Evangelizar: Una misión que nos toca a todos

“Domingo Mundial de las Misiones”

  1. Todo bautizado es un profeta.

 

El bautizado no es un huésped en su propia iglesia ni mucho menos un espectador pasivo. Todo bautizado es un profeta llamado a colaborar activamente con Cristo en la obra de la evangelización. Jesús escogió a Pedro para que fuera la piedra de su Iglesia, es decir fundamento de la unidad y de la verdad. Escogió a los doce para que estuvieran con él y enviarlos a predicar con el poder de expulsar demonios. Pero también escogió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos a anunciar la llegada del Reino. A los doce les dijo: “Hagan esto en memoria mía”, y “a los que perdonen los pecados les quedan perdonados”. Y a los otros setenta y dos los envió a preparar el camino y les dijo: “Vayan por todo el mundo a predicar el Evangelio a toda creatura”. Por eso la Iglesia siempre está en salida misionera. Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo que ha llenado nuestras vidas de sentido y de paz, de verdad y amor, de alegría y de esperanza. No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino que urge acudir en todas direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que la paz es posible, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia.

                                                                                                                                                  

  1. Soplando sobre ellos les dijo reciban el Espíritu Santo.

 

Todo bautizado es profeta en virtud de la fuerza del Espíritu Santo que recibe en el bautismo. El protagonista silencioso y secreto de la misión, es el Espíritu Santo que nos impulsa a primerear, emprender y tomar la iniciativa, buscar nuevos caminos y abrir brecha. El Espíritu Santo nos impulsa a involucrarnos y no quedarnos viendo los toros desde la barrera, sino ser valientes en la lucha contra los enemigos de Dios. El Espíritu Santo nos impulsa a escuchar y a acompañar a nuestros hermanos más necesitados, lastimados y atribulados. Que el Señor nos llene de su Espíritu Santo para que rebosantes de sus dones, carismas y frutos podamos dar testimonio de una iglesia viva y rica de signos, señales y prodigios.

 

  1. Como el Padre me ha enviado, así los envío yo.

 

Querido hermano eres un enviado de Cristo, un profeta; Cristo te necesita, Cristo cuenta contigo, tú eres una misión en esta tierra y para esto has venido al mundo. Acepta tu misión con generosidad, con amor, convencido de que el mundo necesita a Cristo y a su mensaje porque responde a las necesidades y anhelos más profundos del corazón humano. Acoge con generosidad el llamado a compartir la alegría del Evangelio.

 

+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C.

Obispo de Cancún-Chetumal.

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