GERMÁN GALLEGOS CRUZ. Mesa De Las Nauyacas

 

¿BORRÓN Y CUENTA NUEVA?

Atento recado a Pepe Gómez, presidente del Grupo Quequi.

El clamor popular es: cuentas claras. El quebranto a la hacienda pública es cuantioso y por cuantioso, parece inverosímil. ¿Dónde habrán metido tanto dinero?, preguntaba un amigo en nuestra democrática Mesa de las Nauyacas. Parece increíble que en solo dos administraciones estatales se haya llevado al estado de Quintana Roo a la quiebra financiera. Los datos que presentamos son de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Ahora todo mundo lo sabe, los quintanarroenses debemos $14,199.00 por cabeza. Adiciona a esta información, que los pasivos documentados ascienden a $22,071,000,000,00, hasta me da temor escribir y describir esta diabólica cantidad.

Este endeudamiento nos coloca en el «top ten» de los estados con mayor carga financiera. Estos pasivos del estado representan el 280% de sus participaciones del “Ramo 28”, el nivel más alto entre las 32 entidades federativas, tres veces más que el observado en el promedio nacional, que es del (84.7%). Ello implica que si el Gobierno estatal los liquidara únicamente con los recursos que recibe por ese concepto, tardaría casi tres años en hacerlo. Por supuesto que esta posibilidad de pago es una visión hipotética. El estado no podría paralizar de manera total su dinámica administrativa.

Se presenta como un recurso didáctico para poder entender de manera sencilla la dimensión del problema financiero de nuestro estado. Hay una pregunta: ¿Es inconsciencia o cinismo, cuando las autoridades financieras del estado anuncian con bombo y platillo que las agencias calificadoras Moody’s, Standard & Poor’s, Fitch y HR Ratings, nos otorgan una buena calificación para el siguiente empréstito? Por supuesto que este anuncio con bulla excesiva, sirve para vender una verdad a medias como verdad completa.

En la última calificación de estos instrumentos del agio internacional, Quintana Roo pasó de «panzazo». Hubo recorte en las calificaciones, originados por recurrentes desequilibrios primarios, por una baja dinámica en la recaudación de ingresos estatales, aunado a un alto crecimiento del gasto corriente y crecientes niveles de endeudamiento. La economía estatal está con signos de alarma. De ahí el descontento del pueblo. La gente pregunta con sobrada razón: ¿Dónde metieron tanto dinero, si obras de infraestructura que correspondan al endeudamiento no existen? No les será fácil contestar este cuestionamiento popular a los gobernantes que se van. Y no será fácil para el nuevo gobernador dar satisfacción puntual a quienes reclaman justicia. La mayoría de los votantes que llevaron al triunfo a Carlos Joaquín, reclaman cárcel para los saqueadores. Pero la justicia de bote pronto no existe. Es indudable que se llevará su tiempo para sentar en el banquillo de los acusados a quienes se despacharon con la cuchara grande. Imagínense la minuciosa auditoría que necesitará el nuevo gobierno para presentar la maciza denuncia. Creo que han de contratar algún despacho contable de mucho prestigio para tal efecto y no puede haber fallas en el recuento de los daños. A la vista de todos se nota la transa, pero no basta para denunciar a nadie. Hay que tener los “pelos de la burra» en la mano. Y sólo entonces iniciará el proceso penal para el castigo que reclaman.

 

LOS MUNICIPIOS, TAMBIÉN

Si la deuda estatal espanta, la deuda de cuatro municipios revuelve el estómago. ¿Qué necesidad tendrían Cancún, Playa del Carmen y Cozumel de contratar deuda? Son municipios con ingresos propios cuantiosos, que de ninguna manera tuvieron necesidad de pedir prestado. Chetumal (Othón P. Blanco) es un caso especial. Desde que dejaron en el abandono los tres últimos gobiernos estatales a la capital del estado, este municipio entró en una especie de quiebra financiera también. No tiene grandes ingresos y si sumamos el saqueo gradual (robo hormiga) de los últimos cuatro presidentes municipales, pues no hay manera de presentar buenas cuentas. Los capitalinos están colgados a la esperanza de los nuevos gobernantes. Cuánta decepción amontonada en el noble corazón del pueblo chetumaleño, cuántos sorbos le dieron a la pócima amarga del desencanto. Se cansaron, vaya que sí se cansaron y sacaron valor del coraje, y desafiaron al Gobierno déspota e insensible, que les dejó en total abandono, casi en estado de inanición. Ahora surgen luces de un nuevo amanecer, de la probable justicia para cobrar las facturas pendientes a los deudores morosos. He oído decir al ciudadano de a pie, que nadie se cruzará de brazos si no hacen que los que con malas artes saquearon el tesoro estatal, devuelvan lo sustraído. Eso sería lo justo. Y no hay por qué se pierdan en el olvido tan grandes agravios. Una simple multiplicación nos muestra las inocultables evidencias, dice un mecánico automotriz de Tulum. Y pregunta: ¿cuál es el salario por día del gobernador, del presidente municipal, del diputado, del regidor? Multipliquemos por treinta, para saber cuánto gana por mes. Si ya se hicieron de grandes negocios y caras propiedades, nos están robando. Por eso no cabe de ninguna manera, el borrón y cuenta nueva, remató.

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