GERMAN GALLEGOS CRUZ. La Mesa De Las Nauyacas
“Auditorio del Bienestar”
Muy atento recado a Pepe Gómez, presidente de Grupo Quequi.
¿A quién se le habrá ocurrido el vacío e inofensivo nombre para tan “colosal” obra? “Auditorio del Bienestar”. ¿Bienestar para quién? Quizá a alguien que no estuviera infectado con el virus del “marketing” le hubiera llamado: Coliseo Cancún, Arena Cecilio Chi, Cen¬tro Deportivo y Social Jacinto Pat, etc. Pero un nombre que no penetra en la psiquis de la gente, aun para quienes no padecen Alzheimer, es tan difícil recordar tan inocuo apodo (Auditorio del Bienes¬tar). Pero bueno, saco a colación tan cues¬tionada obra, porque el miércoles pasado viajé a Cancún con la finalidad de renovar mi pasaporte, y pasé frente a esta vistosa obra que duerme, que reposa una “vir¬ginidad” forzada, porque desde cuándo estará esperando la estrenen con algún espectáculo de talla internacional. Se ha gastado mucha tinta en el juicio mediáti¬co y popular, que si es la obra insignia de la administración del gobernador Rober¬to Borge Angulo, que si se gastó más de la cuenta en su construcción, que la obra está en peligro de colapsarse por su pési¬ma estructura, etc. Y mi análisis personal no deja de ser inspirado por la conjetura también. Hasta el día de hoy, el Gobier¬no del estado no ha dicho en ningún mo¬mento -esta boca es mía-. No ha salido a contestar los cuestionamientos de la so¬ciedad, respecto al uso específico que le van a dar al hoy “elefante blanco”. Hace algunos meses, La sociedad de Alcohólicos Anónimos solicitó el lugar para un con¬greso regional para noviembre próximo, donde se espera una asistencia de 12 mil participantes, y les dijeron que no, porque esperaban la inauguración oficial prime¬ro. Total, que la tal inauguración no tiene fecha aún. Las malas lenguas dicen, que el susodicho auditorio se lo van a concesio¬nar a Televisa o a otra empresa de espec-táculos musicales, etc. Pero no dejarán de ser conjeturas mientras el Gobierno que preside Roberto Borge Angulo, no aclare la situación del inmueble. A estas horas de la administración saliente, donde por el inexorable caminar del tiempo se agota el tramo, mucha gente cree que no habrá tiempo para la esperada inauguración. Toda la administración saliente está en la tarea de cuadrar o conciliar las cuentas para conjurar al demonio del claustro de Almoloya. Todas las incógnitas se despeja¬rán “at chalecum” con las prometidas au¬ditorías del gobierno entrante. Entonces y sólo entonces sabremos si en verdad se gastaron bien los 244.7 millones de pesos que dicen costó la obra. Si esta millonada de pesos se gastó mal con el denunciado sobreprecio, hay sobradas razones para el insomnio para quienes jugaron chueco. Y esto involucra a dos partes fundamen¬tales, gobierno y constructoras. Algunos ciudadanos recuerdan hasta con nostal¬gia cuando al constructor le exigían el 10% del total de la obra terminada. Pero la ambición es adictiva y ahora se habla hasta del 35% de comisión por anticipa¬do, y esto impacta, obviamente, en obras de pésima calidad que duran un suspiro. Que al fin y al cabo, al gobernador, al pre¬sidente municipal le vale un sorbete que el pavimento hecho con frijol colado se despegue en tres meses. Durante más de 40 años nadie cuestiono nada en Quinta¬na Roo. Tuvimos gobiernos aceptables y buenos que dejaron obras que trascendieron a su tiempo, ejemplo: La universidad de Quintana Roo, infraestructura educativa, impulso al arte y la cultura, sello indeleble del doctor Miguel Borge Martín, cómo no recordarlo. El problema empezó hace casi 18 años cuando sentó sus reales el diablo de la ambición y no vemos nada que poda¬mos aplaudir. Soñando me hubiera gusta¬do que las obras con nombre y apellido de los últimos tres gobernadores estuvieran a la vista, como las que adornan la cul¬tura universal y que los habitantes de los próximos siglos pudieran disfrutar, por ejemplo: El Coliseo Romano, la Capilla Sixtina, la torre de Londres, el acueducto de Segovia, el castillo de Chichén-Itzá, el puente de Brooklyn, etc. Pero obviamente es un sueño, y quizá un sueño “guajiro”. Espero con emoción ser testigo del cam¬bio prometido y que el futuro gobernador trabaje de verdad para mejorar la calidad de vida de los quintanarroenses. Ya basta de poses, de buscar los aplausos con enga¬ños, como la gira del diputado José Luis “Chanito” Toledo, quien vino a Tulum a dar un espaldarazo inmerecido al presi¬dente David Balam, hablando de obras que sólo en su imaginación existen. Es molesto escuchar a un político decir que se esfuerza por el pueblo, que hace tareas titánicas por traer bienestar a la ciuda¬danía. ¿Que no reciben buenos salarios para realizar ese hipotético trabajo? Ami¬go “Chanito”, cómo quisiera que vinieran otra vez e invitaran a la población a checar esas obras tan trascedentes que publicita¬ron en un video, y que un experto nos diga el precio real de las mismas. No dilapide su capital político con estos lances inne¬cesarios. Retomando el hilo de mi nota, me siento a esperar que echen a andar el “Auditorio del Bienestar” y si se puede, le cambien el insustancial “apodo”.
La frase: No basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad. Aristóteles.