolescentes y adultos jóvenes por igual. Hoy en día, su uso se ha extendido a todos los grupos de edad. Desde que ha entrado en uso, el término se ha referido a los estilos de vida específicos, comportamientos, hábitos y otras características que no tienen relación específica con el estatus económico o étnico, pero que de alguna manera se convirtieron en factores del fenómeno cuando estos estilos de vida Aspectos que sólo se pueden encontrar en un círculo de clase alta. Aunque, no es críticamente necesario porque pertenecer a un grupo de fresa pertenece a la forma en que uno piensa y actúa. Las personas que se llaman ‘fresas’, generalmente no son parte de ella, sino más bien un intento falso de pertenecer a ese grupo. Es decir, las ‘fresas’ auténticas no existen, aunque algunas personas naturalmente piensan, se comportan y actúan el estereotipo sin notarlo, y lo encuentran completamente normal. El término se ha hecho popular en otros países latinoamericanos debido a la popularidad internacional de programas de televisión con personajes ‘fresa’. Es, a veces, considerado el estereotipo opuesto de ‘naco’, sin embargo, no siempre es una palabra despectiva. Tradicionalmente, los adolescentes que asisten a escuelas caras o tienen padres ricos (y tienen más probabilidades de ser ‘fresas’) se llaman ‘niños bien o ‘gente bien’. El acento fresa también es diferente del típico lento acento mexicano de algunas regiones, con un mayor acento establecido y un tono diferente. Mientras que originalmente, la mayor parte de la clase alta educada considerada como ‘fresas’ tenía un vocabulario adecuado en concordancia con su educación, crianza y estatus, hoy en día ‘fresas’ tienen una forma de hablar que se considera frívola y muchas veces sin educación por parte de la élite intelectual (compuesto por personas de todas las clases sociales). La ropa fresa se compone principalmente de las principales marcas, tales como: Abercrombie & Fitch, Hollister Co., Lacoste, Armani, así como otras marcas de ropa costosa, y por lo general se puede ver de compras en centros comerciales bien ubicados (malls) y siempre pagando con tarjetas en lugar de efectivo.

Las cosas se remontan a finales de los años 70 y 80 cuando (por primera vez en la sociedad mexicana) niños, adolescentes e incluso adultos jóvenes comenzaron a usar el comportamiento ‘fresa’ estereotípicamente como una forma de dar una falsa impresión (engañosa) de su realidad social, económica (y educativa). Desde entonces, esa tendencia predominó como corriente entre los mexicanos hasta que nuevas subculturas recientes (y más bien contrarias) se han levantado y reemplazado, como ‘Emos’, ‘Goths’, ‘Darks’, ‘Punketos’, ‘Tech-savvy teens’, ‘Metrosexuals’,’Barrio’, ‘Chuntaros’, ‘Bronies’, ‘Rancholos’, ‘Cosplayers’… ( aunque hay muchos todavía pegados en el estilo ‘fresa’). En esos días, era un privilegio ser confundido como un ‘fresa’. Los copycats se extendieron rápidamente por todo el país, y los knock-offs reemplazaron la calidad de las marcas originales por las baratas que engañaban haciéndose pasar como originales. Las marcas de elección de las ‘fresas’ fueron Dolce & Gabbana, Zara, Polo Ralph Lauren, Furor, Abercrombie & Fitch, Reebok, Lacoste, Tommy Hilfiger, Banana Republic, Hugo Boss, Guess, Levi’s, Puma, Armani, Calvin Klein, American Eagle, entre otros. Las bandas y artistas de elección, cuya influencia creó y ayudó a expandir el fenómeno fueron ‘Timbiriche’, ‘Menudo’, ‘Flans’, ‘Maná’, ‘Luis Miguel’, ‘Sasha’, ‘Los Chicos de Puerto Rico’, ‘Pandora’, ‘Mecano’, ‘RBD’, ‘Kudai’…

Gumaro nació el 7 de abril de 1978, en Tabasco. A los siete años uno de sus tíos lo violó. Ingresó al Ejército a los 18 años. Según los estudios médicos padecía trastornos mentales desde los 15 años aproximadamente y con el uso de sustancias tóxicas la enfermedad evolucionó rápidamente. Meses después, en 2008 y ya en una fase terminal de Sida, fue enviado al Cereso de Chetumal. En el Diario de Quintana Roo, Julián Márquez Ulín, daba cuenta de los últimos días de la vida de Gumaro de Dios y recalcaba que en estos momentos, tras su óbito, “no se descarta que debido al ‘olvido’, su cadáver sea enviado a la fosa común, empero podría también darse el extraño caso de que sus familiares, oriundos de Tabasco, quieran darle cristiana sepultura a su pariente, e implorar por él ante ‘El Dios’ al que en sus alucines, Gumaro de Dios, alias ‘El Caníbal’, siempre se encomendaba…”.  La verdad que esta crónica bien pudiera ser del guionista de la película que tanto miedo en el cuerpo nos metió en la década de los noventa, “The Silence of the lambs” (traducida como “El silencio de los corderos” en España y como “El silencio de los inocentes” en Latinoamérica). La novela de misterio y terror, original de Thomas Harris, es considerada la obra más famosa de la serie ‘Hannibal Lecter’. Llevada al cine en 1991 logró ganar las categorías más prestigiosas en los Premios Óscar.

La alumna de la escuela del FBI en Baltimore, Clarice Starling, es convocada por el jefe de la organización Jack Crawford para investigar el caso de un asesino en serie de mujeres apodado como Buffalo Bill. Es entonces cuando Crawford ordena a Starling entrevistar a un psicópata del Manicomio de Baltimore para obtener información sobre el paradero de Buffalo Bill. El interno es el Dr. Hannibal Lecter, un psiquiatra forense acusado de canibalismo. Starling trata de plantear el mandato de Crawford entrevistando a Lecter sin olvidar que es un inteligente criminal agresivo. Hannibal aprovecha la situación para tratar de revivir los traumas del pasado de Starling. Además, ella se da cuenta que Hannibal no brinda información verídica a menos que ella lo complazca con asuntos personales de su complicada vida que de algún modo, sacien su morbosidad (quid pro quo). Hannibal comienza a dominar la mente confundida de Clarice. Tras el secuestro de Catherine Martin, la hija de la senadora Ruth Martin, el Dr. Frederick Chilton, responsable del Hospital de Baltimore traslada al Dr. Lecter a Tennessee para tener una conversación con la senadora. Mientras, Clarice comienza a seguir de cerca los crímenes de Buffalo Bill. Por otro lado, el Dr. Lecter aprovechará la menor seguridad que en cuenta durante su traslado para escapar…

Gumaro de Dios vió, con toda seguridad, actuar a Anthony Hopkins como el macabro Dr. Hannibal Lecter y a Jodie Foster en el rol principal de Clarice Starling. Él se sintió Anthony Hopkins y al final confundió a su ‘Compinche’ con la sosa de Jodie Foster y ni corto ni perezoso quiso protagonizar, pero esta vez en la vida real, una quinta ‘película’ de la saga de Lecter, tras “Manhunter”, “El silencio de los corderos”, “Hannibal” y “El Dragón Rojo”. El título, “Compinche”. Una sexta entrega tenía in mente. Los servicios de inteligencia de Quintana Roo evitaron su materialización. “The Silence of the chef’ era el título elegido… Es entendible que nadie quisiera estar con Gumaro de Dios. El ‘chef’ de la cárcel de Playa del Carmen se libró por los pelos. Vamos a ser sinceros, el amenazado cocinero era un ‘sancochero’, una amenaza pública, así de claro. Cuando el tabasqueño de Dios le preguntó por la cochinita pibil, le respondió  que no él no le ‘daba’ a la cocina nepalí. Esta respuesta acabó con la ‘paciencia’ de Gumaro que se volvió obsesivo compulsivo con el jefe de cocina. Este pudo haber hecho las veces de un cerdo ibérico de las dehesas de Huelva. De Dios era, quizás, demasiado impulsivo, se pasó con su pareja ‘Compinche’. Lo tenía colgado como si fuera una pierna de jamón ibérico, pata negra. Una cosa es exigir que el ‘envenenador’ se dedique a hacer poesía en lugar de cocinar, pero de recibo no es, tan siquiera el pensar por un instante, comerse al mismísimo cocinero.

Quisiera hacer una reflexión más, pero antes vayamos con la crónica ‘made in Ramón María del Valle-Inclán’ de Julián Márquez Ulín. La he leído y la verdad es que consigue de inmediato que el miedo domine nuestro cuerpo y mente… Shock mixto irreversible, luchaba por su vida, trabajan en la ubicación de los familiares, ‘cuarto frío’ del nosocomio, deceso del ‘tristemente célebre’, el fallecimiento no era constitutivo de delito y la necropsia no se le practicó, en un tiempo considerado sea enviado a la fosa común, se le permitió que alguien con mucho valor sin duda le enseñara la labor de construir hamacas…Perturbadoras frases que me hacen recordar al último periódico romántico que se hizo en España, “El Caso”. Con la muerte de Francisco Franco, en 1975, se inició afortunadamente para la salud mental de la población hispana su ‘shock mixto irreversible’. “Desde hace quince días, ‘El Caníbal de Playa del Carmen’ luchaba por su vida en el Hospital General de Chetumal, empero la madrugada de ayer martes presentó un shock mixto irreversible, lo que sumado a las severas infecciones que tenía en la sangre, le provocó el fallecimiento. Desde hace tres años, el sanguinario Gumaro de Dios Arias pasaba la mayoría de su tiempo construyendo hamacas y, como siempre, su trato para con los demás internos del Cereso era casi nulo. Trabajadores sociales del Centro de Reinserción Social trabajan en la ubicación de los familiares para la entrega del cuerpo, mientras que el cadáver fue enviado al ‘cuarto frío’ del nosocomio.

Según información recabada, luego del deceso del ‘tristemente célebre’ Gumaro de Dios Arias, alias ‘El Caníbal de Playa del Carmen’, autoridades del Hospital General de Chetumal iniciaron con las diligencias para expedir el acta de defunción y la entrega del cadáver a las autoridades del Centro de Reinserción Social (Cereso), donde el occiso se encontraba recluido hasta hace quince días. Como era de esperarse, toda vez que el fallecimiento no fue por un hecho constitutivo de delito, la necropsia no se le practicó al cadáver de Gumaro de Dios, sino que únicamente se le dio parte al Ministerio Público para el registro del deceso. Por lo anterior, se pudo investigar que a eso de las 02:30 horas el cuerpo fue ingresado al ‘cuarto frío’ de ese nosocomio, donde se esperará a que los trabajadores sociales del Cereso ubiquen a los familiares, o en su caso para que en un tiempo considerado sea enviado a la fosa común. Los informes oficiales de la Secretaría Estatal de Salud señalan que Gumaro de Dios ingresó al nosocomio desde hace aproximadamente 15 días, derivado de su degradado estado de salud debido a la enfermedad (SIDA) que se la había detectado hace más de siete años. Dijeron que durante la noche del lunes, el paciente presentó un shock mixto irreversible, derivado de un síndrome séptico, es decir, de varias infecciones que tenía en la piel, lo que le provocó la muerte la madrugada de ayer. Señalaron que la muerte no fue repentina, además de que no derivó de un hecho probablemente constitutivo de delito, por lo que no hubo necesidad de la realización de la necropsia. Personal social del Cereso se encuentra realizando las diligencias pertinentes para dar con los familiares, por lo que mientras esto sucede el cuerpo permanecerá en “el cuarto frío” del nosocomio, y en un determinado tiempo, de no ser reclamado, el cuerpo será enviado a la fosa común.

Información recabada en el interior del penal permitió saber que en los últimos tres años, desde que retornó de un Centro Federal de Readaptación Psicosocial (Ceferepsi), autoridades del Cereso dejaron de mantener tan ‘aislado’ a Gumaro, y se le permitió que alguien, con mucho valor, sin duda, le enseñara la labor de construir hamacas, en lo que se desempeñó la mayoría de su tiempo. Informantes aseguraron que aunque tenía menos ‘restricciones’ Gumaro de Dios, como era su estilo, optaba mejor por estar distante de los demás reos, únicamente se la pasaba construyendo hamacas y de vez en cuando salía a presenciar los partidos de fútbol que se realizaban en el interior de ese penal entre reos. En los últimos meses, luego de los constantes problemas de salud que le provocaba la enfermedad que padecía le restara ‘peligrosidad’, ‘El caníbal’ ya no era temido por los reclusos como en un principio, tanto que en algunas ocasiones se le vio compartir espacios cuando construía sus hamacas.

Reportes del interior del penal confirmaron que, al menos, en los últimos tres años, Gumaro de Dios no recibió visita de familiar alguno, por lo que no se descarta que debido al ‘olvido’, su cadáver sea enviado a la fosa común, empero podría también darse el extraño caso de que sus familiares, oriundos de Tabasco, quieran darle cristiana sepultura a su pariente, e implorar por él ante ‘El Dios’ al que en sus alucines, Gumaro de Dios, alias ‘El Caníbal’, siempre se encomendaba”. Julián Márquez Ulín, en su crónica se equivocó en sus previsiones. La familia de Gumaro reclamó su cuerpo para trasladarlo y enterrarlo en el panteón familiar de Tabasco.

Después de esta descripción necrofílica, no exenta de cierto histrionismo connotativo, solo me resta una última reflexión. Thomas Harris y la serie de ‘Hannibal Lecter’ volvieron a poner al personal los pelos de punta a finales del siglo pasado. La ‘vasca’ era irreverente, hay que reconocerlo, la gente se reía de Drácula, de Frankestein, de Fantomas, de Fumanchú, de los psicópatas con cara de buenos -para despistar al personal-  de Alfred Hitchcock, de los trasvestidos y caras cortadas de Brian de Palma, de las motosierras de Viernes 13, de las chicas que giraban su cabeza como si fuera un carrusel de feria y arrojaban a la vez chorros  de vomitonas verdes de “El exorcista”… Hasta que llegó Anthony Hopkins. Desaparecido el franquismo pasamos de una dictadura a un libertinaje -al menos esto era lo que decían mis tías-. España estaba necesitaba de muchos Hannibal’s Lecter’s.  Niños y jóvenes, que padecían a diario ‘bullying’ no detectados entonces, en su fuero interno deseaban tener un tío como Lecter. “Ya verás cuando le diga a mi tío que es más grande que tú y tan malo como Hannibal…”, era la defensa esgrimida ante la crueldad reinante por entonces, en la invertebrada España. No les importaba que su ‘tío’ fuera capaz de repartir sesos y otras vísceras humanas fritas a sus ingenuos y gilipollas invitados comensales…

El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse de miembros de la propia especie. El término se aplica a cualquier animal, aunque se suele emplear el término caníbal para referirse al ser humano que se alimenta o come a otro ser humano (antropofagia). El término proviene de la deformación de la palabra caribe en caniba o cariba del idioma taíno, parcialidad de la etnia arawak. Para los caribes, significaba “osado”, “audaz”; para los arawak, “enemigo”; y para los europeos, “comedores de carne humana”. Nativos de América que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española en su primer viaje y que practicaban la antropofagia, los caribes atacaban a los arawark para conseguir botines y de paso capturaban a los niños a los cuales castraban y criaban para comérselos. Se trataba una práctica socialmente rechazada y legalmente sancionada, los casos particulares en sociedades occidentales, actualmente se relacionan con situaciones extremas de hambre, criminales o personas con profundos problemas psicológicos.

No se sabe a ciencia cierta cuándo los humanos adquirieron el hábito de la antropofagia. En Europa, Francia, Alemania y en concreto, entre otros, en los yacimientos arqueológicos de Atapuerca, en España, mediante el estudio de las marcas en los huesos encontrados en la cueva de la Gran Dolina demuestran que se practicó un canibalismo que, con toda seguridad, no fue producto de una hambruna y carecía de cualquier intención ritual, sino que se efectuó por lo que se ha denominado como canibalismo gastronómico ancestral. Se ha demostrado que el Homo antecessor lo practicaba hace ya unos 800.000 años de antigüedad, siendo esta la referencia sobre canibalismo más antigua de Europa. Varios arqueólogos afirman que restos arqueológicos en Mesoamérica y Sudamérica contienen muestras de canibalismo. Asimismo, se discute la extensión del canibalismo ritual en algunas culturas africanas o polinésicas.

Según los relatos de los conquistadores, entre los pueblos nativos aliados y adversarios de Hernán Cortés la práctica del canibalismo era habitual en actos religiosos y tras las escaramuzas; para lo cual, incluso se solía llevar sal a las batallas para salar a los enemigos muertos, de forma que les durase más tiempo su carne y pudieran volver con ella a sus poblados y repartirla entre sus familiares. El canibalismo como forma habitual de sostén alimenticio no ha sido probado y los casos de los que se suele hablar se basan en fuentes que podríamos calificar de parciales (conquistadores, enemigos, exploradores, etc.). En la psicología, el canibalismo se describe como el resultado de impulsos agresivos-orales no controlados, un acto antisocial originado por el deseo de dominación. Es atribuido a muchas tribus y etnias: los nativos amazónicos, los aztecas, los pigmeos y otros nativos de la cuenca del río Congo, las tribus Korowai y Fore de Nueva Guinea. En casos aislados, se ha acusado de caníbales a las poblaciones enemigas como medio de propaganda con que desproveerlas de toda civilización o humanidad. De esta forma, la conquista, represión o cualquier tipo de trato inhumano y vejatorio podían ser fácilmente justificados moral y legalmente. Otro ejemplo clásico de esta tendencia sería la acusación de canibalismo hacia los cristianos en época romana que facilitó su criminalización y posterior represión.

El canibalismo por hambre en tiempos de amenaza extrema sería una práctica vinculada a situaciones donde se pone en juego la propia existencia, por lo que tiene su causa inmediata en la desesperación y la necesidad radical de sustento. Actualmente, ha decrecido su práctica y en las civilizaciones actuales es socialmente rechazado y legalmente sancionado; la extensión y aceptación social en el pasado es un tema debatido en la antropología y se enmarca en el relativismo cultural. Los casos particulares se relacionan con situaciones extremas de hambre, criminales o personas con profundos problemas psicológicos. La práctica del canibalismo como último recurso en situaciones de hambre fue la extrema situación de los jugadores de rugby uruguayos sobrevivientes del ya nombrado accidente aéreo en los Andes en 1972, quienes lograron mantenerse con vida alimentándose de los cuerpos de las víctimas mortales del accidente. El canibalismo como forma de supervivencia fue realizado después de una oración solemne. Más tarde se justificó plenamente la acción de supervivencia. El 11 de julio de 1981 Issei Sagawa asesinó de un disparo a Renée Hartevelt de 25 años de edad, descuartizó el cuerpo y se lo comió. Narraría su experiencia caníbal en un posterior libro. Actualmente, Sagawa vive en libertad en Tokio y es una pequeña celebridad en Japón, a menudo es invitado a participar como conferenciante y comentarista en televisión. Entre 1978 y 1991, Jeffrey Lionel Dahmer, apodado ‘El Carnicero de Milwaukee’, fue un asesino en serie responsable por la muerte de 17 hombres y chicos. Es conocido no sólo por la cantidad de personas que asesinó, sino también por practicar la necrofilia y el canibalismo. En el año 2002 se estrenó una película llamada ‘Dahmer’ basada en su historia real, con Jeremy Renner en el papel de Jeffrey Dahmer.

En 1999, se dio en Venezuela un caso de canibalismo: Dorángel Vargas, un indigente oriundo del Estado Táchira asesinaba a sus víctimas para luego consumir la carne. Se le conoció como ‘El Comegente del Táchira’. Sin embargo, en este caso se trataba de un cuadro de esquizofrenia aguda que padecía. En marzo de 2001, el alemán Armin Meiwes grabó en vídeo como cortó el pene, asesinó, descuartizó y se comió a Bernd Brandes con quien contactó por Internet y que supuestamente le pidió que lo matara y luego le devorara. Por ello Armin Meiwes es conocido como ‘El Caníbal de Rotemburgo’. En México, en el 2004 se dio el caso del tabasqueño Gumaro de Dios. No iba a ser el único en esa década en nuestro país. El 8 de octubre de 2007, miembros de la Procuraduría General de Justicia de México DF fueron a la casa de José Luis Calva Zepeda y lo arrestaron bajo la sospecha de ser responsable de la desaparición de su novia Alejandra Galeana Garabito, quien había sido vista por última vez el día 6 del mes. Fue hallado el cuerpo de esta mujer destazado y algunas partes frito en un sartén. No se ha comprobado científicamente que ingiriera carne humana, y él mismo lo negó antes de morir, pero algunos datos apuntan a que así fue. Trató de escapar a través de una ventana, pero se lastimó en el intento y fue aprehendido. La policía encontró restos del cuerpo de su novia, carne humana en el refrigerador, una sartén con carne humana frita y huesos humanos en una caja de cereal, además de un libro sin terminar titulado ‘Instintos Caníbales’ o ‘12 días’ y una foto del actor Anthony Hopkins en su papel de Hannibal Lecter.

En la mitología griega, al dios Cronos se le profetizó que uno de sus hijos le destronaría, por lo que cada vez que nacían sus hijos, los devoraba; pero su esposa Rea, harta de esa costumbre, cuando iban a nacer su quinto y sexto hijos, Rea parió en secreto y una vez nacido Zeus, le dio una piedra en lugar de su hijo; lo mismo ocurrió con Poseidón, que comió un potro, en lugar del hijo. Una vez crecido Zeus, obligó a su padre a vomitar a sus hermanos: Hera, Deméter, Hestia y Hades. El citado caso de los Supervivientes de los Andes provocó la generación de noticias, libros y películas. Aparece también como tema en múltiples obras, desde ‘Tito Andrónico’ de William Shakespeare, o más recientemente la novela de Edgar Allan Poe ‘Las aventuras de Arthur Gordon Pym’, donde cuatro supervivientes deciden jugarse a suertes quién de ellos se sacrifica para que los demás coman, pues llevaban muchos días en mitad del océano sin comida y sin bebida, hasta el caso del Dr. Hannibal Lecter, personaje de ficción de la película ‘El Silencio de los Corderos’, basada en la novela homónima de Thomas Harris… Hannibal fue un caníbal virtual y Gumaro fue nuestro caníbal real. Descanse en paz Gumaro de Dios quien logró, a final de sus días, que ya no fuera temido por los otros reclusos, compartiendo incluso con ellos incluso espacios cuando construía sus hamacas… El que descansa también más tranquilo, ahora, es el ex ‘chef’ de la prisión solidaria de Solidaridad.

Antonio José Navarro, crítico e historiador cinematográfico, se sintió atraído por el tema durante la elaboración de otro trabajo, “El imperio del miedo: El cine de horror norteamericano post 11-SW” (2016). “Me di cuenta de que el tema del canibalismo era muy recurrente en el cine de terror estadounidense de los setenta en adelante y que, en la época que yo abarcaba en ese libro, volvía a aparecer”. Con una estrella del calibre de Timothée Chalamet actualmente en las pantallas de cine devorando a sus semejantes en el drama adolescente “Hasta los huesos”. Bones and All, la pervivencia del caníbal en el imaginario colectivo y fílmico está fuera de toda duda. Series como “Yellowjackets” han hablado del tema y en 2023 llegará “La sociedad de la nieve”, nueva aproximación de J.A. Bayona a la tragedia de Los Andes de 1972 en la que los supervivientes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya recurrieron a la antropofagia para sobrevivir (una historia ya contada en ¡Viven! con gran éxito en 1993).

“La mirada que se ofrece casi siempre del caníbal en el cine es siempre como anomalía”, explica Navarro. “O como un otro, como lo extraño, como nuestra contrapartida salvaje. En el fondo, esa es la monstruosidad. Y proporciona un campo abonado para depositar las ideas o visiones que cada uno tenga del mundo. Por ejemplo, “Holocausto caníbal” (1980), que es una película extremadamente violenta, desagradable y con escenas todavía hoy difíciles de ver, sabiendo que algunas tienen efectos especiales y otras no [las muertes de animales son reales], es también una película descaradamente política, que habla del colonialismo, de los estragos de la civilización en su penetración en la naturaleza y en su contacto con pueblos primitivos, que no son más que nuestro propio reflejo. La lectura política y moral es clarísima: son los hombres blancos civilizados los que matan con crueldad y de manera gratuita a los animales, porque encima no los utilizan para comérselos. Forma parte de esa denuncia de la supuesta civilización que realmente destruye en busca de fama, dinero, recursos energéticos… Igual que los nazis, que llevaron a cabo las peores atrocidades imaginables, eran personas con una gran cultura. Lo que nos dice el director, Ruggero Deodato, es terrorífico: que toda nuestra civilización, más que mitigar esos instintos, los potencia. Es una película muy revolucionaria, precursora del falso documental. Pero han pasado décadas hasta que una serie de críticos se ha atrevido a dignificar un producto como este, que no tiene nada de inocuo ni de inocente”. 

¿Sigue existiendo un tabú a la hora de hablar de canibalismo desde una perspectiva histórica? Evidentemente. A nadie le gusta que le digan que sus antepasados se comieron a los vecinos, pero eso es algo que está demostrado científicamente. La mayoría de nuestros antepasados se comieron a los vecinos, como demuestra el hecho de que, en tres cuartas partes de la población, se haya detectado la mutación que evita que si nos comemos a una persona enfermemos. Según las evidencias arqueológicas, los hombres primitivos no solamente se comían a otros por necesidad, sino que lo hacían también por gusto, porque debían encontrarlos ricos. Eso es algo que ha roto los esquemas morales de todas las sociedades humanas, pero es una realidad. El canibalismo es algo común en la naturaleza. No tiene nada de maligno, la maldad se la damos nosotros con nuestra mirada. Es seguir unas leyes naturales que sobrepasan todo lo que nosotros hemos concebido como cultura y como civilización.

¿El rechazo a las películas de caníbales como algo de mal gusto obedece también a esa percepción? Existe desde hace muchas décadas el intento de ‘gentrificar’ el cine, de ennoblecerlo. Entonces, hay ciertos temas que parece que no se deben tocar. Cualquier película que trate el tema del canibalismo y ahonde en él, aunque sea con otras finalidades como la crítica social o política, es considerada automáticamente un cine de baja estofa. Todo esto tiene una expresión cultural que ha sido silenciada para no denigrarnos. Los hallazgos de Atapuerca están confirmando las prácticas caníbales de nuestros antepasados, pero se le han dado poca importancia, es algo que tienes que buscar si quieres encontrarlo. Por no hablar de los rituales religiosos que hay a lo largo del mundo que implican la ingesta de personas sacrificadas o incluso de personas que simbolizan al propio Dios. En una misa estamos ingiriendo el cuerpo y la sangre de Cristo. Lo hacemos a nivel simbólico, pero para adquirir, como decía Freud, cualidades de ese Dios al que estamos venerando comiéndonos su cuerpo. ¿Ha funcionado la cultura, en cierta manera, como canalizadora de esas pulsiones? La cultura es un producto de la civilización, que se creó precisamente para dominar, controlar y reprimir esos impulsos. Lo que pasa es que siempre acaban saliendo, por un lado u otro. Por supuesto, entre pintar un cuadro, escribir una novela o hacer una película y comerte una persona, media un abismo. Pero me sorprendió la cantidad de fuentes literarias, pictóricas, mitológicas y psicológicas que hablan del canibalismo como un elemento que, además, está integrado en nuestro lenguaje cotidiano sin que nos demos cuenta. Las expresiones vulgares referidas al sexo, como “¡Te voy a comer tal cosa!”, o cuando tienes en brazos a tu hijo o a tu sobrino pequeño y le dices “¡Ay, que te cómo!”, o cuando le pegas una paliza al equipo contrario y dices “Nos los hemos comido con patatas”… evidencian muchas cosas.

Una noción del caníbal como la que se propone con Hannibal Lecter, que es un personaje muy culto y racional, ¿es entonces más provocativa que la del arquetipo del caníbal bestial e instintivo? Sin duda. Es una línea en la que no se ha trabajado mucho. Hannibal Lecter es un hombre sobrecivilizado. Su cultura, su filosofía, su saber estar en este mundo, le han dado una perspectiva absolutamente cínica y descreída que le ha llevado a romper con todos los tabús, por eso se come a sus pacientes y a todo el que le moleste, como el famoso funcionario del censo al que come el hígado con unas habitas y un Chianti. Es una persona superinteligente que, de alguna manera, se mofa de los valores civilizados que él mismo parece encarnar. En este sentido, es extremadamente provocativo. Los caníbales del cine empiezan siendo caricaturas de personas ‘racializadas’ pero, más tarde, la tendencia les lleva a representar los Estados Unidos profundos y conservadores. ¿Hubo una intención subversiva en esta evolución? Cineastas como George A. Romero [director de “La noche de los muertos vivientes”, de 1968] o Tobe Hooper [director de “La matanza de Texas”, de 1974] tenían una educación urbana y eran de izquierdas, así que sí, lo hacían con una intención totalmente subversiva. Esa América profunda llena de hillbillies y rednecks era, para ellos, el símbolo de todos los males de Estados Unidos. Son los feudos republicanos, del Cinturón de La Biblia, el culto a las armas… Así que lo peor que te puede pasar es ser un urbanita, perderte ahí, que te encuentren y que te coman. Engullir al protagonista que viene de la ciudad es el acto de destrucción supremo, porque ellos los convierten en pura carne, en presas. Hay un rechazo a esa mentalidad del interior de Estados Unidos que ha dado pie a muchísimas películas.

¿Hay también una dimensión sexual en el canibalismo? Menciona brevemente el caso del caníbal de Rotemburgo, que en 2001 asesinó y se comió a un hombre bajo el consentimiento de la víctima. El hecho de comerte a alguien que amas o que deseas sexualmente puede ser visto como el acto último de posesión y asimilación, porque la otra persona pasa a formar parte de tu propio cuerpo. En la psicología moderna se habla de la’ cute aggression’ [traducible como “agresión linda”], que hace referencia a cuando mordisqueas o arañas a tu pareja, o tu pareja lo hace contigo. Eso no es un acto de violencia teñido de crueldad o de sadismo, es una forma de expresar amor y deseo a través de los mordiscos, los chupetones… con un punto de canibalismo subliminal. En el caso del caníbal de Rotemburgo, durante el juicio hubo ciertos dilemas que traspasaban la jurisprudencia. Había un acuerdo tácito entre esas personas, una quería que la otra le matase y le comiese. Pero el Estado, aunque tú quieras que te maten y te coman, tiene la obligación de protegerte, por lo que el otro automáticamente es un criminal.

¿Llenar el canibalismo de connotaciones y metáforas cinematográficas no le quita fuerza? No creo que una cosa contradiga a la otra. Al final, el canibalismo no es solo un acto de ingesta de carne humana, tiene unas implicaciones y ahí entran todas las posibilidades de la metáfora. En el banquete caníbal no participa cualquiera, no se come a cualquier persona, no se come cualquier parte de esa persona. Lo que ocurre es que la metáfora no adquiere su fuerza si no se representa de una manera contundente, para que entendamos qué supone el hecho de cocinar a una persona, trocearla y comérsela. Por ejemplo, “Crudo” (2016) está hecha con una distancia que creo que perjudica el tratamiento del tema. Comerse a una persona no es un acto del que uno pueda distanciarse. El quid de la cuestión es cómo rompes ese tabú, esa barrera mental, y llegas a aceptar como normal para sobrevivir lo que en tu sociedad sería absolutamente anormal. Por ejemplo, con la historia del equipo de rugby uruguayo en Los Andes, siempre hago una distinción entre la versión estadounidense de Frank Marshall, “¡Viven!” (1994), y la mexicana de René Cardona, “Supervivientes de los Andes” (1976), que me parece mucho más sincera. ¿Cuál es la gran diferencia? La película estadounidense habla del heroísmo de los jóvenes que sobrevivieron y traspasaron las montañas para conseguir ayuda. Pero ese no es el tema, el tema es cómo se recorre ese proceso de llegar a comerte a tu amigo para sobrevivir. Los supervivientes de Los Andes seguían incluso un ritual. No se comían determinadas partes del cuerpo, el que actuaba de descuartizador lo hacía en la más estricta intimidad…

¿Diría que ha habido una evolución del subgénero y una sofisticación en los argumentos? En los últimos años ha habido una sofisticación, pero más formal que temática. Hay películas supuestamente intelectuales que buscan justificaciones que no están en lo instintivo o en lo primitivo, que no están en el lado oscuro de la mente humana. En cambio, otras como “En mi piel” (2002) o “Problema cada día” (2001) son películas hechas más desde las tripas, por decirlo de alguna manera. “En mi piel” me parece sumamente perturbadora y utiliza el autocanibalismo, rizando el rizo, para exponer una serie de temas muy inquietantes sobre la violencia contra las mujeres. El cine de caníbales no va a desaparecer. Cambiará y mutará en función de las sociedades, pero no creo que sea ahora mejor ni peor que en otras épocas. Es diferente. Ahora se tratan temas que, probablemente, años atrás no se podían haber tratado.

@SantiGurtubay

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