GERMÁN GALLEGOS CRUZ. La Mesa De Las Nauyacas

 

SIN OBRA PÚBLICA

Atento recado a Pepe Gómez, presidente de Grupo Quequi.

Desde hace algún tiempo hemos puesto sobre la mesa una discusión para analizar y compartir: La obligatoriedad de los servidores públicos de presentar resultados a la ciudadanía. Los periodos gubernamentales son relativamente cortos y, por lo mismo, las promesas de campaña no escapan de la memoria colectiva. Cuando recordamos el «slogan» favorito del candidato y después presidente municipal: Yo soy como tú -por eso te voy a cumplir- (decía David Balam). No atinamos a la explicación lógica del por qué a unos meses de comprometerse en campaña y luego en el protocolo de la toma de protesta se desvanece el compromiso adquirido. Estamos a escasos dos meses que la administración de David Balam Chan termine, y sólo vemos resultados nulos, que con suerte de prestidigitador nos dicen: Nada por aquí y nada por allá. Los números son flacos para los recursos manejados. ¿Qué le faltó a este servidor público para dejar un testimonio permanente de su quehacer político como primera autoridad del municipio de Tulum? A contrapelo de lo que dicen sus escasos panegiristas, el hombre no dejará ningún rastro de su fallida administración. No hay obra pública que recordar, que agradecer, salvo remiendos en algunas calles y banquetas que podrían contarse con los dedos de una mano. No hay alumbrado público aceptable que brinde seguridad a los caminantes nocturnos. No hay absolutamente nada digno de un aplauso espontáneo. En el inicio de la administración de David Balam Chan, tuve la oportunidad de platicar con él acerca de los proyectos de obra pública para dotar a nuestra joven ciudad de mejor infraestructura urbana. Lo vi animado y habló de gestionar recursos para construir más escuelas, un hospital público de primera línea, pavimentación de calles, alumbrado público, aseguró apoyar a las comunidades mayas, prometió resolver el insalubre problema de la basura, mejorar la seguridad pública, etc. Y ahora que el tramo se le acaba, no hay nada digno de escribir a su favor. Tengo entendido que el municipio de Tulum tiene una recaudación impositiva anual arriba de los 300 millones de pesos, sin contar las aportaciones de los gobiernos federal y estatal. Con estos recursos en disposición de la administración de David Balam Chan no podrá decir que administró la miseria. El cuestionamiento que hace la gente desde hace un rato es: ¿Dónde se aplicaron tantos recursos económicos? Si no hay obras, hay sobradas razones para la sospecha. La gente habla de la faraónica riqueza del presidente, los que conocemos a David Balam Chan no podremos aceptar que de la noche a la mañana haya acumulado recursos económicos de insulto, en líquido y bienes raíces, según el decir de la ciudadanía.

 

Ley Anticorrupción

Siguiendo el hilo del caso Tulum, me imagino que David Balam Chan ya conoce los alcances de la Ley Anticorrupción recién promulgada por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto; el propio mandatario reconoció la ofensa que causan los excesos, hizo una anotación «sincera» del error de haber adquirido una casa de ocho millones de dólares (la “Casa Blanca”), pidió perdón por el error que lastimó a los mexicanos y reconoció que dicho exceso afectó mucho a su familia, a la investidura presidencial y de paso a su persona. Parece que el mensaje es muy claro para quienes cayeron en la tentación del dinero fácil. Ojalá lo entienda el presidente de Tulum y sepa que no habrá padrinos de salvación, ni forma de eludir la rendición de cuentas. La fiscalía especializada en asuntos de corrupción revisará palmo a palmo las cuentas de los mano larga. Así que, si la voz del pueblo resulta ser la voz de Dios, algo de verdad hay en el clamor popular. Cómo me hubiera gustado que el presidente de Tulum hubiera hecho una obra que le agradeciera la gente; por ejemplo, la barda perimetral del panteón municipal, aunque sea. Todos tenemos un muerto que reposa en ese lugar. Pero no se animó el hombre a construir nada para el pueblo. Se va y nos queda a deber, se va con las alforjas llenas para asegurar el futuro. Deja en suspenso la operación del Relleno Sanitario, creo que no tuvo tiempo de negociar la concesión a empresas privadas. Hubiera pegado un «hit» resolviendo el problema insalubre de la basura. Respecto a la imagen urbana, no creo que el rostro de calle bombardeada de la avenida Tulum tenga remedio a corto plazo, será asunto de la próxima administración resolver los múltiples entuertos que nos deja como herencia. No sé si en el pensamiento de un gobernante quepa la virtud del arrepentimiento sincero, pero el hecho de escuchar al presidente Enrique Peña Nieto manifestar que se arrepiente del escandaloso «affaire» de la “Casa Blanca” da pie para renovar un mínimo la esperanza, y creer que nuestros tropicales gobernantes harán lo propio por sus múltiples «trácalas». Total, dice el pueblo, que la esperanza muere al último.

La frase: En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente. Khalil Gibran.

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