GERMÁN GALLEGOS CRUZ. La Mesa De Las Nauyacas
BODAS GAY… EL DEBATE
Atento recado a Pepe Gómez, presidente del Grupo Quequi.
Dicen los mayores que no hay cosa más necia que tratar de tapar el sol con un dedo. En estos días hay un debate que nos pone en riesgo de una confrontación. La comunidad lésbico-gay reclama un derecho que en México ya es ley.
Quieren matrimoniarse, quieren casarse y algunos grupos radicales oponen resistencia. Argumentan que es contra natura, que no es correcto que parejas de un mismo sexo se casen.
¿Pero acaso es mejor que sigan ocultando en la «oscuridad» una relación sentimental o afectiva que de por sí existe?
En la propuesta original de este numeroso grupo social, expusieron como soporte seguridad jurídica para las parejas, que por razones de rechazo y prejuicios sociales, han vivido en una especie de informalidad.
Parece que su argumento es irrefutable y a las autoridades correspondientes, sobre todo de gobiernos democráticos, no les quedó otra alternativa que legislar al respecto y hacer constitucional el reclamo.
Hoy en día, 22 países permiten el matrimonio en parejas del mismo sexo, ejemplo: Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Dinamarca, Escocia, España, Francia, Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Holanda, Suecia, México, Uruguay, etc.
¿Hay grupos que se oponen como en nuestro país? Sí, los hay, quizá menos radicales, pero existen. Dicen que la intolerancia es hija de la oscuridad, más intolerante es el que vive en las tinieblas. (Se afirma, con buenas bases, que entre más rabiosa es la homofobia, más abultado es el homosexualismo reprimido).
En poco tiempo tendremos que aprender a convivir con esta nueva realidad. No hay cómo evadirla, ni cómo negarla.
Les diré que no suelo buscar sarna para rascarme, ni pretendo meterme a una nopalera, por el gusto de incomodar a algún grupo social discrepante, pero asumo que pecan de hipócritas los que rechazan a ultranza a las personas con preferencia sexual diferente.
Mostraré un ejemplo simple de esta hipocresía: por un lado, muestran el más tenebroso rostro de su homofobia y por otro lado, lloran a rabiar por la muerte de Juan Gabriel.
En estos tiempos de la comunicación instantánea hay muchas cosas que no se pueden ocultar. En lo personal, mucho me incomoda que familias puritanas quieran desaparecer al pariente cercano o medianamente lejano, o quizá su propio homosexualismo, sólo por negar la existencia de una realidad insoslayable.
Casi siempre hay en cada familia un miembro con estas características y, sin temor a equivocarme, son los más productivos, los más solidarios, los más generosos con la parentela.
Tengo un pariente político que gritaba con exagerada estridencia que “si me sale un hijo puto, lo capo”. Por fortuna para este macho rural, el hijo “puto” como él lo llamaba, es quien se encarga de aportar los recursos económicos para curar sus enfermedades de viejo. Lo hace con tanto amor y generosidad, que se ha de tragar palabra por palabra su maldición.
No se puede negar la existencia de otros por discrepancias de gustos. La historia nos muestra un enorme catálogo de hombres y mujeres que a pesar de su aparente «anormalidad», contribuyeron a enriquecer las disciplinas humanas que hacen de este mundo un hogar común habitable y lleno de oportunidades.
Algunos botones de muestra, para analizar: Sócrates, Platón, Cayo Julio César, Alejandro Magno, San Agustín, Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Jules Verne, William Shakespeare, Oscar Wilde, Sir Francis Bacon, Sir Isaac Newton, Miguel de Cervantes, Voltaire, Goethe, Botticelli, Honore De Balzac, Salvador Dalí, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Elton John, Pedro Almodóvar, etc.
Las ciencias, el arte, la literatura, la filosofía, la música, las magnas obras de arquitectura, de ingeniería, no existirían con el esplendor que asombra, sin la contribución de estos seres humanos excepcionales. ¿Cómo negar su existencia con tan enorme legado?
Invitemos a la reflexión, puede ser que logremos un poco de armonía, si ponemos en práctica un axioma contundente de los fundadores de AA: vive y deja vivir.
No a la adopción
Este punto sí es delicado, porque involucra a un ser humano que no está en condiciones de elegir, por minoría de edad.
Hemos debatido al respecto con varias personas de diferente estrato social y la conclusión siempre desemboca en el mismo punto: No a la adopción de niños en las parejas homosexuales.
Y no se necesita ser especialistas en psicología, antropología o alguna ciencia social especializada, para concluir que no existen las condiciones adecuadas para que estas parejas tengan la responsabilidad de educar integralmente a un niño. Quizá en una próxima entrega podamos analizar con más cuidado sobre el asunto, con la opinión de algunos miembros de la comunidad gay.
Ellos podrán exponer las razones de esta pretensión y comunicarle a quienes como yo, nos oponemos a la adopción de niños.
Las decisiones sin reproche se toman en conciencia y sólo en la mayoría de edad se puede decidir con quién y a dónde vivir.
- Si tienen algún familiar cercano o lejano con preferencia sexual distinta, piensen que lo condenan al desprecio social con la promoción de las marchas del rencor.
La frase: No puedo enseñar nada a nadie, sólo puedo hacerles pensar. Sócrates.